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Gran Hermano nos vigila

‘Snowden’ se estrena el 14 de octubre

Edward Snowden hizo real la paranoia orwelliana al revelar que, tras el 11-S, los servicios secretos estadounidenses rastreaban la información de todo el mundo. En ‘Snowden’, Oliver Stone se pregunta quién es realmente ese informático flacucho y paliducho que no parece un héroe

Con la boca no cerrada. Chivatos de cine

Philipp Engel

Joseph Gordon-Levitt
Joseph Gordon-Levitt, sosteniendo el cubo de Rubik que Edward Snowden utilizó para ser reconocido por los periodistas.

Oliver Stone y Edward Snowden estaban condenados a conocerse. El cineasta es el Pepito Grillo del Sueño Americano, ya sea por meter el dedo en la llaga de Vietnam (‘Platoon’, ‘Nacido el 4 de julio’), brindar el perfl menos favorecedor de algunos presidentes (‘Nixon’, ‘W.’), o por rodar entrevistas con personalidades incómodas para el Imperio, como Fidel Castro (‘Comandante’) o Hugo Chávez (‘Mi amigo Hugo’). Snowden, que durante un tiempo no fue más que un anónimo analista de la Agencia de Seguridad Nacional, abandonó su trabajo, su patria y su familia, para protagonizar el más grave caso de fuga de datos en la historia de Estados Unidos, con el único fin de denunciar que la NSA no sólo espiaba a aquellas personas susceptibles de estar relacionadas con el terrorismo, sino que recababan indiscriminadamente toda la información captada por su potente radar. En tres palabras: estamos todos vigilados.

Habitación 1004

El fi lm de Stone retrata por supuesto el momento en el que Edward Snowden (al que da vida un Joseph Gordon-Levitt que se le parece bastante) se reunió, tras intercambiar correos encriptados, con la documentalista Laura Poitras y dos periodistas en la habitación de un lujoso hotel de Hong Kong para revelarles secretos de estado. Pero también, o sobre todo, el film se pregunta cómo un joven, nacido en una familia de militares y de convicciones tirando a conservadoras, se atrevió a dar un paso semejante, arriesgando su vida y sin posibilidad de vuelta atrás. «Quería explorar lo que ocurría en la mente de Snowden», ha dicho Stone, «aunque el personaje sigue siendo un auténtico misterio.» Con el fin de intentar resolverlo, Stone viajó a Moscú para conocer a Snowden, y puso a su guionista Kieran Fitzgerald a trabajar en dos libros (inéditos en nuestro país): el del periodista de The Guardian Luke Harding y el de su abogado ruso Anatoly Kucherena.

Con estos elementos, Stone tenía lo que le interesaba: la posibilidad de un buen drama en torno a un joven bien situado que lo deja todo por un ideal. En algún sentido, Snowden se parece a Ron Kovic, el personaje no menos real en el que se basa ‘Nacido el 4 de julio’ (1989): Kovic era un chaval de Long Island que creía en la Guerra de Vietnam y fue allí a luchar. Pero se desilusionó, y volvió a su patria para protestar contra la guerra. Al final se le ha considerado como un héroe, aunque no sé si acabará pasando lo mismo con Snowden, dada la gravedad de las acusaciones que pesan contra él.» Gordon-Levitt, que se declara fan de Snowden, añade: «Si vuelve, será juzgado como espía. Es decir, un juicio secreto, sin Jurado, y puede que la pena capital…»

Shailene Woodley

Shailene Woodley encarna a la novia de Snowden.

La chica que quedó atrás

Stone reconstruye los últimos diez años en la vida de Snowden, su paso por el ejército, la Guerra de Irak y el fatal accidente que le derivó a los Servicios de Inteligencia, primero, la CIA, y luego, la NSA. Y, sobre todo, nos habla de Lindsay Mills, la novia que Snowden dejó atrás y que, para Stone, «es clave para entenderle», o por lo menos para intentarlo. «Hacer una película sobre un informático, no me entusiasmaba, así que hice que la chica, interpretada por Shailene Woodley, llevara el peso del macho alfa.»

Conforme y aprobado

A riesgo de irritar, una vez más, a las autoridades de su país, Stone tiene al menos la aprobación del interesado que sella su conformidad con un cameo en la escena final. Cuando el realizador presentó el film en la pasada Comic-Con, comparó el cameo con uno de Donald Trump que, al final, se cayó del montaje de ‘Wall Street’ (1987). El propio Snowden, que hizo su aparición vía satélite, no se mostró demasiado cómodo con la comparación, ni con la mera idea de una película sobre él («soy un defensor de la privacidad»). Stone matizó lo primero: «Con los dos tuvimos que rodar ocho o nueve tomas, pero la diferencia es que Ed pecaba de ansioso, mientras que a Donald lo que le mataba era un exceso de seguridad. Después de cada toma, acababa saltando y gritando ¿no estuvo genial? Honestamente, Donald, no.»