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Susana Casares: 'La infancia y la adolescencia marcan la percepción que tenemos del mundo y nuestra posición en él'

Entrevista con la realizadora de ‘Tryouts’ y ‘La invitación’

Hablamos con Susana Casares, realizadora de ‘Tryouts’ (2013) y ‘La invitación’ (2016), inteligentes cortos que, entre otras cosas, nos hablan de esos retos que, en la infancia y la adolescencia, nos acaban definiendo como personas. 

Philipp Engel.

Susana Casares rodando 'La invitación'.
Susana Casares rodando ‘La invitación’.

¿Cómo fue eso de irte a hacer las Américas, y cómo te han tratado los states?

Llegué a Los Ángeles hace ocho años para estudiar un Master en dirección en la UCLA gracias a una beca de La Caixa. En estos años ha habido de todo pero, a nivel profesional, la experiencia ha sido increíble. Los Ángeles es una ciudad que ama el cine y, a pesar del infierno en el que a veces se puede convertir, también es un lugar en el que la gente bien posicionada en la industria es extremadamente generosa con los nuevos cineastas. Así he tenido la suerte de aprender de primera mano de directores como Rodrigo García, Alexander Payne, Mike Mills, Lynne Ramsay, Werner Herzog o Jamie Babbitt. Estar entre L.A. y Europa también me ha permitido conocer dos formas muy distintas de trabajar y desarrollar un lenguaje creativo que se mueve entre la sensibilidad norteamericana y la europea.

Con ‘Tryouts’, tu anterior corto, rodado en USA, incluso conseguiste un Emmy de estudiante.  

Sí, me abrió muchísimas puertas. He podido trabajar para instituciones como la Bill & Melinda Gates Foundation o el Sundance Institute, y he recibido el apoyo de HBO, del Tribeca Film Institute, o de la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, que organiza los Globos de Oro.

A menudo pienso que es una pena que cortos como ‘Tryouts’ no tengan mayor visibilidad online, porque por su brevedad es un formato ideal para la red.

Totalmente de acuerdo. Y también es un formato ideal para la capacidad de concentración deficitaria que caracteriza la sensibilidad contemporánea. Por desgracia, los acuerdos de distribución con televisiones o con plataformas educativas a los que está sujeto ‘Tryouts’ me han impedido hasta ahora ponerlo en abierto en la red. Pero espero poder hacerlo en los próximos meses.

 

Tanto ‘Tryouts’ como ‘La llegada’ presentan a niñas o adolescentes que tiene que pasar una prueba o sacrificio para entrar en el grupo. ¿Te obsesiona ese periodo de nuestras vidas?

La adolescencia y la infancia me parecen etapas clave para entender el comportamiento en la edad adulta, ya que marcan la percepción que tenemos del mundo y nuestra posición en él. Mis personajes tienen una experiencia vital que no encaja con los prejuicios de su entorno, aunque también tienen un grado de inocencia que les empuja a pensarse fuera de esas categorías. Me interesa la tensión entre la idea que tenemos de nosotros mismos y la percepción que los demás tienen sobre nosotros; la necesidad de pertenencia y las consecuencias que tiene en el individuo; la necesidad de limitar dónde empieza y acaba el “yo”, y dónde empieza y acaba el “otro”. Como cineasta, quiero generar reflexiones sobre estas encrucijadas identitarias, sobre estos momentos de transición que nos definen como individuos, que definen lo que somos y lo que no somos. Las historias de adolescentes me permiten explorar estas fricciones desde una cierta candidez ya que los adolescentes están constantemente redefiniendo esos límites. Pero también el público se relaciona con los personajes más jóvenes de un modo distinto, porque entiende que están en proceso de transformación y, en cierto modo, son más permeables a observarlos sin juzgarlos.

Tus películas me recuerdan a las de Céline Sciamma, tanto por la temática como por la forma. ¿Es una influencia consciente? 

Sí, el cine de Sciamma me resulta muy cercano, no sólo por su sensibilidad estética sino por los personajes y los conflictos que explora. También son personajes en transición, que están buscando su lugar en el mundo. En lo que se refiere a forma de filmar, Sciamma construye un cine naturalista-realista centrado en los actores y aparentemente no estilizado, pero el valor narrativo de sus decisiones estéticas es extremadamente preciso. Ese foco en los actores y en un lenguaje realista ligeramente estilizado también está en mi propuesta.

Tanto ‘Tryouts’ como ‘La invitación’ tienen un fuerte componente político. En el primero se trata la problemática del hiyab, el pañuelo que llevan las musulmanas para taparse el pelo, y en ‘La invitación’ aparece la crisis y el derecho a la vivienda. ¿Te consideras una cineasta política?

Sí creo que mi trabajo es político, trate o no directamente de temas altamente politizados como el hiyab o el acceso a la vivienda. Pero mi perspectiva parte de la reflexión feminista de que lo personal es político, ya que nuestra forma de habitar el mundo marca relaciones de poder que hacen que cualquier acción personal sea política. Por eso anclo las historias en los conflictos personales de los personajes e intento mantenerme muy pegada a su subjetividad. No me interesa hacer propaganda ni y defender un ideario político, sino mostrar la complejidad de situaciones que tendemos a valorar en blanco y negro, sin matices.

Aunque está ese componente social y político del que hablábamos, da la sensación de que quieres llevar tus películas a otro lugar, desprovisto de etiquetas…

Mi intención no es hacer cine social o político sino reflexionar sobre los desafíos de la sociedad contemporánea que afectan al individuo. La circunstancia de los personajes es “social” pero me sirvo de ella para apretar las tuercas de sus objetivos y obstáculos íntimos y personales. En ‘La invitación’, la crisis económica me permite hablar del descubrimiento de la empatía. En cierto sentido, la historia habla del paso del egoísmo inconsciente que conlleva la infancia, a la empatía que sólo puede existir cuando tomamos conciencia de la complejidad de las circunstancias del otro. Así, la pérdida de la inocencia que experimentamos al crecer tiene algo de positivo: nos permite comprender y acercarnos al otro, más allá de nuestra pequeña esfera de normalidad. En el contexto actual, cada vez más cargado de odio, de división y de ataques a los que no consideramos nuestros iguales, me parece importante aportar un poco de luz sobre los rasgos positivos del ser humano.