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La opinión pública y las modas

Continuamente saltan a la opinión pública noticias y sucesos que tienen su importancia pero que los responsables de guiar a la sociedad, por supuesto con las correspondientes motivaciones, alargan en el tiempo, magnifican en contenidos, generalizan en importancia y hasta constituyen los asuntos, en lo que llaman ‘referentes’.

Ahora estamos viviendo, entre otros muchos, el auge de dos de esos ‘referentes’: los cambios en la Constitución y las consecuencias negativas del uso del azúcar, están de moda, han sido colocados por esos ‘alguienes’ en la agenda setting, y no hay tertulia, comentario, artículo de opinión o encuesta callejera, en la que no nos ‘coloquen’ ambos asuntos.

No se puede negar la más que razonable necesidad de modificar algunos artículos de la Constitución de 1978, como tampoco algunos efectos no deseables del consumo de azúcar, pero ni la modificación de la Constitución es mortal de necesidad, ni prohibir el azúcar es una decisión de vida o muerte.

Pero lo malo de que nos coloquen los asuntos con calzador, no es el hecho propiamente dicho, sino que la puesta en actualidad del asunto, deja al descubierto la verdadera naturaleza de lo que estamos tratando en el primer plano de nuestros afanes.

Es preocupante contemplar las encuestas callejeras en las que se interroga a los ciudadanos por la conveniencia de modificar la Constitución. Una vez pronunciado un sí, rotundo y sin lugar a dudas, al entrar en detalles, se comprueba el desconocimiento del texto, del articulado y hasta de la fecha de promulgación, sin que haya la menor alusión a nada que se parezca a una proposición concreta de lo que hay que reformar. O sea como los políticos. Ni idea.

Si la pregunta es sobre el consumo de azúcar, ocurrirá más o menos, lo mismo. Tras la afirmación rotunda de las maldades del producto, será imposible encontrar un solo razonamiento del por qué.

Y lo peor de todo es que siempre hay pescadores en el río revuelto de la agenda setting. En los dos asuntos que nos preocupan, a la vista está cómo quienes pretenden cambiar España, desmembrar nuestra unidad o sacar algún beneficio, aprovechan los aires de reforma constitucional para asar sus sardinas separatistas; y no menos ante nuestros ojos, observamos el apresuramiento del ministro de Hacienda, para subirse al carro que protege nuestra salud contra las maldades de los azúcares, para la cosa de los impuestos.

Dos ejemplos -distantes entre sí, en contenido y en importancia- pero ilustrativos de lo que las modas son capaces de hacer con la opinión pública.