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Munir informa a Sarp de que los hombres de Nezir están vigilando la casa de Bahar, y de que la tienen a ella y a sus hijos en el punto de mira. Por eso, le recomienza que no vaya por allí, ya que supone una gran amenaza para él mismo y también para su “antigua familia”.
Esas dos palabras, esa forma de referirse a su anterior vida, irritan a Sarp, que responde enfurecido a Munir. “Siguen siendo mi familia”, le dice, y lo repite sin importarle que Piril esté delante.
Este nuevo desplante es un nuevo puñal al corazón de su mujer. ¿Hasta cuándo podrá aguantarlo?