Inicio Chiiist! 'Westworld': aciertos y defectos de una temporada que sirve de prólogo

'Westworld': aciertos y defectos de una temporada que sirve de prólogo

ANÁLISIS DE LA PRIMERA TEMPORADA

Con la emisión del episodio 1×10 se cierra la primera temporada de ‘Westworld’, una de las series más comentadas de este otoño, que ha tenido un desarrollo irregular pero promete una segunda temporada agitada. Contiene spoilers de la temporada.

Álvaro Onieva

Westworld temporada 1 critica
El personaje de Dolores es el gran descubrimiento de ‘Westworld’.

El propio Jonathan Nolan, cocreador de Westworld junto a Lisa Joy, reconocía que debíamos entender la primera temporada de la serie como un prólogo y que en las siguientes entregas empezaría lo fuerte. Ese es, precisamente, uno de los principales problemas del arranque de la serie que a ratos resultaba estimulante y en otras ocasiones nos dejaba la sensación de que el chicle se estaba estirando demasiado.

La resultona season finale que se ha marcado ‘Westworld‘, aunque de nuevo alargada sin sentido, es junto con el principio de la serie lo mejor que nos ha dado. Quizás por eso nos quedamos con buen sabor de boca y se borra un poco la sensación de hastío que provocaron los episodios de mitad de temporada donde la historia poco avanzaba. «El sufrimiento es necesario», le explicaba Robert Ford a sus robots, pero parecía que nos lo decía a nosotros implorando paciencia.

La muerte de este personaje -Anthony Hopkins ya avisó que no quería quedarse mucho tiempo en un proyecto televisivo -supone el gran giro de la temporada, no por su baja en sí sino porque dejase antes de irse una rebelión programada, escondida en el código de Maeve y en el laberinto que logra resolver Dolores. No fueron tan sorprendentes los otros dos giros: la naturaleza robótica de Bernad y que el Hombre de Negro y William eran la misma persona, dos de las teorías más comentadas. Que los fans lograsen destripar la serie no mina su calidad, pero sí deja ver que quizás estos dos golpes de efecto eran bastante obvios.

Aparte de la pérdida del factor sorpresa (tal vez debamos dejar de sobreanalizar las ficciones para que nos pillen desprevenidos) ‘Westworld‘ tiene otras fallas. Su narrativa ha sido por momentos enrevesada y otras veces demasiado explicativa -especialmente en el último capítulo- y ha dedicado demasiado tiempo a construir la historia de William que no ha servido más que para ese predecible descubrimiento. O será que a mí me interesaban más los tejemanejes de Deli que las historias de vaqueros.

Pero el gran problema de ‘Westworld‘ lo encontramos en sus personajes. Nadie duda que Dolores sea uno de los descubrimientos del año -y que Evan Rachel Wood merezca el Emmy, el Globo de Oro y todo galardón que se le cruce-, pero más allá de esta antiheroína no han construido personajes a los que aferrarnos. No nos importan en el plano personal ninguno de los humanos y, por tanto, no tememos por la vida de nadie ante la rebelión de los robots, mientras que los otros son eso, robots, y su nivel emocional está muy bajo como para conectar con ellos. Y esto se agrava cuando descubrimos que el personaje con el que más habrán empatizado muchos espectadores, ese William que interperta Jimmi Simpson, no aparecerá en la siguiente temporada.

En cuanto a la calidad actoral, podemos destacar también a Thandie Newton como Maeve o las grandes figuras de Ed Harris y Anthony Hopkins (este tiene puesto a ratos el piloto automático, pero no deja de ser un grande), mientras que en el lado opuesto de la balanza tenemos a Jeffrey Wright siempre mirando por encima de las gafas de Bernard, a una Sidse Babett Knudsen que cumple sin más o a Simon Quarterman dando auténtica vergüenza.

Sin embargo, ahí ha llegado el final de la primera temporada de ‘Westworld‘, cumpliendo la expectativa creada desde el comienzo de la serie de que los robots se volviesen en contra de sus creadores con un episodio convulso que nos deja con ganas de más. ¿Y ahora qué?, pensábamos al aparecer los títulos de crédito finales. La segunda temporada se antoja interesante, pero está por ver si pisarán el freno tras estos diez episodios de prólogo o volverán a ese ritmo lento que casi nos hace abandonarla. Tenían la suerte de que cuando decaía el interés al menos nos parecía una maravilla visual. Qué bonito todo. Y qué caro.