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Oncología con nombre de mujer



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El cáncer es una de las enfermedades que más golpea en la actualidad, de ahí que contar con grandes especialistas sea fundamental para acabar con tantas muertes. La Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) celebra estos días en Madrid su congreso anual para dar a conocer los últimos hallazgos con un objetivo claro: reducir los casos a partir de 2025.

Por ese empeño velan cada día más mujeres aunque su trabajo sea poco visible, de momento. La iniciativa Women for Oncology, coordinada por la propia ESMO desde su creación formal en 2015, pretende apoyar a las oncólogas que desean desempeñar papeles de liderazgo y acabar con el desequilibrio de género entre los profesionales del sector médico.

“Primero, hay que mostrar que la situación existe y luego, intentar reducir ese sesgo entre hombres y mujeres, una diferencia que no entendemos y que no se sustenta en nada objetivo”, explica a Sinc Pilar Garrido, jefa de sección de Oncología Médica en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid y única representante española del comité de Women for Oncology.

“Estamos perdiendo el 50% de un liderazgo potencial por un sesgo de género. Y no nos lo podemos permitir”, subraya Pilar Garrido

Los últimos datos sobre la representación en el trabajo de las mujeres oncólogas –publicados en la sesión de ESMO del pasado 9 de septiembre–, muestran que mientras en el 63,7% de los equipos la persona responsable es un hombre, la mayoría de los miembros son mujeres (en un 59,6% de los grupos).

Más mujeres, menos jefas

“Es importante presentar cifras objetivas en las que quede patente que, en la realidad, sigue habiendo una diferencia de género. Así se pueden identificar aquellos factores sobre los que se puede trabajar”, añade Garrido, profesora también de la Universidad de Alcalá. “Por eso es tan importante tener números que demuestren que no es una simple percepción”.

En 2016, el comité de Women for Oncology inició su segundo sondeo sobre los retos relacionados con el género en oncología. Para la mayoría de los encuestados (tanto mujeres como hombres, 54,6% y 43,2%, respectivamente), la principal barrera que impide alcanzar la paridad de género es la falta de equilibrio entre trabajo y vida personal.

Tras ella, surgen otras dos razones menos evidentes, “aunque extremadamente importantes”, subraya Garrido. «Por una parte, el sesgo inconsciente; cuando tienes que elegir para una posición, muchas personas elegirían antes a un hombre que a una mujer, por distintos motivos. Y, por otra, la falta de autoestima. Es más habitual en mujeres pensar que no se tienen las capacidades para acceder a un determinado puesto”, recalca.

Pero enfrentarse a esos obstáculos no es sencillo, ya que las condiciones son distintas en cada país dentro y fuera de Europa. Además, se necesitan más estudios que expongan los problemas reales de las mujeres que ejercen la medicina y que presentan oportunidades viables de superar estas barreras.

El año pasado, la revista The Lancet publicó una revisión de 52 trabajos sobre el motivo por el que las mujeres eligen o rechazan una carrera en medicina. Los autores encontraron evidencia, no sin cierta polémica, sobre un mayor interés en la enseñanza que en la investigación. Además, en este último caso, los estudios pueden alentar sus carreras en medicina, que sufren una falta de mentores y modelos adecuados y que experimentan discriminación y sesgo de género.

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Pilar Garrido, única representante española de ‘Women for Oncology’. / Foto cedida por la investigadora

La conciliación, ¿el único problema?

Para Garrido, que fue presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la primera mujer en dirigir el Consejo Nacional de Especialidades de Ciencias de la Salud, la conciliación no es el problema más importante de este sesgo de género en esta disciplina.

“Es más una necesidad de reforzar la autoestima y la visibilidad. Creo en la evaluación de méritos, pero quizá en este momento haya que dar una primera oportunidad a una mujer antes que a un varón a igualdad de condiciones”, sostiene. “Por ejemplo, hay que revisar que en los congresos exista un número de ponentes mujeres representativo”, explica.

Las cifras al respecto son esclarecedoras. Si bien el porcentaje de mujeres ponentes en todos los congresos internacionales de oncología ha crecido desde 2004 hasta 2016, apenas supone el 28,6% del total de conferenciantes –la cifra alcanza en 37,6% en el congreso español (organizado por la SEOM)–. Es más, solo cuatro de las 37 sociedades internacionales de oncología analizadas tiene como presidente a una mujer.

“En EE UU hay también bastante preocupación”, confirma Garrido. “Existe un porcentaje mayor de oncólogas americanas en puestos de responsabilidad que europeas, aunque todavía el sesgo es enorme y no está justificado. Es necesario mantener una actitud proactiva en distintos ámbitos para hacer una labor de visualización de las mujeres”.

“En la actualidad no tenemos un número suficiente de mujeres en puestos de responsabilidad”, afirma la experta. “Estamos perdiendo la mitad del talento, el 50% de un liderazgo potencial. No se trata de perder mujeres, sino de perder a personas muy capacitadas para dirigir por un sesgo de género. Y no nos lo podemos permitir”, subraya.

Un futuro con las mismas oportunidades

La principal barrera que impide alcanzar la paridad de género en oncología es la falta de equilibrio entre trabajo y vida personal

En la encuesta realizada en 2016 y presentada en el marco del congreso ESMO en Singapur, ante la pregunta ‘¿Crees que hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades?’, el 77% de los varones consideraba que sí y el 65% de las mujeres pensaba que no.

Sin embargo, para Pilar Garrido el problema recae en la valoración que hacían al respecto las especialistas consultadas con menor rango de edad, en las que existía una mayor percepción de igualdad entre hombres y mujeres.

“Creo firmemente en las políticas de género y en la responsabilidad de visualizar que el sesgo sigue siendo un hecho y demostrarlo con números. Pero soy pesimista sobre el futuro porque las mujeres más jóvenes no perciben que haya una diferencia”, sostiene.

“El problema es que cuando vas cumpliendo etapas profesionales y compruebas que en realidad no posees las mismas oportunidades puede ser tarde para cambiarlo. Necesitaríamos que la conciencia de que el sesgo de género está aún patente la tuvieran desde generaciones menos veteranas”, concluye Garrido.

Iniciativas como Women for Oncology son un buen comienzo para ello. Sus miembros son conscientes de que hombres y mujeres tienen diferentes maneras de pensar. Pero en lugar de aspirar a un trabajo homogéneo, los expertos defienden que la diversidad de puntos de vista supone mejores resultados para la profesión y los pacientes.