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Los 15 mejores líderes militares

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«He visto al espíritu del mundo montado a caballo». Con esta contundencia describió el filósofo alemán Friedrich Hegel la impresión que le causó la visión de Napoleón Bonaparte (1769-1821) dirigiendo a sus ejércitos. A pocos escapa la destreza militar del francés, pero hemos comprobado de nuevo que, aunque pasen los siglos, el emperador galo sigue despertando una increíble admiración. Tras haber realizado una amplia votación entre varios historiadores, el «pequeño corso» ha ganado una nueva batalla, pues ha sido elegido por los expertos como el mayor genio militar de la Historia.

El segundo lugar en este pódium de líderes castrenses es para Julio César (100-44 a.C.), protagonista indiscutible de la historia romana. El tercer puesto se lo disputan Guillermo el Conquistador (1028-1087), héroe de la batalla de Hastings, y Alejandro el Magno (356-323 a.C.), cuya lista de guerras está encabezada por la conquista del Imperio Persa.

Factores que convierten a un soldado en un líder

¿Cómo es posible valorar numéricamente la capacidad de liderazgo de un militar? En realidad, hay muchísimos factores que intervienen a la hora de aupar a un guerrero hasta el Olimpo de la genialidad bélica: la extensión de las tierras conquistadas, el potencial numérico de las tropas, la capacidad para obtener el apoyo incondicional de los soldados, el talento para tomar decisiones estratégicas apropiadas, las consecuencias históricas de las batallas libradas… Pasándonos al lenguaje militar, podríamos esquematizar todos estos elementos en cuatro factores esenciales que describen el «trabajo» de un genio militar: estrategia, táctica, capacidad de mando e incidencia histórica.

La estrategia es el arte que permite a un general llegar a un enfrentamiento armado con condiciones ventajosas sobre su adversario, mientras que con táctica entendemos los movimientos y las soluciones con los que se gana una batalla. ?Un buen estratega es el que ve una guerra en términos generales, en términos diplomáticos, mientras que el táctico es el que sabe conducir a las tropas de forma efectiva?, matiza el historiador Carlo Caranci. «Rommel es un buen ejemplo. Era un excelente táctico y dirigía a sus soldados magistralmente en cada batalla, pero no tenía visión general de la guerra, así que era un estratega limitado».

El tercer factor que hemos tomado para valorar a los militares es la capacidad de mando, el talento de un general para guiar y motivar a sus tropas, para que éstas perciban tanto el liderazgo de su superior como su cercanía humana. El cuarto elemento de valoración es la incidencia histórica, ese afán que poseen casi todos los grandes hombres de dejar su sello en la Historia y cambiar su curso si es posible.

También hay que valorar que no se trata de carreras militares en abstracto, sino que todos estos líderes están marcados por la época en la que lucharon, y la propia definición de liderazgo varía con el paso del tiempo. Por ejemplo, en La Máscara del Mando, el historiador británico John Keegan señala que el perfil de genio militar ha evolucionado con el paso de los siglos debido a la transformación de los campos de batalla o al desarrollo tecnológico.

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Una lista inicial en la que sólo sobreviven los mejores

Tomando estos cuatro factores como elementos de valoración, hemos solicitado a varios expertos que puntuaran de 1 a 10 a veinte caudillos militares de todos los tiempos. Sólo los genios más valorados han logrado pasar la criba y conformar la lista de los quince líderes militares de la Historia, pero otros han perdido esta batalla.

En nuestra selección inicial, rescatamos de la Antigüedad a cuatro hombres que siempre han fascinado a los estudiosos de la guerra: Alejandro Magno, cuyo Imperio se extendía desde Grecia a India; Aníbal Barca, que infligió derrota tras derrota a los romanos; Escipión el Africano, invicto en todos sus frentes; y Julio César, derrotado en algunas batallas pero vencedor de todas las guerras.

Del Medievo emerge Carlomagno, unificador de Europa; Guillermo I el Conquistador, autor del único desembarco exitoso en Inglaterra; Saladino, unificador del mundo musulmán; Gengis Khan, artífice de un imperio desde Rusia hasta China; y Tamerlán, digno heredero del mongol. En la Edad Moderna nos encontramos con el único español de este listado, Gonzalo Fernández de Córdoba, que firmó importantes victorias para los Reyes Católicos; el duque de Marlborough, vencedor en 4 batallas campales y 21 asedios; Eugenio de Saboya, uno de los más brillantes alentadores de tropas; Federico II de Prusia, magnífico teórico de la guerra y genial estratega; Napoleón, la esencia misma del liderazgo; y Wellington, capaz de lograr victorias desde la India hasta España.

Por el siglo XX desfilan algunos nombres que se han grabado con fuerza en el imaginario colectivo como Lawrence de Arabia, auténtico genio de la guerrilla; Rommel, excelente táctico; Zhukov, «bestia negra» de la Alemania nazi; y Patton, maestro de las fuerzas acorazadas.

El Olimpo bélico al que accede también un español

Acumulando 38 puntos, el vencedor de esta votación ha sido el gran Napoleón Bonaparte, en el que se suman mando político y militar, algo habitual entre los líderes hasta la Edad Moderna. El francés supo rentabilizar como nadie esta duplicidad, que trasladó al campo de batalla. «Ha sido el mejor planificador militar de la Historia. Como buen ajedrecista, siempre iba 40 jugadas por delante de su adversario», resume Juan Antonio Guerrero. «Tácticamente era casi imposible vencerle». Juan Carlos Losada recuerda otra de las características por las que Napoleón preside este pódium: «Infundía en sus tropas un espíritu combatiente desconocido hasta aquel momento. Apelaba a los valores revolucionarios y conseguía magnetizar a sus tropas«. Con una valoración de 36 puntos, Julio César asciende al segundo escalón, pero con un liderazgo discutido. «Era un gran estratega que, tras heredar una férrea estructura del ejército romano, supo adaptarla ante los bárbaros», señala Guerrero. Pero Losada recuerda que hay que relativizar su figura ya que «Julio César engrandecía las fuerzas de sus enemigos para engrandecer sus propias victorias».

Podemos estar orgullosos de vislumbrar en la lista a nuestro patrio Gran Capitán, don Fernando González de Córdoba (1453- 1515), que hizo un magnífico uso de sus dotes militares durante el reinado de los Católicos. «Él era la espada y Fernando el político», resume Guerrero. El Gran Capitán es el español más valorado, pero, según los historiadores, nuestro país también ha dado a luz otros excelsos militares como Hernán Cortés o Pizarro, que «al margen de su catadura moral, fueron capaces de dominar imperios con escasos hombres», recuerda Losada. Son los genios de los campos de batalla.

Ana Ormaechea