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20 de mayo: la historia no se construye con discursos soeces

Bajando la bandera de Estados Unidos el 20 de mayo de 1902 (foto de Internet)

GUANTÁNAMO, Cuba.- Este 20 de mayo se cumplen 116 años de la proclamación de la República de Cuba.

Surgida luego de una guerra devastadora que provocó también el exterminio de una parte considerable de la población, como consecuencia de la política de Valeriano Weyler, aquélla república fue un hálito de esperanzas y después un mosaico de logros a pesar de la Enmienda Platt y de las dictaduras de Machado y Batista.

Injusticias, corrupción, pobreza, discriminaciones y politiquerías las hubo, como ahora. Pero también hubo progreso económico, logros en la salud y la educación, en el respeto a las diferencias y en la práctica de derechos políticos fundamentales como la libertad de reunión, asociación, expresión, derecho a huelga y a que los cubanos invirtieran en su país. Era respetado el derecho a entrar y salir libremente del país sin distinguir la opinión política de los ciudadanos.

Aunque los comunistas han creado un discurso que descalifica a esa república democrática, a la que denominan peyorativamente “la seudorrepública”, la historia no se construye con discursos soeces sino con hechos. Una rápida comparación entre aquélla república y la secuestrada por el castrismo deja muy mal parada a la segunda.

Dicen los comunistas…

El oficialismo cubano asegura que la república democrática fue una sucesión de gobiernos entreguistas. Obvian que Cuba se convirtió en república sumida en la más profunda devastación y pobreza. En un escenario como aquél era normal que los EE.UU., convertido ya en la primera potencia económica mundial, afianzara su presencia económica en el país, como también lo hizo en el resto de América Latina.

En modo alguno eso implicó que los cubanos fueran discriminados a favor de los inversionistas extranjeros, como ocurre actualmente. Todo lo contrario, con el transcurso del tiempo fueron muy activos en la renovación económica del país, como lo demuestra Guillermo Jiménez Soler en su libro “Los propietarios de Cuba, 1958”, aunque su intención fuera otra.

En la república democrática el pueblo podía elegir a sus alcaldes, gobernadores, representantes, senadores y al presidente del país, y podían seguir los debates en el Congreso de la República a través de la radio, en vivo. Hoy esos debates se transmiten previa edición de la censura y las elecciones son controladas por el partido comunista.

Los comunistas dicen que había mucha pobreza en Cuba antes de 1959 y es cierto. Pero cuando ellos tomaron el poder eliminaron a los grandes propietarios y a la imprescindible clase media. Hoy la pobreza es mucho mayor que antes de 1959 y las posibilidades de acceso a la riqueza nacional son también menores porque esta es controlada por un reducido grupo de personas.

Muchos derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos no están reconocidos en la legislación cubana ni se permite su práctica. Quien ose hacerlo es reprimido y los ciudadanos carecen de la posibilidad de reclamar jurídicamente al Estado por sus violaciones a la propia institucionalidad del castrismo.

Es cierto que la república democrática fue obligada a ceder un espacio del país para la base naval de Guantánamo, pero luego la permanencia de esa base fue renegociada sin presión alguna y un gobierno legítimo firmó un nuevo tratado que legalizó su permanencia. Esas decisiones se adoptaron luego de varios debates públicos y fueron ratificadas por los máximos órganos legislativos de entonces. Sin embargo los comunistas permitieron que los soviéticos instalaran las bases militares de Lourdes en La Habana y de los submarinos en la bahía de Cienfuegos y jamás consultaron eso con el pueblo porque fue una decisión de la cúpula castrista. Ellos también ocultan que en la república democrática, a pesar de la corrupción, la politiquería y los abusos, el peso cubano llegó a estar a la par del dólar americano y Cuba entre los países más avanzados del continente con una deuda externa ínfima. ¿Cómo explica el castrismo que en sesenta años no pueda exhibir idénticos logros?

¿Cuál es la verdadera seudorrepública?

La estructura jurídica, la forma de gobierno y el control de la economía que hoy existen en Cuba están caracterizados por su esencia colonialista —y por ende, despótica— con la salvedad de que antes de 1902 la metrópoli era la corona española y ahora lo es un círculo muy reducido del castrismo.

En el colonialismo la metrópoli decidía todo en el plano político y el pueblo contaba muy poco. Hoy el pueblo cubano tampoco decide nada porque todas las decisiones se toman en la cúpula gobernante. De hecho y a pesar del demostrado rechazo al sistema unipartidista y a nuestros anhelos por cambios profundos, esa cúpula ha dicho que en el próximo referendo la cuestión no se va a someter a votación, una postura sin duda intolerante.

El castrismo no permite el multipartidismo, la libre expresión, la divulgación ni defensa de las ideas políticas diferentes a las suyas, practica la censura de prensa, detiene y encarcela arbitrariamente a los opositores pacíficos y periodistas independientes y les niega el derecho a entrar y salir libremente de su país, como lo hacía la metrópoli.

El castrismo indica a los campesinos lo que deben sembrar y en qué cantidad, controla el comercio de esos productos y todo el comercio interior y exterior, y paga salarios miserables a sus trabajadores. Como en la colonia, el mercado negro crece continuamente, prueba de la carencia de libertades económicas.

Otra semejanza es que todas las personas que ocupan cargos de dirección política o administrativa son designadas por el castrismo. A dichos cargos —otro acto discriminatorio— sólo acceden ciudadanos absolutamente fieles al régimen.

Al pueblo cubano no se le informa dónde se invierten los miles de millones de dólares que generan el turismo, las industrias biotecnológicas, la industria del níquel ni la exportación de servicios médicos. Se desconoce también de dónde sale el dinero para los autos de los hijos de los dirigentes, el de sus viajes al extranjero y el que sostiene sus modos de vida, muy diferentes al del pueblo.

Tales prácticas han convertido a los cubanos en seres dependientes del control absolutista de esa burocracia, semejante al aplicado por el colonialismo e impropio de un estado democrático, algo que ya había sido superado por la república de 1902. Por eso no creo que a la incipiente república, ni a los 56 años de su trayectoria, le caiga bien el sambenito inventado por los comunistas, pero sí a la que ellos secuestraron a partir de 1959.