María Jiménez demostró ayer que es totalmente incorregible y que se pasa lo políticamente correcto por el mismísimo arco del triunfo.
María Jiménez demostró ayer que es totalmente incorregible y que se pasa lo políticamente correcto por el mismísimo arco del triunfo. La artista convirtió lo que iba a ser una entrevista sobre su paso por el hospital y sobre su rehabilitación en una alegre charla entre amigos logrando conquistar al público.
Habló de su vida sexual, «ya no me funciona», presente y pasada sin filtro alguno. Contó algún que otro chiste subido de tono y confirmó que su personalidad arrolladora sigue intacta.
Sin embargo, supo ponerse seria para reconocer que hace 40 años hizo la legendaria gira por el referéndum andaluz y que todavía no le habían dado la medalla de Andalucía (algo que de los que hicieron esa gira solo tiene Camarón ya que los restantes- Tabletom, Silvio y Pata Negra- siguen sin tenerla). No dudó en indicar que no vota desde hace 40 años porque no le da la gana.
Recibió la llamada de Eugenia Martínez de Irujo a la que prometió que iba a invitar a su cumpleaños el próximo 3 de febrero. Tras preguntar, en varias ocasiones, que cuándo se acababa aquello, entró a comentar la relación de Edmundo Arrocet con María Teresa Campos.
Indicó que había trabajado con el humorista durante un año y que es «un encantador de serpientes y un putañero». Le aconsejó a María Teresa quedarse con lo bueno de la relación y le recordó que «En este país no se vende un disco, ¿quién te ha engañado para grabarlo?». María volvió a demostrar que ha logrado vencer a la muerte. Tenemos ganas de que presente su nuevo disco y de verla sobre los escenarios. Su leyenda sigue más viva que nunca. Larga vida a La Jiménez.
