Maica visita a Gorka en el centro social para saber cómo va a hacer para contactar con el Padre Arístegui, un obispo moribundo que es el único que puede facilitarles la información del cuaderno donde están los contactos de quienes adoptaron a los niños para encontrar a Simón, el hijo de ambos.
A Gorka solo le queda una opción desesperada: se hará pasar por el sobrino del Padre Cortázar para lograr su confesión en sus últimos suspiros de vida como deseo de todo moribundo.
Maica sonríe y mira enamorada a Gorka, no puede admirar más la valentía y las ganas que está poniendo el Padre Etura en encontrar a Simón. Tras descubrir cuál es su plan, Maica quiere saber cómo va a hacer para inventarse una identidad. Gorka lo tiene muy fácil, se llamará Iñaki y tiene claro cómo sería su vida. El cura comienza a relatar y a imaginarse la vida de Iñaki como si recrease la vida que hubiese llevado con Maica si hubiesen apostado por su amor desde el primer momento.
La conexión y el deseo entre ambos explota y Maica, dejándose llevar por los consejos de Pelayo, decide dejar fluir sus sentimientos.
Sin embargo, la reacción de Gorka desquicia a la dueña de ‘Laida’ una vez más que, dolida, se niega a seguir callando este amor que lleva latente desde hace más de veintitrés años.
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