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A 70 años de la muerte de Chano Pozo

LA HABANA, Cuba. – Este 3 de diciembre se cumplen 70 años de la muerte en Nueva York, en 1948, de Chano Pozo, el más grande de los tamboreros de Cuba y una de las figuras más influyentes de la música cubana y el jazz.

Fernando Ortiz lo bautizó “el Tambor Mayor”. Los mejores percusionistas cubanos de las últimas seis décadas, Tata Güines, Patato Valdés, Changuito Quintana, Angá, Yaroldis Abreu, son descendientes directos de Chano Pozo y no han vacilado en reconocerlo.

No obstante, a pesar de su relevancia, sobre la vida del Tamborero Mayor hay muchas lagunas y desconocimiento. Lo que se sabe, más allá de referencias en periódicos y revistas, ha sido fundamentalmente gracias al cortometraje “Buscando a Chano Pozo” que realizó en 1986 la documentalista Rebeca Chávez, y al libro “Las oscuras leyendas de Chano Pozo”, del investigador y músico Ricardo Oropesa González, publicado en el año 2017 por la Editorial Ácana.

Luciano Pozo González nació en una cuartería habanera en enero de 1915. Sus primeros años, en la pobreza y la marginalidad, discurrieron en los solares de Belén, Jesús María y Cayo Hueso, entre rumbas, toques de santos y plantes de abakuás (era muñanga efó).

Cuentan que era negro como el ébano, con los hombros caídos y unas manos enormes; que era un gran bailador (estuvo en las comparsas Los Dandys y La Sultana); que era mujeriego, presumido, ostentoso, simpático y jaranero, pero solía ponerse pendenciero, especialmente cuando estaba bajo los efectos del ron y la marihuana.

Rita Montaner y Amado Trinidad, el dueño de la emisora radial RHC Cadena Azul, descubrieron su talento en 1940, al verlo tocar con tres y hasta cinco tumbadoras, simultáneamente, en un cabaret de las playas de Marianao.

Cuando en 1946, siguiendo los consejos de Rita Montaner y de su amigo Miguelito Valdés, se fue a New York por una temporada, ya era famoso en Cuba por números como Blem Blem Blem y Pin Pin Pin, y su participación en Tropicana en el espectáculo Congo Pantera.

En 1947, Mario Bauzá, músico cubano radicado en Nueva York y que tocaba por entonces —antes de unirse a Machito and The AfroCubans— en la orquesta de Cab Calloway, recomendó a Chano Pozo al trompetista Dizzy Gillespie, que andaba buscando un conguero para su grupo.

La irrupción en el bop de los ritmos afrocubanos, gracias a los tambores y el canto de Chano Pozo, marcaría un importante hito en la historia del jazz.

Aseguraba Gillespie que Manteca, el más famoso número de Chano Pozo y con el que en vivo hacía todo un espectáculo que podía durar más de 40 minutos, revolucionó el jazz y la música popular norteamericana.

La primera presentación de Chano Pozo junto a la banda de Dizzy Gillespie, en el Town Hall de Nueva York, en 1947, fue descrita así por el famoso crítico de jazz Marshall Stearns: “Chano Pozo se agachó en el centro del escenario y batió un tambor de muchas voces con sus manos encallecidas. Mantuvo al público en un silencio de sobrecogido respeto durante treinta minutos, cantando en un dialecto del África Occidental, mientras subía y bajaba, de un murmullo al alarido, y volvía al punto de partida”.

La carrera de Chano Pozo en el jazz duraría poco más de un año. Fue muerto a balazos la noche del 3 de diciembre de 1948, en un altercado en el Río Bar Grill, ubicado en la esquina de las calles 111 y Lennox, en Harlem.

Como sobre otros aspectos de su vida, hay muchas versiones contradictorias sobre el asesinato de Chano Pozo.

El homicida fue Eusebio Muñoz, a quien llamaban “El Cabito” porque había sido cabo en el US Marines Corps. Hasta ahí lo que se sabe con certeza sobre él. Unos dicen que era puertorriqueño y otros aseguran que era cubano. Unos dicen que lo condenaron a 10 años de cárcel por el asesinato, pero que solamente cumplió cinco. Pero otros afirman que luego de matar a Chano, se fue antes de que llegara la policía y nunca fue llevado a juicio porque no había pruebas contra él, ya que los pocos que presenciaron el incidente eran cubanos indocumentados, que estaban borrachos y enmarihuanados, y no les convenía hablar con las autoridades por temor a que los deportaran.

La tragedia la originó un paquete de marihuana que el Cabito le vendió a Chano. Unos dijeron que Chano insultó al Cabito porque la marihuana era de mala calidad. Unos contaron que exigió le devolviera los cinco dólares que le había costado y otros que se negó a pagárselos. Hubo quien aseguró que la bronca fue porque Chano le reclamó al Cabito los quince dólares de vuelto por el billete de 20 dólares con el que le había pagado la marihuana y para el que el traficante no tenía cambio. Lo cierto es que tras la discusión, el Cabito disparó seis veces contra Chano, y luego, mientras agonizaba, se apoderó del dinero que llevaba en los bolsillos y escondido en el zapato izquierdo: 1 500 dólares.

Hacía unos días que Chano Pozo había hecho un alto en la gira que realizaba con la orquesta de Dizzy Gillespie y regresado a Nueva York. Había explicado a Dizzy que era para comprar unas tumbadoras con que reponer las que le robaron en Raleigh, North Carolina, pero algunos dijeron que prolongó su estancia en New York porque extrañaba a su amante, Cacha Martínez, con la que vivía en Harlem, y también porque se sentía muy molesto con el racismo que percibió en la gira por los estados del Sur.

Cuentan que Chano, pese al éxito en los Estados Unidos, estaba muy preocupado porque se sentía en deuda con Shangó (Santa Bárbara, en la religión católica). Antes de irse de Cuba, un babalawo le había advertido que tenía que hacer iyabó antes de cruzar el mar, o no regresaría vivo a su tierra. Pero a Chano le apuraba el viaje y dejó el hacerse santo para más adelante. Es probable que en la víspera de Santa Bárbara, cuando el Cabito Muñoz lo acribilló a balazos, Chano Pozo haya muerto implorando por el perdón de Shangó.

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