Inicio Chiiist! Debate Glamour: ¿bodas con o sin niños?

Debate Glamour: ¿bodas con o sin niños?


No por ser cada vez más comunes dejan de sorprender: es habitual recibir invitaciones de boda en las cuales se añade una breve frase, con una tipografía algo menor, especificando que se trata de un evento solo para adultos. Es decir, que los contrayentes no quieren niños en su evento. Una petición bastante controvertida ya que puede llegar a ofender a algunos de sus invitados en muchos sentidos.


Se trata de un deseo expreso de los novios. ¿Es tan difícil de entender que una pareja quiera celebrar su boda simplemente como le apetece? En absoluto, pero el aumento de esta especificación en las invitaciones pone de manifiesto un fenómeno realmente preocupante: la adultización de esta sociedad, que pretende excluir a los niños de gran parte de los acontecimientos que suceden en ella.


Ya nos hemos acostumbrado a los hoteles solo para adultos. También a los vagones de tren en silencio que no admiten niños. Los vuelos childfree ya han empezado a levantar ampollas. Es obvio que a nadie le apetece tener a un crío llorando durante varias horas a su lado; los propios padres tampoco están muy a gusto en estas situaciones. Sin embargo, los lloros, las rabietas, los pañales sucios, los gritos y un largo etécera de ‘incomodidades’ forman parte de la infancia, y la infancia es parte de la sociedad.


Aunque suene a tópico, los niños son el futuro. Cuando la baja la natalidad, la curva demográfica de los países adquiere una pendiente muy peligrosas. Parece obvio que tener hijos es necesario para la supervivencia de una sociedad pero no tanto que ellos tienen que estar integrados dentro de ésta, viendo estas nuevas tendencias que los excluyen. El ser niño tiene facetas de todo tipo: emocionantes, divertidas, increíblemente felices… Pero también esas otras que no todo el mundo está dispuesto a tener cerca si bien son parte de este ‘pack’.


Las bodas childfree forman parte de un fenómeno realmente preocupante: la adultización de esta sociedad, que pretende excluir a los niños de gran parte de los acontecimientos que suceden en ella.


‘SI NO INVITAS A MI HIJO, TAMPOCO ME INVITAS A MÍ’


Es comprensible que cada pareja quiera celebrar su enlace como quiera, pero también tiene que pensar en las circunstancias de sus invitados. Esa frase de ‘solo para adultos’ puede suponer problemas de todo tipo: desde logística (no todo el mundo dispone de un cuidador) hasta sentirse excluidos ellos mismos por extensión.


Además, se está presuponiendo que sus invitados con hijos no son capaces de comprender cuál es el lugar apropiado para sus pequeños y cuál no. Por ejemplo, los padres no suelen llevarse a sus hijos de corta edad a bodas de noche, que terminan en plena madrugada y muchas veces se prolongan hasta la mañana; ninguna de las dos partes disfrutaría demasiado. Por otra parte, muchos padres ya son conscientes de que nadie se lo va a pasar en ciertos eventos si van con sus hijos así que deciden dejarlos en casa motu proprio. Que ya se lo indiquen en la invitación puede resultar, de nuevo, ofensivo.


¿Cuál sería la solución? Advertir a los invitados de una manera más sutil, quizá en persona o por teléfono, no dejándolo impreso en una cartulina para la posteridad.



APRENDER A SER ADULTOS RODEADOS DE ADULTOS


La infancia es un continuo aprendizaje para convertirse en adulto. Y eso solo se consigue si se está integrado dentro del mismo grupo social que el resto de tus padres y familiares, y se puede participar de las mismas actividades que ellos. Si apartamos a los pequeños de ese grupo se perderán parte del aprendizaje.


Los niños siempre han estado presentes en las bodas aunque en algunos momentos ellos mismos estarían deseando irse a casa: ¿quién no ha visto a algún pequeño intentando dormir en un rincón o en brazos de sus padres? Quizá los novios se quieren ahorrar escenas más comprometidas que éstas. Pero, una vez más, forman parte de la vida.


Existen países históricamente child friendly: Noruega, Suecia y Dinamarca son conocidos por poner todo tipo de facilidades a los padres y por aceptar a los niños casi en cualquier lugar. Sus ciudades están llenas de vados y rampas para facilitar el acceso de carritos, sus establecimientos públicos disponen de rampas y ascensores, hay cambiadores en todos los lavabos públicos (¡masculinos y femeninos!)… En definitiva, viven en sociedades muy integradoras con las familias y, a la vez, son las más avanzadas e igualitarias del mundo.


Lo cual nos da que pensar: ¿no es todo un paso atrás excluir a los niños?