Carlota Corredera sigue imponiendo su opinión sobre Rocío Carrasco a cualquier colaborador. Ayer le tocó a Antonio Montero.
Carlota Corredera sigue imponiendo su opinión sobre Rocío Carrasco a cualquier colaborador. Ayer le tocó a Antonio Montero. Este indicaba que si Jesulín era un mal padre con Andrea, Rocío Carrasco era una mala madre.
Corredera, que sigue sin decir absolutamente nada del trato vejatorio de Jorge Javier Vázquez a Olvido Hormigos o a Aramís Fuster (entre otros casos), comentaba que «No voy a permitir que este señor se permita el lujo de llamar mala madre a Rocío Carrasco después de todo lo que ha contado. No lo voy a permitir. Si él se queda en plató yo me voy. Se acabó. Esto no es un juego».
Lo que tampoco es un juego es grabar unas imágenes específicas para el final de un documental en una especie de epílogo y montar la que se montó ayer en Chipiona. Corredera, que parece hermana de Carrasco últimamente, fue masacrada en las redes sociales por su totalitarismo y por defender, exclusivamente, a Rocío Carrasco. ¿Va a opinar algo de Raquel Bollo o de las entrevistas que concedió Chiquetete a Telecinco?
Como bien le dijo Diego Arrabal, otro que ha tenido que irse por no comulgar con lo que la cadena del rey del bunga-bunga le impone, a Montero «Te recomiendo mucha calma, recuerda que después de la tormenta siempre sale el sol. Cuando una puerta se abre, se abren otras mil. Ánimo amigo».
Pues eso, que esperemos que el feminismo de salón de algunas no se quede en la protagonista de una serie. De hecho, como bien indicaba Gema López «en los debates falta pluralidad» añadiendo que «se critica a Olga y a la niña, pero a ambas se les está pagando». Ya veremos por dónde revienta el tema, pero la caída en picado de la audiencia de Sálvame solo permite presagiar el final de un formato ajado y destrozado por unos y por otros.
