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La relación de los OVNIs con los grandes apagones

En muchos casos ovni los testigos han reportado que al momento del encuentro cercano se produjo un corte de luz o una alteración en el funcionamiento de los aparatos electrónicos. Asimismo, la consecuencia de este tipo de interacciones no estaría limitada a incidentes aislados e individuales, sino que en algunas ocasiones los ovnis serían los responsables de apagones masivos en grandes ciudades. En este artículo, el investigador Scott Corrales nos amplía el tema.

Al hablar del fenómeno ovni y su supuesto impacto sobre el tendido eléctrico de nuestro mundo, la primera imagen que entra en nuestra mente es la del confuso electricista Roy Neary (encarnado por Richard Dreyfuss) respondiendo a un apagón masivo en la ruralía estadounidense durante una de las mejores secuencias de Encuentros Cercanos del Tercer Tipo. Su misión averiguar las causas del apagón de parte de su empresa de servicio público se convierte en una experiencia de contacto que cambia su vida por completo.

Pero la extraña relación que existe entre el cine y los apagones producidos por la presencia de aparatos desconocidos en nuestros cielos no acaba ahí: mientras que miles de estadounidenses visitaban cines en todo el país para presenciar el espectáculo cinematográfico llamado Independence Day (un rodaje parecido a La Guerra de los Mundos en el cual una civilización extraterrestre intenta apoderarse de la Tierra, antes de ser derrotada por heroicos pilotos terrícolas), se estaba produciendo un incidente que resucitaba el incómodo espectro de los «apagones ovni».

El 2 de julio de 1996, algo desconocido consiguió incapacitar los sistemas de comunicación y de potencia a lo largo de una región de once estados de la unión americana, desde Montana hasta Nuevo México. La reacción en cadena tuvo como consecuencia alucinantes problemas de tránsito, obligó a los centros médicos y a los aeropuertos a activar sus plantas de emergencia, y dejó consternadas a millones de personas en un caluroso día de verano.

Al día siguiente, los informes de prensa indicaron que el problema residió en tres líneas de transmisión de 500 kilovoltios, siendo que cada una iba desde las centrales hidroeléctricas en la zona del noroeste hasta los estados del suroeste. Las autoridades manifestaron que las tres líneas cayeron simultáneamente, pero no eran capaces de explicar lo sucedido. El resultado fue que mas de una docena de centrales eléctricas quedaron fuera de línea, junto con siete bombas en el acueducto del Río Colorado.

Un portavoz para Bonneville Power, empresa que administra el tendido eléctrico en el noroeste de los EE.UU., señaló que el problema estaba en Rock Springs, Wyoming, donde cuatro centrales de quinientos megavatios repentinamente quedaron fuera de línea. 1.2 millones de personas en Nevada, el oeste de Oregon, el sur de Idaho y el estado de California quedaron sin suministro eléctrico.

Joe Marshall de la Idaho Power Co. dijo en un cable de la Associated Press: «Probablemente fue una sobrecarga, o hubo alguna falla, pero nadie sabe a ciencia cierta lo que ocurrió».

La revista Newsweek citó a un funcionario anónimo quien declaró: «Podemos decir que no fueron los ovnis, y creo que tampoco fue obra de los hackers».

Pero la sospecha de que el fenómeno ovni pudo haber guardado alguna relación con el apagón no pudo eliminarse de la mente del público. Aunque no existen pruebas fehacientes que indiquen que el fenómeno haya sido la causa de los eventos, abundaron rumores en la Internet en cuanto a actividad ovni en Coeur D’Alene, Idaho (lugar conocido por sus avistamientos) y en otros puntos del tendido eléctrico nacional. Tal vez aún haya algo de cierto en el viejo dicho de que aquellos que olvidan el pasado están condenados a repetirlo.

El 9 de noviembre de 1965, 29 millones de almas en el noreste de los Estados Unidos y millones más en el Canadá quedaron hundidas en las tinieblas al ser afectada la electricidad por un fenómeno desconocido. A las 5:30 PM ese fatídico día, miles de aterrorizados neoyorquinos quedaron atrapados en los túneles de los trenes subterráneos y dentro de los ascensores en el corazón de los rascacielos. Veinticinco millones de personas pasaron aquella insólita noche en los recibidores de los hoteles de la ciudad, en bares, coches y museos. Ninguna instalación quedó ilesa, ni siquiera las bases militares.

El apagón se expandió como una mancha de tinta, en cuestión de minutos, desde la región de Niagara Falls a las ciudades de Buffalo, Rochester, Utica y las comunidades más pequeñas a lo largo de los Grandes Lagos. Acto seguido, abarcó los estados de Pennsylvania, Massachusetts, Connecticut, Nueva Hampshire y Vermont.

En una nación hundida en el temor de la Guerra Fría, en donde el recuerdo de la Crisis de los Misiles en Cuba aún estaba fresco, se temió en un principio que el apagón presagiaba la hecatombe nuclear. Un piloto comercial exclamó que el acto de ver la oscuridad que reinaba en la tierra que sobrevolaba su avión le hizo pensar que «había llegado el fin del mundo».

Estaciones radiales operando con fuerza de respaldo consiguieron tranquilizar a la población, aunque algunas noticias hacían referencias a «problemas sucedidos en el Norte» sin ofrecer nada concreto. Un instructor de aviación al norte de Syracuse, NY, dijo haber visto una colosal bola de fuego cerniéndose sobre las líneas de alta tensión de cuarto de millón de voltios pertenecientes a la estación de la empresa Niagara Mohawk en Clay, NY. Precisamente en ése momento, los operarios en la zona de Nueva York registraron una masiva arremetida de potencia hacia el norte, tal vez atraída por la «bola de fuego». Miles de testigos en las oscurecidas ciudades y comunidades rurales presenciaron esa tarde extrañas luces que surcaron el cielo impunemente.

Otros dijeron haber visto «bólidos» balanceándose sobre las líneas de transmisión mientras que mudaban colores desde el azul al verde y al anaranjado. Una hora antes de la interrupción del flujo eléctrico, dos pilotos de aviación civil Jerry Whittaker y George Croniger, afirmaron haber visto dos interceptores de la Fuerza Aérea persiguiendo dos objetos desconocidos.

La explicación oficial producida en aquel momento fue que la disyunción de un relé en la enorme central Sir Adam Beck No.2, ubicada unas cuantas millas al norte de Niagara Falls, había producido el apagón. Según los expertos, la disyunción alegadamente sobrecargó las líneas en EE.UU. y los detectores de carga no fueron capaces de funcionar según su diseño. Otro hecho que tampoco fue explicado satisfactoriamente.

El noreste de los EE.UU., presa de la oscuridad, fue un tema que despertó el interés mundial. No puede decirse lo mismo de los apagones que sucedieron después: semanas más tarde, Nuevo México, Texas y la República Mexicana quedarían a oscuras.

Dibujo de la antigua revista ‘Duda’, que dedicó un número en 1971 a los apagones generados por el fenómeno ovni.

El 3 de diciembre de 1965, Ciudad Juárez en México y las principales urbes del suroeste estadounidense fueron víctimas de apagones inesperados, mientas que Socorro, NM, la base aérea Holloman, y el campo de misiles White Sands y otras instalaciones de interés estratégico quedaban inservibles. La culpa recayó sobre un par de unidades defectuosas en algún rincón de Nuevo México; empero, testigos locales afirmaron haber visto un objeto resplandeciente sobre la central eléctrica.

Discusiones en torno a las medidas que podrían tomarse contra los apagones causados por los ovnis se hicieron sentir justo después de los eventos. Milton L. Scott, un investigador de Filadelfia, hizo la siguiente recomendación: «Podemos empezar por avisar a las empresas de servicio público del país sobre el peligro inminente de los apagones repentinos, y advertir a las centrales eléctricas que deben cerrar todos los interruptores dentro de su alcance si llegan a detectar un enorme sobretensión de procedencia desconocida desplazándose a lo largo de las líneas».

El físico James McDonald, apasionado apologista de la existencia de los ovnis hasta su trágica muerte, no dudó en afirmar que la fuente del apagón eran los no identificados.

Sudamérica también experimentaría apagones en masa, así como la gran oscuridad que arropó a Buenos Aires el 26 de diciembre de 1965. La mayor parte de la ciudad quedo a oscuras por espacio de siete horas sin plantas de emergencia disponibles a los círculos oficiales. Como resultado, la falta de comunicación con las autoridades causó un pánico tremendo entre la población.

Los investigadores argentinos supieron que, pocas horas antes del apagón, un artefacto volador no identificado fue observado por numerosos testigos, mientras volaba desde la ciudad de La Plata hacia Buenos Aires. Entre los sorprendidos se hallaba el doctor Juan Carlos Sánchez Boado, aficionado a la ufología, quien, en compañía de otro amigo, el sargento Gastón Salazar, permaneció durante algunas horas en las cercanías de Lomas de Zamora, en la carretera numero 2 que une ambas poblaciones. Desde allí, y a las 19 horas, consiguieron fotografiar el ovni cuando parecía retornar en dirección a La Plata.

Sin embargo, platívolos capaces de «chupar» energía ya se habían dado a conocer en América del Sur años antes: un resplandeciente ovni en forma de platillo voló pausadamente sobre la comunidad brasileña de Mogi Mirim en 1957, extinguiendo las luces a sus paso. Los espectadores pudieron observar zonas completamente negras directamente debajo del trayecto del ovni y otras zonas adyacentes en dónde la luz sólo se había atenuado. La situación se normalizó justo después de que el platívolo había abandonado la zona.

El testimonio de un abducido

El oficial de patrulla Herbert Schirmer, el malhadado protagonista del secuestro ovni de Ashland, Nebraska en 1967, presuntamente fue conminado por uno de sus anfitriones alienígenas a asomarse por una ventanilla: el policía pudo ver que la «nave espacial» en la cual se encontraba había extendido una sonda sobre un cable de alta tensión. Se produjo un fogonazo breve y la sonda empezó a alimentarse de electricidad a partir del cable.

Según contó Schirmer, los ovninautas le dijeron que tenían «dificultades en almacenar electricidad» y que el sobrante sería devuelto al cable de alta tensión.

¿Podría haber sido esta clase de operación la causal del Gran Apagón del Noreste, así como de otras averías de origen desconocido?

(Extracto del libro OVNIS-Entre sueños y quimeras, 2016).