Cuando Arif regresa a su caferería, encuentra a un hombre
esperándole. Es Azmi, la mano derecha de Nezir. Y no sólo quiere un té. Busca
un piso para alquilar en esa misma calle.
Como le ha mandado Nezir, Azmi quiere tener vigilados a
Bahar y a sus hijos ante la gran probabilidad de que Sarp termine apareciendo
por su casa. La amenaza se acerca peligrosamente al barrio.