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Una miniluna de la Tierra cayó recientemente en el desierto de Australia

Bolas de fuego explotan en la atmósfera terrestre todo el tiempo, usualmente sin ser nada especial. Pero un meteoro que explotó sobre el desierto australiano en 2016 podría ser algo más que una simple roca espacial.

Gracias a una red de cámaras que monitorean los cielos, llamada Desert Fireball Network, astrónomos han podido determinar que la velocidad y trayectoria del bólido detectado corresponde con la de un objeto que estuvo orbitando nuestro planeta antes de precipitarse a su fogoso destino; un fenómeno conocido como «orbitador capturado temporalmente» o, coloquialmente, miniluna.

Hay un montón de rocas allí afuera, pasando cerca de la Tierra, por lo que es lógico que algunas de ellas tarde o temprano penetren la atmósfera. La mayoría terminan como bólidos —meteoros que explotan en el aire antes de tocar la superficie—. (Esto último se debe a que la alta presión frente al meteoro se filtra en grietas de la roca, incrementando su presión interna y produciendo que la roca se rompa en fragmentos).

Sin embargo, cada tanto, uno de estos asteroides es capturado por la gravedad de nuestro planeta por un tiempo limitado, en un evento que es especial por su poca frecuencia: de acuerdo a simulaciones computacionales con 10 millones de asteroides virtuales, solo 18.000 terminaron siendo capturados en órbita (i.e. 0.18 % de las veces).

Y si bien no se sabe exactamente cuántas de estas rocas espaciales están cerca, su número se estima en millones, aunque por su reducido tamaño y oscuridad, hasta ahora solo 21.495 han sido identificadas. Dificultad que también se aplica para las minilunas.

Antes del bólido protagonista de esta noticia, solo se habían visto dos minilunas de la Tierra: un asteroide llamado 2006 RH120, que orbitó el planeta de 2006 a 2007; y un bólido en enero de 2014, con una velocidad lenta que indicaba un origen orbital.

El hallazgo

Con seis cámaras cubriendo cientos de kilómetros a lo largo del desierto de Australia, el bólido que cruzó el cielo el 22 de agosto de 2016 fue observado en gran detalle. Los investigadores, liderados por el científico planetario Patrick Shober de la Universidad Curtin, fueron capaces de determinar la velocidad del objeto: «apenas» 11 kilómetros por segundo, y con una trayectoria casi vertical.

La velocidad lenta indica que el objeto estuvo orbitando la Tierra, y el ángulo descarta que se trate de escombros de algún satélite artificial. En base a los cálculos del equipo, hay un 95 % de probabilidades que se haya tratado de una miniluna.

Los autores esperan que su estudio ayude a entender por qué algunos asteroides son capturados en la órbita de la Tierra.

Hay una buena razón por la cual hallazgos como este son más que interesantes. Por ejemplo, enviar una sonda a estudiar un asteroide es una tarea costosa y que consume valioso tiempo debido a las vastas distancias. Si el objeto de estudio estuviera en la órbita terrestre, aunque sea por un periodo breve, entonces sería más fácil ejecutar la misma tarea.

Obviamente no es posible enviar una sonda hacia una roca que ya ha explotado en la atmósfera, pero podemos investigar los bólidos para intentar averiguar cómo y cuándo algunos asteroides son capturados en órbita. A este respecto, el equipo reporta que hay un largo camino por recorrer todavía: «Nos dimos cuenta que el tiempo, velocidad, eje semimayor y mecanismo de captura, varían anualmente. La mayoría de las capturas ocurren durante el afelio y perihelio de la Tierra».

«También descubrimos que la probabilidad de captura que ocurre como resultado de un encuentro lunar cercano, varía de acuerdo al mes lunar del evento», añaden en el estudio publicado en The Astronomical Journal.

Esas son un montón de variables a tener en cuenta. No obstante, con más telescopios en línea en el futuro cercano, es posible que más bólidos minilunas sean descubiertos, ayudando así a construir una imagen más completa del fenómeno.

Fuente: ScienceAlert.