Inicio Cuba Aborto en Cuba (II): La voz de la Iglesia

Aborto en Cuba (II): La voz de la Iglesia

La hermana polaca Filipa y el Padre Bastián, líderes del proyecto Esperanza, en Camagüey. Foto del autor.

GUANTÁNAMO, Cuba.- La nueva Constitución cubana, aunque menciona que defiende a la dignidad humana, no protege al feto desde su concepción, como ocurre en otros países latinoamericanos.

Según el texto “Diálogos catequísticos sobre temas de actualidad”, de Rafael Martinelli, publicado en Roma en 2006, del que reproducimos algunos fragmentos a continuación, la Iglesia Católica no afirma que el embrión es una persona, pero la ciencia tampoco puede decir nada al respecto pues el concepto de persona va más allá de la competencia científica.

Lo que sí asegura la Iglesia  ̶ y defiende ̶  es que el ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción, de ahí que se oponga decididamente a la destrucción deliberada del ser concebido. El embrión goza de la dignidad inherente a todo ser humano y, por tanto, del derecho a la vida desde sus primeros días de actividad intensa y autónoma, según la ley escrita en su plan-programa, presente en su ADN.

Desde el momento en el cual el óvulo es fecundado inicia una vida que no es la del padre o la madre, sino de un nuevo ser humano que se desarrolla por su propia cuenta. Eso quiere decir que no se volverá humano, sino que es un ser humano desde ese momento. Esta doctrina está confirmada por investigaciones científicas.

En defensa de los que no tienen voz

En  Camagüey y Villa Clara existen dos proyectos que luchan por los derechos y la vida de los concebidos no nacidos, carentes de voz para defenderse.

Se nombran “Esperanza” y “Quiero vivir”. El primero existe en Camagüey, y está liderado por el sacerdote José Gabriel Bastián Cadalso y la hermana Filipa, oriunda de Polonia. El segundo pertenece a Villa Clara, y está liderado por la hermana de Guinea Ecuatorial Braulia Rapú Buesule, de la Orden de los Filipenses.

La hermana Braulia Rapú Buesule lidera el proyecto Quiero Vivir, en Villa Clara. Foto del autor.

El proyecto Esperanza surgió hace algo más de dos años, cuando una religiosa de las “Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia” y una laica de la comunidad de Santa Ana comenzaron a visitar el salón de espera para abortos del Hospital Centenario de Camagüey, lugar donde diariamente se realizan más de diez abortos, lo cual refleja la magnitud del problema. Para esta labor han contado con el apoyo de las autoridades del MINSAP en la provincia.

Los defensores del proyecto se acercan a las mujeres que esperan para hacerse el aborto y, en lo que califican como un diálogo pleno de emociones, pero no exento de tensión, incomprensiones y hasta rechazos, pero en el que sienten la presencia del Espíritu Santo, exponen el punto de vista de la Iglesia sobre el tema, así como las consecuencias que este puede provocar en la salud, algunas irreversibles. El mensaje enfatiza en el don de la maternidad. A las mujeres de pocos recursos económicos las apoyan materialmente y las acompañan durante el resto de su embarazo.

Las anécdotas narradas por el Padre Bastián y la hermana Filipa demuestran la valía de este proyecto y sus enormes resonancias humanas y sociales, pero también la frustración que sienten estos hermanos cuando no pueden salvar la vida de los concebidos no nacidos.

Folleto que el proyecto Esperanza entrega a las mujeres que van a hacerse un aborto. Foto del autor.

Algunos testimonios son ciertamente reveladores: “Tengo 40 años de edad, soy madre soltera con dos niñas, y ahora tengo a Diego Alejandro, que ha sido una bendición de Dios para mí. Yo fui a sacármelo y escuché las palabras de la monja, y ese día allí comprendí que aquello era un asesinato, porque ese corazoncito ya estaba latiendo con 9 semanas. Me levanté y le dije a la enfermera ´estoy aquí contra mi voluntad y no me lo voy a sacar´. Allí comenzó la vida de mi niño, que ha sido lo más grande. Yo no sabía cómo enfrentar la vida sola, pero comprendí que todo uno lo vence. Pasé mucho trabajo, estuve ingresada mucho tiempo, pero lo logré”.

La experiencia de la hermana Braulia en Villa Clara es igualmente alentadora: “Muchas de las jóvenes a las que intentamos convencer de que no aborten no tienen conocimientos de educación sexual o analizan el asunto de forma superficial, lo que demuestra gran inmadurez. Pero gracias a Dios muchas veces comprenden lo que les decimos y se echan a llorar, porque van al hospital a hacerse el aborto presionadas por la madre, la suegra o el padre de la criatura. Cuando logramos que desista del aborto nos alegramos muchísimo, pero actuamos consecuentemente y apoyamos a esas muchachas en la compra de la canastilla, la cuna y en todo lo que podamos gracias al apoyo económico que nuestro proyecto recibe del extranjero, y que ojalá nunca nos falte para poder continuar nuestro trabajo.

Esta tabla tomada del Anuario de Estadísticas del MINSAP ,2018,refleja los indicadores de natalidad en el 2017. Captura de pantalla del autor.

“Nada de lo que se haga a favor de la vida es suficiente, y eso lo comprendemos muy bien cuando nos encontramos en la calle con algunas de estas muchachas y las vemos felices en compañía del niño que no habría existido si se hubieran hecho el aborto. Algunas familias hasta nos exigen que vayamos a los cumpleaños y resulta muy reconfortante ver como esos niños van creciendo por la gracia infinita de Dios, y que nosotros también estamos relacionados con lo ocurrido. Ante algo así uno está convencido de que nuestra vida ha servido para algo.”

Aunque las autoridades cubanas han mostrado preocupación por el asunto, no se aprecian acciones concretas para revertir las consecuencias de una política nefasta con relación a la protección de la vida de criaturas indefensas, porque el derecho a abortar en Cuba es tan libérrimo que ha favorecido la propagación de una conducta irresponsable.

Lo que un día se nos presentó como una conquista social en contra de posiciones presuntamente conservadoras, hoy está pasándole la cuenta a un país cuya población está cada vez  más envejecida y es incapaz de crecer numéricamente.

La primera parte de este trabajo puede leerla aquí.