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¿Por qué las cebollas hacen llorar?

Sí, a todos nos ha pasado. Es empezar a cortar una cebolla y que empiecen a brotar las lágrimas. ¿Pero a qué se debe este fenómeno? Una vez más, es todo una cuestión de química. Y para entender cómo y por qué se producen estas indeseadas y molestas lágrimas hay que ir paso por paso.

El origen del llanto

La cebolla (Allium cepa) es un vegetal que pertenece al género Allium, una categoría en la que se agrupan diferentes especies vegetales con un característico olor. Es el caso, por ejemplo, de los ajos, las cebolletas y los puerros, especies que también destacan por su intenso aroma y sabor.

En su proceso de crecimiento, todas estas plantas absorben un conjunto de nutrientes de la tierra entre los cuales destaca el azufre, un elemento químico muy abundante en la corteza terrestre y que a su vez se caracteriza por un intenso olor. Este componente es absorbido y transformado por los vegetales en aminoácidos sulfóxidos, un compuesto natural de azufre.

El corte radical

¿Pero entonces qué ocurre cuando cortamos las cebollas? En el momento exacto en el que empezamos a trocear este vegetal, conforme cortamos los trozos también partimos las células de las que se compone la cebolla. En este proceso de ruptura, las células partidas liberan compuestos químicos como encimas y aminoácidos sulfóxidos, entre otros. 

La parte más visible de este proceso es el líquido que se desprende al cortar las cebollas: un cóctel de químicos que se libera al partir las céculas de estos vegetales. Una de las características más destacadas de este compuesto es su alta volatilidad. Es decir, su capacidad de pasar rápidamente de líquido a gas. 

Las lágrimas

Cuando este compuesto en forma de gas alcanza nuestros ojos, los nervios sensoriales presentes en los globos oculares envían una rápida señal al cerebro alertando de la presencia del ácido. De esta manera, se avisa al sistema nervioso central de una posible amenaza para que reaccione de la manera más rápida posible e intente solucionar el problema.

En este caso, el cerebro envía una señal a las glándulas lagrimales para que se accionen e intenten eliminar el ácido que ha alcanzado los ojos. Un proceso que se tiene que producir en el menor tiempo posible para paliar con la sensación de escozor típica que se experimenta al cortar cebollas. Y es aquí donde empiezan las lágrimas.

¿Cómo solucionarlo?

Una vez ha quedado claro cómo se produce este fenómeno, la siguiente pregunta es cómo hacer frente a las molestas lágrimas que brotan cuando cortamos una cebolla. En este caso la respuesta es simple: hay que atacar el origen. Es decir, el ácido que liberan las células de estos vegetales.

Para ello, hay quienes sugieren que una buena opción es congelar la cebolla para minimizar la liberación de estos compuestos o al menos evitar que adopten su forma gaseosa. De ahí que al estar el agua del vegetal congelada sea más difícil que lloremos al cortar. Otras alternativas menos ortodoxas es utilizar gafas (como de buceo, por ejemplo) para evitar directamente el contacto entre estos ácidos y los ojos.