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Nuestra herencia neandertal es mayor de lo que se creía

Los neandertales pasaron al hombre genes relacionados con los niveles de colesterol, la grasa que acumulamos en el abdomen, el riesgo de sufrir esquizofrenia y otras enfermedades.

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La primera secuenciación del genoma neandertal, dada a conocer en abril de 2010 por Svante Pääbo, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, reveló un dato científico que transformaría para siempre lo que creemos saber sobre nuestros orígenes como especie. Y no es otro que todos nosotros, con la excepción de los africanos, llevamos en nuestro ADN la huella de esos homínidos, con los que convivimos en Europa durante miles de años.

Ahora, un equipo de la misma institución, dirigido por Kay Prüfer, ha logrado secuenciar con altísima calidad el genoma completo de otro neandertal, en este caso una hembra que vivió hace 52.000 años en la cueva de Vindija, en Croacia. Los resultados, publicados en la revista Science, no solo confirman el legado que nos dejó la otra especie humana inteligente, sino que demuestra que es aún mayor de lo que se creía. Los genes que heredamos pueden tener una importante influencia en nuestros niveles de colesterol, la grasa que acumulamos en el abdomen, el riesgo de sufrir esquizofrenia y otras enfermedades.

En total, los investigadores ya han secuenciado cinco genomas neandertales, pero, hasta la fecha, solo uno dado a conocer en 2013 había aportado datos de calidad: un individuo encontrado en Siberia, conocido como el neandertal de Altái, que vivió hace 122.000 años en las montañas siberianas. Los otros tres, menos definidos, provienen de ejemplares hallados también en la cueva de Vindija y en la de Mezmaiskaya, en Rusia.

Cueva de Vindij, Rusia.

Cueva de Vindij, Rusia.

Esas investigaciones, especialmente la del individuo de Altái, han revelado dos docenas de variantes genéticas neandertales que nos influyen en el riesgo de alergias, depresión, lesiones de la piel, desórdenes inmunológicos, etc… Pero la nueva hembra de Vindija vivió más cerca que el de Altái al lugar y el momento en el que nuestros ancestros euroasiáticos se relacionaron con los neandertales, hace unos 50.000 o 60.000 años, quizás en Oriente Medio. Por ese motivo, su ADN puede ser aún más revelador.

En el nuevo estudio, el equipo analizó con éxito miles de millones de fragmentos de ADN de la que bautizaron como «Vindija 33.19». Y como era de esperar, su genoma está aún más relacionado con los europeos y asiáticos actuales que el de Altái. El equipo descubrió 16 nuevas variantes de genes que esa especie pasó al Homo sapiens, incluidos cambios en los genes ya conocidos por gobernar los niveles de colesterol y de vitamina D, y la influencia del riesgo —para mejor o para peor— de desarrollar desórdenes alimentarios, artritis reumatoide y esquizofrenia, además de la respuesta a drogas antipsicóticas.

No hay incesto

El genoma de «Vindija 33.19» ha ayudado a calcular cuánto tiene en realidad de neandertal cada grupo humano. Las personas de Asia Oriental poseen entre el 2,3% y el 2,6% de ADN neandertal, por lo que superan a los europeos y los de Asia Occidental, que presentan entre el 1,8% y el 2,4%. En total, porcentajes más altos de lo que se creía hasta ahora (1,5%-2,1%). El estudio confirma además que neandertales y humanos se hibridaron por primera vez hace más de 130.000 años, antes de que los neandertales de Croacia y Siberia se diferenciaran.

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También ha habido sorpresas. Hasta ahora se creía que las relaciones incestuosas eran comunes entre los neandertales, probablemente por vivir en grupos aislados. Los padres del ejemplar de Altái eran medio hermanos. Pero el nuevo estudio no encuentra patrones de incesto en el genoma de Vindija, por lo que quizás esa endogamia extrema no estaba tan extendida como se creía. Esto introduce aún más incógnitas en el motivo de la extinción de la especie, hace unos 40.000 años. «Probablemente eran menos robustos en su respuesta a la enfermedad, el hambre y los cambios en el clima», sugiere el genetista Tony Capra, de la Universidad Vanderbilt, en Nashville (EE.UU.), en un comentario que acompaña el estudio en Science.

En un estudio independiente publicado en la revista American Journal of Human Genetics, Janet Kelso, del Instituto Max Planck y que también ha participado en la investigación de Science, señala que nuestra herencia neandertal ha contribuido igualmente a otras características, como el tono de la piel, el color del cabello, los patrones de sueño, el estado de ánimo e incluso la predisposición a fumar de una persona.