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El porno duplica la probabilidad de divorciarse

Ver porno aumenta las posibilidades de divorcio

(Actualizada 28 de enero de 2017)

Al clásico «no es lo que parece» ahora hay que añadir el «sólo estaba leyendo el periódico». Según un estudio presentado recientemente en el encuentro anual de la «American Sociological Association», el consumo de pornografía aumenta las posibilidades de que las parejas se divorcien.

Este fenómeno no afecta a ambos por igual, tal como recoge un artículo publicado en Nature. Así, mientras que la probabilidad de que los consumidores de porno se divorcien pasa del 5 al 10 por ciento en el caso de los hombres, entre las mujeres el efecto parece ser más acusado: este porcentaje pasa del 6 al 18 por ciento, al menos según los datos recogidos por Samuel Perry, coautor del estudio e investigador en la Universidad de Oklahoma.

Estudios anteriores han sugerido que consumir pornografía no es bueno para la salud de la pareja, pero en este caso la investigación ha permitido hacer un análisis a largo plazo. La clave han sido los datos recogidos entre 2006 y 2014 por el «General Social Survey», una encuesta que recoge la opinión de miles de americanos sobre cuestiones como la moralidad o las partidas presupuestarias de su gobierno.

Gracias a ellos, Perry se ha mostrado convencido de poder establecer una relación de causa-efecto: «Gracias a nuestros análisis estadísticos, estamos acercándonos a la zona donde podemos afirmar que hay un efecto direccional», ha afirmado el científico. Es decir, no es que el consumo de porno aumente en las parejas que tienen problemas, sino que el porno los genera.

Para llegar a estas conclusiones, las encuestas preguntaron a 5.698 personas si habían visto una película porno en el último año. De estos, 1.681 dijeron que sí. La mayoría de ellos eran hombres.

Los jóvenes, más sensibles

Además de las diferencias de género, la encuesta reveló que cuanto más joven fuera el entrevistado más probable era que se divorciase a causa del consumo de porno. Curiosamente, esta relación fue menos clara en aquellas personas religiosas acostumbradas en ir a la iglesia al menos una vez a la semana, lo que fue justo lo contrario de lo que esperaban los científicos.

Tal como ha defendido el investigador, su objetivo no es hacer una guerra contra el porno: «Estamos tratando de informar de unos resultados que nos parecen interesantes y relevantes, no a contribuir a una cruzada moral contra la pornografía».

Mirar el porno como referente sexual es como mirarse en un espejo distorsionado. Juan Sierra, psicólogo, está acostumbrado a tratar con personas insatisfechas y acomplejadas por mirar la realidad con el prisma del cine erótico. «El cine porno está plagado de mitos y ficciones, como el orgasmo simultáneo, que la gente debería ser capaz de identificar como tal», explica.

Sin embargo, no resulta extraño que la gente piense que todo lo que ve en este tipo de películas es 100% real, aunque en realidad, como en toda película, se empleen numerosos trucos y artificios ante la cámara. Como sucede «en un número de David Coperfield«, bromea el psicólogo Juan Sierra.

Entre las mujeres, el mito erróneo más extendido es «pensar que es necesario gemir para tener un buen orgasmo cuando, en realidad, no es necesario y muchas mujeres no lo hacen», afirma. Por otro lado, lo más frecuente entre los hombres son los problemas de autoestima provocados por el tamaño de su pene. «Creen que la tienen muy pequeña pero luego resulta que tiene un tamaño completamente normal o, incluso, por encima de la media española», señala.

Nadie confunde una película de Rambo con la realidad. En cambio, como ocurrían en los albores del cine comercial, mucha gente piensa que todo lo que se muestra en este tipo de películas es 100% real. Ante esta tesitura, la recomendación de Serra es sencilla: «que las parejas lo utilicen para excitarse pero que sean críticos y sepan que es fantasía».