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Arranca la Seminci 61

Crónicas de la Seminci

Es la Seminci el primer festival en el que se comienza a sentir el frío del invierno. Su programación suele incitar también al recogimiento a través de dramas que en su mayoría ofrecen una mirada social y reivindicativa hacia los males de nuestro tiempo. Todo bastante serio y reconcentrado, aunque en los primeros días también pudimos disfrutar de algunas películas que toman una cierta distancia y utilizan la ironía como arma de lucha contra el hastío.

Beatriz Martínez (Valladolid)

TRAUMAS FAMILIARES

La ópera prima de reputado dramaturgo Miguel del Arco que se encargó de inaugurar la 61 edición de la Seminci, ‘Las Furias’, es toda una declaración de intenciones por parte de un creador inquieto a la hora de poner en imágenes un universo particular que intenta desafiar las normas prestablecidas a través de un catártico ejercicio de estilo.

El director se encarga de subvertir las convenciones de las que se nutre el cine de reuniones familiares a través de un dispositivo de base teatral en el que se mezcla de forma gozosa e imprevisible la más variada paleta de géneros que nos lleva desde la intensidad de la tragedia, el más delirante esperpento y la corrosiva mirada acerca del vacío, la desorientación y la locura que anida en nuestra sociedad.

Del Arco apela a los mitos clásicos para contextualizar las pasiones y las debilidades humanas de unos personajes al borde del abismo que acumulan en su interior los miedos y las frustraciones inherentes a nuestra condición. Esas miserias que ya estaban presentes en las obras fundacionales de los autores grecolatinos que vuelven a adquirir en nuestro presente un carácter alegórico de una rotunda contundencia expresiva.

Una película libre, rabiosa e incómoda en torno a la identidad familiar, las heridas del pasado y su herencia envenenada, repleta de lecturas sobre el derrumbe de los valores en momentos de crisis, que no elude escarbar en las zonas más turbias de un puñado de seres condenados por el peso de sus propias conciencias interpretados por un reparto coral en estado de gracia.

VIOLENCIA EN EGIPTO

El director Mohamed Diab, uno de los exponentes más reivindicativos del cine actual egipcio, presentó ‘Clash’ en Valladolid tras su paso por Un Certain Regard de Cannes. Un furgón de presos recogidos en una de las muchas manifestaciones ocurridas durante los disturbios tras el golpe de estado del ejército en el 2013, le sirve al director como único escenario claustrofóbico para representar las tensiones ideológicas entre una población dividida y enfrentada dentro de un clima de violencia y crispación irrespirable. El odio religioso, el fanatismo, la tiranía de la barbarie y la cerrazón doctrinaria contra la libertad de un pueblo oprimido se visualizan a través de una cámara que nos sumerge en las entrañas del horror más visceral y deshumanizado. Lástima que la premisa y la apuesta formal se agoten rápidamente quedando su discurso lastrado por la repetición de ese caos informe que supone la experiencia inmersiva sobre la que se sustenta todo el dispositivo visual y narrativo.

HORROR EN EL CONVENTO

A partir de las memorias de una enfermera destinada durante la II Guerra Mundial a Polonia, Anne Fontaine se aproxima en ‘Las inocentes’ al conflicto bélico a través de las atrocidades que se cometen con total impunidad durante su transcurso, cuando no existe ningún tipo de ley ni divina ni humana que sirva de contención a los peores instintos. En un convento, una serie de religiosas, tras haber sido violadas, comenzarán a dar a luz unos hijos nacidos dicha agresión sexual. La directora explora el sentimiento contradictorio de estas mujeres alrededor de la maternidad, al mismo tiempo que ahonda en el conflicto de fe que se genera. Una película de una impoluta sobriedad, fría por fuera pero llena de turbulencias internas por dentro, al igual que esas novicias incapaces de expresar sus sentimientos en una atmósfera mortecina de contención tan serena como desasosegante.

LA PESADILLA DEL ÉXITO

‘El ciudadano ilustre’ venía precedida por su éxito en Venecia y por la concesión de la Copa Volpi al actor Óscar Martínez. Los directores Gastón Duprat y Mariano Cohn utilizan la figura ficticia de un Premio Nobel de Literatura que en un momento de crisis creativa regresa al pueblo de la Argentina profunda donde se crio y en el que ha basado parte de su imaginario creativo. El choque entre el hombre de éxito y un lugar estancado en la memoria y en el tiempo sirve para configurar una espléndida comedia de espíritu mordaz y afilado que se encarga con cinismo de escarbar en las miserias de todos los implicados: por una parte, a través del elitismo y la superioridad de la mirada del célebre escritor y por otra, poniendo de manifiesto la cerrazón moral y la naturaleza atávica de los habitantes de la localidad. Muchas dosis de vitriolo para una película que utiliza el humor negro como arma para explorar las contradicciones y la hipocresía de sus personajes desde un punto de vista distanciado y crítico.