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El Reino Unido traiciona a los niños refugiados

En mayo de 2016 el Parlamento británico aprobó la enmienda Dubs a la Ley de Extranjería para facilitar la acogida de menores extranjeros no acompañados (MENA). De acuerdo con sus promotores, la medida estaba orientada a ayudar a unos 3.000 niños atrapados en diferentes agujeros de la Unión Europa, incluyendo el fronterizo campo de Calais, donde hasta un 80% de los niños censados encajaban en la categoría de MENA. Un número indeterminado de hasta 90.000 más recorrían como fantasmas las ciudades del continente.

Tuvieron que pasar cinco meses antes de que el Reino Unido comenzase a admitir MENA en su territorio. Sin embargo, en septiembre del pasado año 750 niños fueron acogidos en base a las obligaciones de reagrupación familiar (550) y a la propia enmienda Dubs (200).

Pero la victoria del Brexit y el cambio de gobierno evaporaron el sentido británico de la responsabilidad. El miércoles de la semana pasada, una nota vergonzante del ministro de inmigración anunciaba la acogida de 150 menores más y el cierre de los programas abiertos por su antecesor.

Para entonces Theresa May habrá reducido la enmienda Dubs al tamaño de una sala de cine de barrio, admitiendo a 350 niños. De los 3.000 previstos inicialmente. De los 90.000 que circulan por la UE.

Aunque en el País de las Maravillas en el que se ha convertido el Reino Unido resulta difícil encontrar una explicación racional a alguna decisión, The Guardian sugiere en una pieza reciente que la presión de los medios más conservadores ha hecho su efecto en este caso.


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Si la noticia da miedo, tendrían que ver los comentarios de los lectores…

La oposición, las ONG, el Arzobispo de Canterbury e incluso algún representante tory han recibido la decisión con una mezcla familiar de frustración y fatalismo. Pero parece dudoso que sus protestas puedan llegar en este caso mucho más lejos de lo que han llegado en otros similares.

Tampoco se puede esperar demasiada presión del resto de Estados miembro. La anulación de la enmienda Dubs es el penúltimo renglón de una lista interminable de omisiones e ilegalidades que inauguraron en Europa el trumpismo mucho antes de que este decidiese ser presidente.

Con todo, es importante que este asunto no muera fácilmente. Con su actuación en este caso; con actuaciones similares de España, Francia, Hungría y tantos otros, el Reino Unido declara de facto la inanidad de la Convención de los Derechos del Niño, aprobada en 1989 y ratificada por más de 190 países.

Para ser claros, no se trata de una mella más en la estructura de protección internacional, sino de una verdadera vía de agua de consecuencias imprevisibles.

La enmienda que acaba de ser neutralizada toma el nombre de Lord Alf Dubs, un anciano octogenario que encontró refugio como niño en el Reino Unido huyendo de los nazis. En su respuesta de esta semana, Lord Dubs calificó de “mezquina” la decisión del gobierno May, evocando el tiempo en que su país era diferente: “Durante el Kindertransport [el traslado de 10.000 niños judíos desde el continente a Inglaterra en los meses previos a la guerra], Sir Nicky Winton rescató casi solo a 669 niños de la persecución nazi. Yo tuve la fortuna de ser uno de ellos. Sería una terrible traición a su legado si fuésemos incapaces de hacer más como país de lo que él hizo para ayudar a una generación de niños refugiados”. Una terrible traición.

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