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Diego Martín desvela las claves de la Edad de Oro de las series: «guión, guión y guión»

Damien Lewis en 'Billions'
Damien Lewis en ‘Billions’

Billions y ‘Velvet’. Dos grandes series actuales de las que podemos disfrutar. La primera es americana y una de las grandes apuestas de la temporada de Movistar +. Y la otra es española, de Antena 3 TV. Y las dos comparten un tipo de personaje “manipulador, frío, inteligente y de carisma y atractivo innegable”, según nos explica Diego Martín en este texto, quién da vida al tiburón de los negocios Enrique Otegui en la serie de Antena 3, y lo compara con el personaje de Damien Lewis en la estupenda ‘Billions‘. Un texto sobre que es ser actor, sobre crear un personaje, sobre la importancia de un guión sólido. Como es el caso de estas dos ficciones televisivas de altura.

SOBRE EL GUIÓN

«Seré muy prosaico y desmitificador, pero hablar de ‘Billions‘, y en concreto de la interpretación de Damien Lewis -o de la mía en ‘Velvet’-, e incluso atreverme a establecer posibles similitudes, se reduce a lo que por encima de directores, ambientación, presupuestos y evidentemente actores, es para mí la clave de esta edad de oro de las series televisivas: guión, guión, guión. Y la series ‘Billions‘ y ‘Velvet’ tienen un gran guión. Así que desengañémonos: Los actores no somos tan importantes, a no ser que el guión decida que lo debemos o podemos ser, o que algún monstruo de la interpretación conocido o por conocer se saque de la chistera una interpretación memorable… algo en lo que también ayuda un buen guión.»

SOBRE EL CANIBALISMO PERSONAJE/ACTOR

«Además de métodos, estudios, intuiciones, preparación, coaches, retiros a monasterios cistercienses o -en el caso de ‘Billions‘-, poder entender y dominar el fascinante mundo de los fondos de inversión, el actor cuenta con que el guión sea el corpus de su trabajo, la muleta en la que apoyarse y el Dios al que servir,… aunque a veces nuestra fe se tambalee rodando. Y cuenta también, incluso reza, para obtener la complicidad del espectador.

Uno comprende que se nos identifique con el personaje, y que cueste mucho despegarnos de él. Así, podemos imaginar al Sr. Axelrod (Lewis en la serie ‘Billions‘) entre millón gastado y millón especulado, encontrando un ratito para refugiarse en una sala de sus inmaculadas instalaciones para sacar una alfombrilla y entonar un «Allahu akbar»: tanto es el peso que su Brody de ‘Homeland’ dejó. «

Diego Martín como Enrique Otegui en 'Velvet'

Diego Martín como Enrique Otegui en ‘Velvet’

SOBRE LOS PERSONAJES

«Podríamos hablar de dos personajes, el suyo en ‘Billions‘ y el mío en ‘Velvet’ (Damien y yo nos ponemos en la misma frase, qué pasa) que se gustan en el poder, para los que el mundo es un tablero de juego donde compañeros, amigos, prensa, enemigos, leyes, familiares o empresas, no son más que peones para ganar la partida. O simplemente porque se aburren si no tienen un rompecabezas que desentrañar. Hay una miríada de personajes así en la televisión reciente: manipuladores, fríos, inteligentes, titiriteros humanos, de carisma y atractivo innegable para los demás personajes de la serie, y en último término para el espectador.

En el caso de mi personaje en ‘Velvet’, su pulso es más solitario. En el de Bobby Axelrod en ‘Billions‘, es un duelo en ‘Ok Corral’, un Billy El Niño que huye del Pat Garrett más maravilloso y lleno de aristas que hayamos tenido: hablamos de un enorme Paul Giamatti que nos da un sheriff impagable, no virtuoso precisamente, sino repleto de oscuridad y placeres culpables.

Al final, qué importa que para desplegar esta caza del gato y el ratón Damien haya pasado un mes en Wall Street o Paul esté listo para ser Fiscal del Estado; si son inteligentes de verdad o nos creemos que lo son. Qué importa que lo que vemos sea así en el mundo real, o simplemente sea verosímil. Yo no quiero que el mago me explique el truco, prefiero la ilusión. Lo que interesa, creo, es la creación de un mundo, de un universo propio donde perdernos con ellos, una atmósfera con normas propias, donde instalarse tanto los actores como el espectador. Y creo que eso, tanto en ‘Velvet’ como en ‘Billions‘, se consigue.

Importa la caza, lo que dicen, lo que no dicen, lo que sienten, las migas que el guión va dejando y que construyen el camino que nos engancha (o no) irremisiblemente. Y aunque el diablo esté en los detalles y tengamos el deber de que cada elemento esté a la altura para satisfacer los paladares cada vez más exigentes que va teniendo el espectador de series, el resto es decorado. Guión, guión, guión.»