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Un cometa se acerca a la Tierra y podría brillar en el cielo de mayo tanto como la luna creciente

El cometa llamado Atlas fue descubierto en diciembre de 2019 y actualmente se encuentra cerca de la órbita de Marte, en su camino hacia el Sol. En su máximo acercamiento, a finales de mayo, podría volverse tan brillante como la luna creciente.

La última vez que los astrónomos amateurs tuvieron la oportunidad de ver un cometa a ojo desnudo fue en 1997, durante el paso del Hale-Bopp. Ahora podríamos estar a las puertas de una nueva oportunidad.

El nuevo objeto astronómico fue descubierto el 28 de diciembre de 2019 por el Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System en Hawái, y obviamente toma su nombre de las iniciales de este sistema. En aquel entonces se encontraba en la constelación de la Osa Mayor, a 439 millones de kilómetros del Sol y con un brillo muy débil, de magnitud 20 —eso es 398.000 veces más tenue que las estrellas que vemos a simple vista—.

Pero los cometas típicamente se vuelven más brillantes a medida que se acercan al astro rey. Se calcula que en su máxima aproximación, el 31 de mayo de 2020, Atlas se ubicará a menos de 38 millones de kilómetros del Sol. Tan prodigioso cambio en la distancia solar causará que el cometa aumente su luminosidad en 11 magnitudes, suficiente para ser visible desde la Tierra con un pequeño telescopio casero o con un buen par de binoculares.

Lo llamativo es que, desde su hallazgo, el cometa ha estado aumentando su brillo a una velocidad sin precedentes. El 17 de marzo, ATLAS ya tenía una magnitud de +8.5, cerca de 600 veces más luminoso que lo predicho. Como resultado, los astrónomos tienen grandes expectativas sobre este objeto, al punto que creen que existe la posibilidad que —si el cometa sigue manteniendo su comportamiento— pueda incluso alcanzar ¡el brillo de la luna creciente y rivalizar con el mismísimo Venus!

Linaje famoso

Otro factor importante para mantener las esperanzas altas, es que su órbita es casi idéntica a aquella del llamado Gran Cometa de 1844. Al igual que este, Atlas sigue una trayectoria que requiere 6.000 años por órbita y lo lleva más allá de los límites del sistema solar, a casi 92.000 millones de kilómetros del Sol. Probablemente, en el muy remoto pasado, un cometa mayor ocupó la misma órbita, pero se fragmentó en varias piezas —incluyendo el cometa de 1844 y el Atlas—.

Pero cualquier comparación es peligrosa. El cometa de 1844 no fue descubierto hasta poco después de su perihelio, por lo que no tenemos idea de su comportamiento previo en cuanto a luminosidad. Por otro lado, esa es toda la información que tenemos sobre Atlas hasta el momento, y no seremos capaces de observarlo en plenitud hasta que se acerque al Sol.

Y no nos olvidemos que algunos de los cometas en el pasado tenían la palabra «gloria» escrita en ellos, y resultaron ser verdaderos fiascos astronómicos, por ejemplo: cometa ISON (2013), cometa Austin (1990), y cometa Kohoutek (1974).

Posición del cometa Atlas (C/2019 Y4) durante los próximos meses. Fuente: aerith.net.

Esta imprevisibilidad de los cometas es algo de larga data. Los astrónomos utilizan fórmulas especiales para intentar anticipar que tan brillosos se volverán. Lamentablemente, el comportamiento individual y las características son tantas variadas como las personas: no hay dos iguales.

«El observar el desarrollo de Atlas va a ser una buena distracción para estado actual del mundo. Por una buena salud y cielos despejados», concluye Carl Hergenrother, un asiduo observador de cometas en Arizona.

Fuente: Space.com.