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¿A qué se enfrentarían los Red Hot Chili Peppers en La Habana? Cubanet

Anthony Keadis (d) junto a “Flea” (loudwire.com)

LA HABANA, Cuba.- Hace más de dos años, Josh Klinghoffer, el guitarrista de Red Hot Chili Peppers, durante un fugaz viaje a La Habana habló del interés de la famosa banda californiana por hacer un concierto en Cuba.

Inicialmente, se dijo que el evento sería en La Piragua, en El Vedado, en marzo de 2018. Pero luego no se volvió a hablar del asunto. Y menos aún luego del enrarecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Pero hace varios días, un periodista cubano amante del rock, Michel Hernández, aseguró que Red Hot Chili Peppers no ha renunciado a su propósito de tocar en la isla caribeña.

Escribió Michel Hernández: “Tras un periodo de silencio, Klinghoffer volvió a aterrizar en la capital cubana donde dio parte de los preparativos del espectáculo. O sea, dejó ver que la idea del show no había ido a parar al congelador y por tanto, se mantenían los contactos correspondientes del equipo de Red Hot con las autoridades locales…”

Según Hernández, Red Hot Chili Peppers “está tratando de sortear el grupo de medidas dictadas por el gobierno de Trump que imponen requisitos casi infranqueables para un concierto de una banda estadounidense en Cuba” y asegura que “la banda y las instituciones locales mantienen conversaciones para que pueda realizarse este concierto”.

Soy pesimista respecto a la posibilidad del concierto. Y no solo por las restricciones de Trump. Conociendo a los mandamases de acá, que todavía no se han repuesto del disgusto que tuvieron con los Stones, al verlos con mayor poder de convocatoria que ellos, dudo que toleren como si tal cosa, ni siquiera por los dólares que les pueda reportar, que se suelten y se despeloten, irreverentes, encuerusos y en nota los de Red Hot, aquí en La Habana, justo ahora, cuando pretenden desesperadamente hacer subir la fiebre y el sarampión fidelista-guevarista y antiyanqui.

A otros artistas, como a Melissa Etheridge y Bon Jovi, con tantos obstáculos como les han puesto, los han hecho desistir de la idea de tocar en Cuba.

Si los mandamases y sus comisarios anticulturales acceden a que se celebre el concierto de Red Hot Chili Peppers, sería imponiendo sus condiciones. Y es poco probable que Anthony Kiedis, Chad Smith, Josh Klinghoffer y Michael “Flea” Balzary, rebeldes, irónicos, mordaces y absolutamente incorrectos como son, las acepten.

¿Van a aguantar que les digan a qué volumen tienen que tocar y cómo comportarse en el escenario? ¿No se quitarán ni siquiera las camisetas John Kiedis y Flea para no disgustar a sus adustos anfitriones?

Y está el problema con las drogas. El primer guitarrista que tuvo la banda, Hillel Slovak, murió de una sobredosis de heroína en 1988. La canción Under the bridge, del disco Sex Blood Sugar Magic, con el que alcanzaron el éxito internacional en 1991, trata de la lucha contra la adicción del cantante de la banda, Anthony Kiedis. También John Frusciante, el guitarrista que sustituyó a Slovak, era adicto. Precisamente debido a las drogas, en 1992, durante una gira por Japón, Frusciante abandonó la banda, y tuvo que ser sustituido a la carrera por Dave Navarro, que por entonces era el guitarrista de Jane’s Addiction.

Así las cosas, veo bastante improbable la realización del concierto de Red Hot Chili Peppers en La Habana. Y créanme que lo lamento. Me gusta mucho su música. Tengo varios de sus discos, desde Mother’s Milk, de 1989, hasta The Getaway, de 2017, y todos me encantan. Y ni hablar de sus videoclips, especialmente Danny California.

De los grupos de rock surgidos en las últimas tres décadas, Red Hot Chili Peppers es mi preferido. Son rebeldes, irreverentes, paródicos, y tocan endiabladamente bien. Lo que más me gusta de su música es el ritmo fuerte y complejo del baterista Chad Smith y la línea de bajo, marcadamente funk, de Michael “Flea” Balzary.

El rock que hacen, que tiene de funk, grunge y rap, es emblemático de la fusión de géneros que caracterizó la música de la década de los 90. Pura posmodernidad.

Ninguna definición mejor del estilo de la banda que la que dio una vez Dave Navarro: “La onda de los 60 hippies con las ideas y la tecnología de los 90”.

Ojalá me equivoque y podamos los cubanos amantes del rock darnos el gustazo de verlos tocar en La Habana.

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