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Desalojo en la Gran Vía: temieron que se tratara de un atentado como el de Bataclan

Eran las cinco de la tarde del 8 de diciembre, fiesta en España por ser el día de la Inmaculada. Con ese motivo, miles de visitantes habían llegado a la capital de España en plena época pre navideña. La Gran Vía, una de las más importantes, conocidas y céntricas calle de Madrid, convertida en zona de ocio y de bares y cafeterías, se encontraba abarrotada.

La presencia de madrileños y turistas a esa hora en la zona era tal que, para poder caminar por la acera, era necesario hacer una fila.

Coches patrulla y Samur

Además de los numerosos establecimientos de compras, muchos aprovechaban todavía para comer, en restaurantes de comida rápida que se encuentran junto a las tiendas.

Un grupo de personas que esperaban su menú en una de las cafeterías que se encuentra en pleno centro de la calle, vieron de repente que una avalancha de personas corría en masa por la calle, no se sabía muy bien hacia dónde.

Los clientes se asomaron por las ventanas y puertas acristaladas para averiguar qué ocurría fuera. En cuestión de segundos, y casi sin darse cuenta, la Gran Vía se había llenado de policías y unidades móviles de Samur.

«Son Yihadistas»

Algo grave había pasado. Nadie se atrevía a salir para ver qué estaba ocurriendo. De repente, alguien gritó: “Son yihadistas”. Los responsables de la cafetería ordenaron a gritos el cierre inmediato de puertas y persianas. “Cerradlo todo” gritaba uno de los responsable.

El pánico en el interior del restaurante aumentaba. Muchos temían que volviese a suceder otra matanza como la ocurrida hace un año en la sala Bataclan, de París, el terrible atentado perpetrado por islamistas suicidas en el que hubo 90 muertos. En el total de la ciudad, 130 víctimas mortales y 350 heridos.

Fuera, en la calle, miembros de la Policía Nacional gritaban pidiendo a todo el mundo que se desplazase en dirección hacia la Castellana. “Corred, corred hacia la Castellana. Rápido”, ordenaba uno de los agentes. No paraban de llegar coches con policías que se sumaban a los que estaban cortando el centro de la calle. 

Los autobuses que en ese momento circulaban por la artería fueron desalojados también. La policía ordenó a los conductores parar, subieron al vehículo y trasladaron a los viajeros que de inmediato bajaran todos y corrieran hacia la Castellana.

Algo parecido ocurrió en los grandes establecimientos de ropa, como es el caso de Primark, que en ese momentos se encontraba lleno de clientes que aprovechaban el día para hacer compras navideñas. Sin ni tan siquiera permitirles pagar, en dos minutos se desalojaron las cinco plantas de uno de los mayores centros de la Gran Vía.

«Es muy grave»

La incertidumbre aumentaba, porque no se sabía bien qué estaba ocurriendo. En medio del caos, un redactor de El Confidencial Digital, presente en la calle, preguntó a uno de los agentes qué ocurría.

El policía, un tanto nervioso, contestó que era «muy grave», insistiendo en que por favor se marchara de allí rápidamente. Tras una nueva pregunta, recalcó que se trataba de «una amenaza de bomba».

Un principio de pánico se apoderó en ese momento de los ciudadanos que oyeron las palabras del agente. Echaron a corre en masa hacia la Castellana.

Pasados unos quince minutos desde el primer aviso, después de comprobar que se trataba de una falsa alarma como consecuencia de la localización de una maleta abandonada, la normalidad volvió poco a poco a la Gran Vía.

Vea el vídeo de cómo se vivió el momento.