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El espacio exterior: el próximo paso para combatir la enfermedad de Parkinson

En un nuevo esfuerzo para hallar tratamientos definitivos para el mal de Parkinson, los investigadores están llevando sus experimentos al espacio.

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Este lunes se ha enviado un experimento a la Estación Espacial Internacional (EEI) para investigar la proteína LRRK2, un objetivo clave para identificar el desarrollo de la enfermedad de Parkinson. Los materiales para tal fin viajaron a bordo de la cápsula Dragon de SpaceX como parte de una misión destinada a llevar provisiones al complejo orbital.

El experimento científico es una colaboración entre la Fundación Michael J. Fox y el Centro para el Avance de la Ciencia en el Espacio (CASIS).

LRRK2 es un tipo de proteína que modifica otras proteínas. Se piensa que las mutaciones en el gen que codifica la LRRK2 causan la enfermedad de Parkinson en algunas personas. De acuerdo a una hipótesis científica, el desarrollo de drogas que inhiban esta proteína, o bloqueen su actividad, podría ayudar a prevenir el trastorno neurodegenerativo o al menos disminuir su avance.

Pero antes que los científicos puedan desarrollar una droga capaz de inhibir la LRRK2, necesitan conocer de forma precisa su estructura. Una forma de lograrlo es cultivar cristales de esta proteína en el laboratorio. Sin embargo, en la Tierra, la gravedad puede interferir con el crecimiento de los cristales, disminuyendo su calidad y haciéndolos difíciles de analizar.

Aquí es donde entra en juego la EEI. Los investigadores esperan que las condiciones de microgravedad en el espacio generen que los cristales tengan un tamaño mayor y menos defectos, permitiendo así tener una mejor visualización de su estructura.

«Los cristales LRRK2 permanecerán cerca de un mes en el espacio. Posteriormente se enviaran a la Tierra, donde serán analizados con rayos-X de alta energía», explicó Sebastian Mathea, investigador de la Universidad de Oxford involucrado en el proyecto.

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo crónico que conduce con el tiempo a una incapacidad progresiva, producido a consecuencia de la destrucción, por causas que todavía se desconocen, de las neuronas pigmentadas de la sustancia negra (una porción heterogénea del cerebro medio).

«Actualmente no hay tratamientos para detener o revertir esta enfermedad», dijo el famoso actor Michael J. Fox, afectado por este mal y cuya fundación ya ha financiado en sus diecisiete años de vida proyectos científicos por valor de más de 700 millones de dólares.