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Piden a la NASA que «se tome en serio» la búsqueda de inteligencias extraterrestres

Un equipo de investigadores de la Universidad de Penn State, liderados por el astrónomo Jason Wright, pretende que la disciplina forme parte de la agenda oficial de la agencia espacial y cuente, por lo tanto, con financiación del Congreso norteamericano.

El equipo ha elaborado ya una serie de artículos en los que se sostiene la idea de que los científicos deberían buscar en el Universo una amplia gama de «señales tecnológicas» que puedan revelar la presencia de una civilización alienígena. Señales que podrían ser de radio, luminosas, de láser o incluso el calor residual dejado por las actividades tecnológicas de los supuestos ET.

La esperanza es que esos documentos sean aceptados por la NASA y se incluyan finalmente en un informe al Congreso de los Estados Unidos para finales de 2020 (Astro 2020: Decadal Survey on Astronomy and Astrophysics), en el que se decidirá el futuro (y la financiaciación) que recibirán la Astronomía y la Astrofísica durante la próxima década. Para ello, Wright y sus colegas quieren detallar cuáles son las prioridades de la comunidad de científicos que se dedican a ese tipo de investigaciones.

Hasta ahora y desde hace mucho tiempo, la búsqueda de inteligencias extraterrestres ha recibido muy escasa financiación, a todas luces insuficiente para abordar una búsqueda que tiene el potencial de cambiar por completo la historia de la Humanidad.

Una alta apuesta

«La apuesta es muy alta —afirma Wright—. Si el informe al final dice que estudios como los de SETI son una prioridad científica nacional, y que necesitan financiación de la NSF (National Science Fundation) y de la NASA, entonces se hará».

Las primeras investigaciones para buscar seres inteligentes «ahí fuera» comenzaron el la pasada década de los 60, cuando el astrónomo Frank Drake (el de la famosa ecuación) utilizó por primera vez un radiotelescopio, el de Green Bank, para buscar señales de radio procedentes de otros mundos.

La ecuación de Drake es una ecuación para estimar la cantidad de civilizaciones en nuestra galaxia, la Vía Láctea, susceptibles de poseer emisiones de radio detectables.

En 1985 la astrónoma Jill Tarter (que inspiró el personaje interpretado por Jodie Foster en la película Contact), fundó el SETI (Instituto para la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre). La NASA no aportó financiación alguna hasta 1992, pero la retiró apenas un año después debido a las reticencias del Congreso.

Fue después el turno de las instituciones privadas, que permitieron que el instituto fuera sobreviviendo. Y en 2015 llegaron los multimillonarios rusos Yuri y Julia Milner, que se unieron (y financiaron generosamente) la búsqueda de ET. En resumen, dice Wright, la búsqueda de «tecno firmas» fuera de la Tierra no ha llegado nunca a convertirse en una disciplina científica «seria» y con financiación gubernamental.

Convertir la SETI en un campo serio

«Si la NASA declarara la búsqueda de firmas tecnológicas como una prioridad científica —afirma el investigador— entonces podríamos solicitar dinero para poder seguir trabajando en ello. Podríamos capacitar a los estudiantes para que se dediquen a eso. Y nos pondríamos a la altura de los campos más maduros de la Astronomía».

Wright, que entró en SETI en 2014, ha tomado ya parte en varias investigaciones del Instituto, entre elllas el estudio de la famosa « estrella de Tabby», cuyos inusuales y aparentemente aleatorios oscurecimientos hicieron pensar a algunos investigadores que estaba rodeada por una «megaestructura extraterrestre» quizá destinada a absorber energía de la estrella.

Una supercivilización sería capaz de extraer energía de su estrella. Esta sería una de las tecnofirmas a buscar.

De lo que no cabe duda, dice Wright, es que durante los últimos cinco años la actitud de la mayoría de los científicos hacia la búsqueda de vida extraterrestre ha cambiado profundamente. Antes, trabajar como astrónomo en el SETI se consideraba un auténtico suicidio profesional y académico, cosa que ahora está dejando de suceder.

Sin ir más lejos, la propia NASA solicitó en 2018 un informe sobre qué se consideran «tecno firmas» y cómo buscarlas, algo que animó a los investigadores de SETI a pensar que la agencia espacial podría estar ya preparada para incluir, también, esta clase de investigaciones entre sus competencias. Ese informe, en el que también participó Wright, se publicó el pasado mes de Diciembre en arxiv.org.

La carrera de los exoplanetas

La situación de SETI también ha cambiado (a mejor) desde el lanzamiento del telescopio Kepler en 2009, que descubrió miles de exoplanetas durante sus años de misión, que terminó precisamente el año pasado. Algunos de esos mundos lejanos, en efecto, tienen ciertos parecidos con la Tierra, en incluso se ha sugerido que unos cuantos serían capaces de sustentar vida.

La «carrera de los exoplanetas», pues, ha causado además un notable incremento de investigaciones sobre biofirmas, signos externos de que alguno de esos planetas fuera del Sistema Solar no solo son «aptos», sino que efectivamente han conseguido desarrollar y mantener vida (aunque sea microbiana) en sus superficies. Y, para Wright, ambos tipos de búsqueda, la de biofirmas y la de tecno firmas, son como las dos caras de una misma moneda.

«La Astrobiología y la búsqueda de Vida —concluye Wright— se ha convertido en la parte más importante de todo lo que hace la NASA. Y el hecho de que no busque también vida inteligente se ha vuelto cada vez más incongruente con sus otras actividades».

Fuente: ABC.