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La historia de la serpiente Uróboro, el final que marca el comienzo

El uróboro, un animal serpentiforme que engulle su propia cola y que forma un círculo con su cuerpo, tiene sus orígenes en el antiguo Egipto y por miles de años ha protegido a nuestro mundo de las aguas del caos y rejuvenecido a los dioses.

Xilografía de un uróboro de Lucas Jennis.

El símbolo de una serpiente con la cola en la boca es una de las imágenes más inusuales que han acompañado a la humanidad durante miles de años. Su nombre oficial es uróboro —derivado del griego oura (‘cola’) y bora (‘comida’)—. En términos más generales, simboliza la renovación cíclica, un eterno retorno, un ciclo cerrado.

La historia de los uróboros es fascinante, con tantos hilos entrelazados y diversos que es difícil presentarla en su totalidad. Los elementos individuales de la historia son como escamas dispuestas en filas a lo largo del cuerpo de una serpiente. Así que emprendamos un viaje a lo largo de algunas de las escamas de este monstruo cósmico, comenzando por el final, o la «cola», que sin embargo está agarrada en la boca de la serpiente y por lo tanto también marca el comienzo.

Cultura pop moderna

Emitido por primera vez el 7 de febrero de 1997, el decimotercer episodio de la cuarta temporada de X-Files, una serie de culto para la generación del cambio de siglo, tiene un título revelador: «Nunca más». Representa a la agente Dana Scully atravesando una crisis existencial. Como ella misma dice, tiene la sensación de que su vida ha perdido el sentido y está atrapada en un círculo vicioso. Así llega a mantener una breve relación romántica con Ed, un hombre al que conoce por casualidad en un salón de tatuajes.

Influenciada por Ed, Scully se hace un tatuaje del uróboro en su espalda baja. Sin embargo, la agente no conoce los secretos de Ed. Muy golpeado por su divorcio, mientras estaba bajo la influencia del alcohol, una vez se hizo un tatuaje de Bettie Page (una famosa modelo pin-up de la década de 1950) junto con las palabras Never Again (Nunca Jamás). Tras esto, comienza a escuchar la «voz» del tatuaje en su cabeza, animándolo a hacer cosas horribles, tal como matar a una vecina y quemar su cuerpo en el horno de su sótano.

La misma voz le dice luego que mate a Scully, pero Ed logra dominar las órdenes de Bettie en el último momento y quema el destructivo tatuaje en el fuego. Más tarde resulta que la tinta roja utilizada para hacer el tatuaje contenía una sustancia alucinógena: el cornezuelo (alcaloide ergotamina).

La clave para entender este episodio es un comentario hecho por Ed: «Todos se hacen el tatuaje que se merecen». Por eso Scully elige la imagen de un uróboro. Ayuda a la agente a superar su crisis y volver al trabajo, sintiendo que su vida ha vuelto a encarrilarse y que vuelve a tener el control de todo. Esto sucede bajo la influencia del tatuaje, que le ha dado un nuevo significado a su vida terrenal. Además, está claro que el «nunca más» de Ed es lo opuesto al uróboro de Scully, que simboliza un retorno cíclico.

Sería difícil encontrar una invocación más obvia del símbolo de una serpiente devorando su propia cola en la cultura de masas actual.

La serpiente como símbolo químico

En 1866, el químico alemán Friedrich August Kekulé (1829-1896) descubrió la estructura química anular del benceno. Admitió que la idea se le había ocurrido mientras soñaba despierto. Cuando dormitaba en su silla junto a la chimenea, vio átomos bailando en el aire, creando una cadena en forma de serpiente que agarró su propia cola con la boca y luego comenzó a girar. El científico se despertó y pasó el resto de la noche refinando su hipótesis. De esta manera, creó una representación esquemática de benceno que recordaba la forma de los uróboros.

El incidente fue simplemente una anécdota divertida hasta que despertó el interés del prominente psicólogo suizo Carl Gustav Jung (1875-1961), padre de la psicología profunda e investigador del inconsciente, quien recopiló frenéticamente información sobre casos de tal reveladora iluminación.

El ouroboros, inspiración de Kekulė (derecha) para la estructura del benzeno.

En opinión de Jung, lo que experimentaron Kekulé y muchos otros grandes descubridores fue una revelación repentina arraigada en el inconsciente. Sin embargo, esto no significa que algún conocimiento adquirido pero olvidado surja repentinamente a la superficie.

Según el psicólogo suizo, la mente inconsciente puede explorar el mundo y sacar sus propias conclusiones, al igual que nuestra conciencia. Algún estímulo puede hacer que el resultado de esas exploraciones llegue al consciente. Esto sucede a menudo cuando estamos dormidos, de ahí la sugerencia de que deberíamos tomar descansos en siestas breves durante el trabajo intelectual creativo. De esta manera, apagamos nuestra conciencia y le damos al inconsciente la oportunidad de hacer su trabajo, lo que con el tiempo puede desencadenar una idea inspiradora. Viene en una forma simbólica, que en el caso de Kekulé fue el uróboro.

Alquimia moderna y medieval temprana

La Biblioteca Británica de Londres tiene cierto manuscrito de alquimia árabe del siglo XVIII. Una de las páginas muestra un uróboro cubierto de extraños símbolos. Dentro del círculo formado por el cuerpo de la serpiente, hay un globo dorado que tiene los rasgos de un rostro humano. En este globo, hay tres pájaros (verde, blanco y rojo) que se mueven en sentido antihorario.

La imagen representa el proceso alquímico de producción de oro (la piedra filosofal) a partir de una síntesis de tres elementos: azufre, mercurio y sal, aquí representados como tres pájaros coloridos.

Aurora Consurgens, un manuscrito alquímico del siglo XV, presenta los uróboros, vinculados con los símbolos del sol, la luna y el mercurio (Crédito: Zentralbibliothek Zürich).

En alquimia, el azufre es un componente masculino, ardiente y activo (creativo) que simboliza el sol y la mente (Dios). El mercurio es un componente femenino, húmedo y receptivo (pasivo) que simboliza la luna y el espíritu. A su vez, la sal es un componente seco y corporal, un símbolo de la materia que forma la base pasiva de todo.

Por tanto, el dibujo representa el proceso eterno de creación, transformación, ruptura y síntesis de… tres componentes: la mente, el espíritu y la materia. Todo esto sucede en un círculo cerrado simbolizado por los uróboros.

Otro manuscrito alquímico del siglo XIV describe una idea similar enriquecida con contenido nuevo y considerablemente más universal. De nuevo muestra un uróboro. Su parte superior, desde la boca hasta la mitad de su cuerpo, es oscura; mientras que su parte inferior, hasta la cola, es clara y está cubierta de estrellas. En el interior, está la inscripción griega hen to pan (‘el todo es uno’).

Ilustración alquímica temprana de uróboro con las palabras ἓν τὸ πᾶν (‘El Todo es Uno’) del trabajo de Cleopatra la Alquimista en MS Marciana gr. Z.299. (Siglo X).

Por un lado, esta representación destaca la unidad de todos los elementos del mundo físico. Por otro, muestra claramente la idea del tiempo: la parte oscura de la serpiente es la tierra; la parte estrellada es el cielo. A medida que pasa el tiempo, el componente material terrenal devora literalmente el componente espiritual celestial. El mundo se vuelve cada vez más material y desprovisto del espíritu vivificante. Se derrumba por su propio peso. Aún así, esta fatalidad es solo el comienzo de un nuevo ciclo simbolizado por una serpiente que se devora la cola. El todo es uno.

Roma antigua

Las colecciones de los Museos Vaticanos incluyen un gran bloque de mármol. Aproximadamente 3,5 x 2,5 metros de tamaño, es la base de una columna que ya no existe. Fue erigido en el año 161 d.C. en Roma en el Campo de Marte, cerca del sitio de la pira funeraria del emperador Antonino Pío, cuyo reinado cayó dentro del período de la Edad de Oro del Imperio romano. La pared principal de la base está adornada con un relieve, cuya parte central muestra la apoteosis del emperador y su esposa Faustina, mientras son llevados al cielo por el Aión alado y desnudo, una deidad que personifica la eternidad. En su mano tiene un globo terráqueo rodeado de imágenes de los signos del zodíaco, que simboliza el universo. Una serpiente gira alrededor del mundo, pero el animal no se lleva la cola a la boca.

Columna de Antonino Pío.

Tal representación de los uróboros muestra el mensaje de propaganda de que las almas del adorado emperador y su esposa están abandonando el mundo físico y vivirán entre los inmortales, recibiendo honores divinos. Eso es porque la serpiente marca la frontera entre el mundo de los humanos y el cielo de los dioses. Ya no tiene la cola en la boca; las puertas del mundo del más allá ahora están abiertas.

Magia ancestral

Las colecciones del Museo Británico, a su vez, incluyen un papiro mágico griego escrito entre el siglo III y principios del siglo V que, empero, contiene inscripciones mucho más antiguas. Una de ellas abarca instrucciones para hacer un amuleto (llamado filacteria) que, como leemos, protegerá al poseedor contra demonios, fantasmas, enfermedades y sufrimiento. Debe estar inscrito en una tira de oro, plata o estaño (o escrito en un papiro especialmente preparado), y las palabras inscritas deben ser los nombres del Gran Dios: KMEPIS CHPHYRIS IAEÔ IAÔ AEÊ IAÔ ÔÔ AIÔN IAEÔBAPHRENE MOUNOTHILARIKRIPHIAE Y EAIPHIRKIRALITHONYOMENERPHABÔEAI.

Luego, se deben inscribir misteriosos símbolos llamados sellos, el encantamiento «protege mi cuerpo y mi alma», junto con el nombre del poseedor. Todo esto debe ubicarse dentro de un uróboro con la espalda oscura y la parte inferior clara dibujada junto al texto. Luego debe ser santificado en un rito relevante. El poseedor debe llevar consigo el amuleto en todo momento.

Un papiro mágico similar, que ahora se conserva en Oslo, contiene las siguientes instrucciones para hacer un amuleto que proteja contra cualquier hechizo maligno que pueda dañar a un hombre: «Tome un trozo de plomo e inscríbase en él la figura única, sosteniendo una antorcha en su mano derecha , un cuchillo a su derecha y a su izquierda, en su cabeza tres halcones, debajo de sus patas un escarabajo, y debajo del escarabajo una serpiente uróboro».

En este último caso, la serpiente es uno de los símbolos que acompañan a la imagen de la extraña figura destinada a proteger al poseedor de todos los hechizos peligrosos. Sus «armas» consisten en elementos simbólicos como antorchas, cuchillos, halcones, escarabajos y… una serpiente uróboro. Esta no es la única situación en la que a la serpiente se le atribuye el papel de salvadora.

Adoradores de serpientes

En el colorido mundo de varias religiones en los primeros días de la Grecia antigua, había una secta algo excéntrica y bastante pequeña llamada los Ofitas (del griego ophis, que significa ‘serpiente’). Sus miembros estuvieron activos en los siglos II y III (principalmente en Alejandría y Egipto) y se basaron en gran medida en las tradiciones judías en sus imágenes religiosas.

No obstante, las creencias de los ofitas eran contrarias a las tradiciones bíblicas. La serpiente era buena y Dios como creador era malo. En su interpretación, el mundo y el primer pueblo fueron creados por un demiurgo maligno identificado con el Jehová de la Biblia. Quería ocultar la verdad a los hombres, a quienes había esclavizado y hecho depender de él. Por eso prohibió a Adán comer el fruto del conocimiento del bien y del mal. Pero la serpiente buena persuadió a Eva para que comiera del fruto prohibido y le diera algo a Adán. De esta manera, los hombres recibieron el don del conocimiento y la oportunidad de liberarse del control del creador malévolo.

Según lo que sabemos, parece que los miembros de la secta utilizaron dibujos complicados en sus rituales que mostraban la imagen de un mundo geocéntrico con un camino desde la Tierra a través de las siete esferas del cosmos hasta la serpiente uróboro, que rodeaba el mundo y representó las puertas del paraíso. Los ofitas también identificaron a la serpiente con el Leviatán bíblico.

Leviatán (del hebreo לִוְיָתָן, liwyatan, enrollado) es una bestia marina narrada en la Biblia, que a menudo es asociada con Satanás. Su creación por Dios se encuentra en el Génesis y Job describe su aspecto físico con semejanzas a un dragón.

Quizás las prácticas religiosas de los ofitas deberían estar ligadas a un monumento extraordinario en forma de cuenco de alabastro misterioso. Dentro del cuenco, hay imágenes grabadas de dieciséis hombres y mujeres desnudos, de pie en círculo y saludando a una serpiente alada cuya boca está dirigida hacia su cola. El animal está rodeado por un círculo de rayos solares que salen de su cuerpo.

Los autores cristianos describieron un ritual de los ofitas durante el cual traían un cofre con una serpiente de una cueva. Luego dejaban a la serpiente sobre una mesa en la que habían puesto trozos de pan. «La serpiente se arrastró sobre la mesa, y los seguidores tomaron los pedazos tocados por el animal, se los comieron y besaron a la serpiente en la boca. Al final, cantaron un himno en honor al Dios verdadero, que estaba en lo alto del cielo».

Egipto faraónico

Según los egipcios, el mundo surgió de un océano primordial llamado Nun. Fue entonces cuando apareció todo, incluso los dioses, que no habían existido antes. Según algunas especulaciones teológicas, el padre de los dioses (conocido por varios nombres, incluido Atum) existió de alguna forma en las aguas primordiales del caos. Esa deidad creó a los dioses y al pueblo. Pero la creación del mundo no significó la desaparición del caos primordial o el abismo. Existió no solo externamente al mundo, sino que también lo impregnó aquí y allá. En consecuencia, el concepto de la frontera entre el mundo y la existencia, y el caos y la no existencia, fue de crucial importancia para los egipcios.

Esto creó espacio para la presencia de una gran serpiente cósmica. Inicialmente se la conocía como Mehen, que significa «la enrollada». El nombre «la que se come su propia cola» (el equivalente de la palabra griega uróboro) fue adoptado más tarde.

La serpiente se enrosca alrededor del mundo y forma la frontera entre el ser y el no ser. Dado que, por un lado, toca el eterno océano primordial y, por otro, el mundo envejecido; su cuerpo tiene propiedades regenerativas milagrosas. De vez en cuando —tal vez incluso todas las noches—, los grandes dioses, que envejecían como todo lo demás en el universo —aunque a un ritmo mucho más lento que los humanos—, abandonaban el mundo y entraban en la serpiente para rejuvenecerse.

En consecuencia, el uróboro egipcio protege al mundo de las aguas del caos que lo rodean y rejuvenece a todas las criaturas. Su función regeneradora se inspiró en las observaciones de serpientes que mudaron de piel.

Las imágenes de uróboros más antiguas conocidas reflejan estas ideas con mucha claridad. El segundo santuario en el lugar de enterramiento del sarcófago que contiene la momia de Tutankamón (el célebre faraón niño que gobernó en Egipto en el siglo XIV a.C.) lleva la imagen de Ra-Osiris, que combina las características del dios sol y el señor del inframundo. Hay hasta dos serpientes devorando sus propias colas en la misma figura: una alrededor de la cabeza de la deidad, la otra alrededor de sus pies. Esto significa, en primer lugar, que el cielo y el inframundo son dos extremos opuestos del mundo, y en segundo lugar, que las serpientes protegen a la deidad y provocan su renacimiento, tanto el Ra, que se levanta cada mañana, como Osiris, que renace en el inframundo.

Finalmente, la representación expresa el concepto del dios Ra-Osiris como el «Uno absoluto»; el principio y el final. A su vez, un papiro del siglo XI a.C. que perteneció a la sacerdotisa Herytuben muestra al Ra solar de niño en un círculo formado por el cuerpo de una serpiente uróboro. El dios-sol acaba de nacer por la mañana, regenerado en el cuerpo de la serpiente cósmica en la que entró por la tarde como un anciano.

Espacio-tiempo curvo

Esto nos lleva al final de nuestra historia, que por supuesto también marca el comienzo de la idea de una serpiente que se come la cola.

De esta forma particular, nació en el antiguo Egipto. Después de eso, basándose en otras culturas mediterráneas, impregnó la civilización griega y romana, y más tarde pasamos por las especulaciones medievales y modernas hasta la cultura de masas de hoy, terminando finalmente por encima del derrière de la agente Scully.

Las imágenes y conceptos más antiguos relacionados con los uróboros están sorprendentemente entrelazados con los descubrimientos más recientes. Erik Hornung, un destacado egiptólogo e investigador de la religión egipcia, enfatiza que una serpiente que se enrolla alrededor del mundo es un epítome perfecto de la teoría moderna del espacio-tiempo curvo. El uróboro anticipa esta hipótesis.

Jung habría encontrado esto de su agrado. La gente finalmente ha descubierto lo que sus mentes inconscientes han estado expresando durante siglos, en la forma de la serpiente cósmica sin fin.

Por Daniel J. Sax. Edición: MP.