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Atlántida subterránea: ¿se refugió una ancestral civilización en complejas construcciones y túneles bajo Tierra?

Varios de los impresionantes edificios megalíticos en todo el mundo fueron erigidos por la antigua civilización atlante. Pero no solo eso, en tiempos tan inmemoriales cuando el mundo era físicamente inestable, esta raza construyó fantásticos sistemas de túneles en los que refugiarse si era necesario, tanto de los embates de la naturaleza como de los ataques del espacio exterior…

Al menos así lo creía el ufólogo William Francis Brinsley Le Poer Trench (1911-1955), octavo conde de Clancarty, séptimo marqués de Heusden, quien 1974 escribió el libro The Secret of the Ages: UFOs from inside de Earth explayándose sobre este y otros temas relacionados con la hipótesis de la Tierra Hueca.

Para empezar, en su libro Le Poer Trench cita al célebre Von Däniken y su Oro de los Dioses para referirse a «un gigantesco sistema de túneles, de miles de millas de longitud» que se extiende por debajo de Ecuador y Perú. Este sistema de cuevas y túneles interconectados habría sido descubierto por Juan Moricz en 1965.

Von Däniken relató que un túnel conducía a un gran salón donde había objetos de piedra y metal, incluidas estatuas de muchos tipos de animales hechos de oro macizo. Además, había una biblioteca de metal que constaba de placas de metal (hojas) con escritura en un idioma desconocido, que Moricz creía que contenía una historia de la humanidad y detalles sobre una civilización desaparecida.

De acuerdo al autor citado, «los túneles debajo de Ecuador y Perú tienen paredes que son lisas y a menudo parecen estar pulidas», lo que sugeriría que no habían sido cortados con herramientas rudimentarias, sino con medios mucho más sofisticados. En palabras de Von Daniken:

«… Si el taladro chocaba con estratos geológicos excepcionalmente duros, estos podrían ser destruidos con unos pocos disparos bien dirigidos con el arma. Luego, el taladro térmico blindado atacaría los bloques resultantes y calentaría la masa de escombros hasta el estado líquido. Tan pronto como la roca líquida se enfriara, formaría un esmalte duro como un diamante. El sistema de túneles sería seguro contra la infiltración de agua y los soportes para la cámara serían superfluos».

Refugios para la guerra

Hacia el final de El Oro de los Dioses, el autor germano propuso una teoría muy interesante sobre una razón específica de por qué ancestrales civilizaciones como la atlante —descendientes directas de antiguos astronautas—, construyeron los túneles. Esto es algo bastante aparte de los peligros de la actividad sísmica que el propio Le Poer Trench también menciona como una amenaza en aquellos tiempos remotos.

Von Däniken sugiere que tuvo lugar una batalla cósmica entre seres semejantes a los humanos. Los perdedores aparentemente escaparon en una nave espacial —aunque el conde les atribuye más de una nave espacial— y se refugiaron en la Tierra, donde se vieron obligados a llevar «máscaras de gas» con el fin de soportar y adaptarse a la nueva atmósfera —de allí el arte rupestre que representa a seres con «cascos» y «aparatos respiratorios»—.

El autor luego declara que estos fugitivos, dotados de todos los adelantos tecnológicos, «se sumergieron profundamente en la tierra e hicieron los sistemas de túneles» por miedo a sus perseguidores.

Posteriormente, y para ocultar aún mejor su posición, establecieron estaciones de transmisión en el quinto planeta de nuestro sistema solar, que entonces existía entre Marte y Júpiter. El enemigo, engañado por esta treta y creyendo que las señales delataban a los fugitivos, bombardea el susodicho planeta hasta su completa destrucción. Los escombros del mundo explotado se esparcieron por lo que ahora se llama el cinturón de asteroides. Esta zona está formada por miles de asteroides y pequeños trozos de piedras. «Los planetas no explotan por sí mismos, ¡alguien los hace explotar!», señala Däniken.

Le Poer Trench agrega en su libro que, si en realidad sucedió así, las armas utilizadas en aquellos tiempos tan remotos eran incluso más letales que las de nuestros días y explicarían los fulminantes «rayos» de Zeus y otros «dioses» con capacidades realmente destructivas.

Además, señala que los desbarajustes gravitatorios generados en el sistema solar por la pérdida del quinto planeta, fueron los responsables de una inclinación del eje de la tierra y el diluvio universal descrito por tantas culturas antiguas.

Túneles en Sudamérica

El ufólogo del siglo pasado luego cita al periodista italiano Peter Kolosimo y su trabajo Timeless Earth, donde se menciona un sistema de túneles que conecta Lima con Cuzco, y desde allí continúa hasta la frontera boliviana.

De acuerdo al Kolosimo, estos túneles presentan un problema arqueológico fascinante. «Los estudiosos coinciden en que no fueron fabricados por los propios incas, quienes los utilizaron pero ignoraron su origen. De hecho, son tan imponentes que no parece absurdo conjeturar, como han hecho algunos científicos, que son obra de una raza desconocida de gigantes», escribe.

Por otra parte, Harold T. Wilkins, en su libro Mysteries of Ancient South America, probablemente estaba describiendo el mismo sistema de túneles cuando declaró:

«Uno de los accesos a los grandes túneles estaba, y todavía se encuentra, cerca del antiguo Cuzco, pero está enmascarado para no ser descubierto. Esta aproximación oculta conduce directamente a un inmenso “subterráneo”, que va desde Cuzco a Lima, en línea recta, ¡una distancia de 380 millas! Luego, girando hacia el sur, el gran túnel se extiende hacia lo que, hasta aproximadamente 1868, era la Bolivia moderna, ¡alrededor de 900 millas!».

Wilkins también se refirió a algunos túneles en las Indias Occidentales:

«Túneles extraños de increíble antigüedad y origen desconocido llamaron la atención de Cristóbal Colón cuando visitó Martinica, en las Indias Occidentales. Sin duda, la raza blanca atlante construyó espléndidas ciudades en lo que ahora son islas de las Indias Occidentales, pero que, en esa fecha lejana, pueden haber formado parte del continente americano ahora sumergido, cuyo nombre se conmemora en la palabra: “Antillas”. Una curiosa tradición del viejo mundo de Asia es que la vieja Atlántida tenía una red de túneles y pasajes laberínticos que corrían en todas direcciones, en el día en que el puente terrestre entre la tierra sumergida y África por un lado, y el viejo Brasil por el otro, existía. En Atlantis, los túneles se utilizaron para cultos nigrománticos y de magia negra».

Kolosimo, por su parte, señaló que los sistemas de túneles se encuentran en todo el mundo. Además de América del Sur, enumeró California, Virginia, Hawái, Oceanía y Asia. En Europa habría túneles en Suecia, República Checa y Eslovaquia; y, en el área mediterránea, en Baleares y Malta.

«Un enorme túnel, de los cuales se han explorado unas treinta millas, discurre entre España y Marruecos, y muchos creen que así es como los “monos de Berbería”, que de otra manera son desconocidos en Europa, llegaron a Gibraltar», escribió el italiano. «Incluso se ha sugerido que estas galerías ciclópeas forman una red que conecta las partes más distantes de nuestro planeta».

Agartha

Wilkins tiene más que contarnos sobre los antiguos sistemas de túneles:

«Entre las tribus de Mongolia Interior, incluso hoy en día, existen tradiciones sobre túneles y mundos subterráneos que suenan tan fantásticos como cualquier cosa en las novelas modernas. Una leyenda —¡si es eso!— dice que los túneles conducen a un mundo subterráneo de ascendencia antediluviana, en algún lugar de un recoveco de Afganistán, o en la región del Kush hindú.

«Incluso se le da un nombre: Agharta. La leyenda agrega que un laberinto de túneles y pasajes subterráneos se extiende en una serie de enlaces que conectan a Agharta con todos los demás mundos subterráneos. El mundo subterráneo, se dice, está iluminado por una extraña luminiscencia verde que favorece el crecimiento de los cultivos y favorece la duración de los días y la salud».

Este último relato es de especial interés para Le Poer Trench, quien establece un paralelismo con otro escrito de Kolosimo que habla sobre una fluorescencia similar en otra parte del mundo.

En Timeless Earth se lee que «un extraño pozo sin fondo en Azerbaiyán» tiene paredes donde «sale una luz azulada y se escuchan ruidos extraños», agregándose que después de investigar y explorar, «los científicos encontraron un sistema completo de túneles que se conectaban con otros en Georgia y en todo el Cáucaso».

Después de describir estos túneles, que son de forma regular y, afirmó, casi idénticos a otros en Centroamérica, Kolosimo pasa a decir que son parte de un enorme sistema que incluso conecta con Irán y, además, con los túneles de China, Tibet y Mongolia.

Ahora, en cuanto al relato de Wilkins de un mundo subterráneo llamado Agharta, que se decía estaba iluminado por una extraña luminiscencia verde, Kolosimo tiene esto que decir:

«Los tibetanos creen que los túneles son ciudadelas, la última de las cuales todavía ofrece refugio a los supervivientes de un inmenso cataclismo. Se dice que este pueblo desconocido hace uso de una fuente de energía subterránea que reemplaza a la del sol, lo que hace que las plantas se reproduzcan y prolongue la vida humana. Se supone que emite una fluorescencia verde, y es curioso que también nos encontremos con esta idea en la leyendas americanas».

Conclusión

Así, Le Poer Trench concluye que los atlantes y sus descendientes construyeron sistemas de túneles en todo el mundo para varios propósitos. En primer lugar, para protegerse de los ataques de la naturaleza, entonces muy comunes, en forma de actividad sísmica e inundaciones, y en segundo lugar, como protección en caso de ser atacados desde el espacio exterior:

«La mayoría de estos fantásticos túneles se construyeron de formas que superan nuestras capacidades actuales. Durante años, Inglaterra y Francia han estado hablando de la idea de un Túnel del Canal. Sin embargo, parece que los antiguos construyeron los asombrosos túneles de su época como algo natural, y a gran escala, por buenas e imperativas razones».

Edición: MP.