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Acosta Danza de estreno en su quinta temporada Cubanet

LA HABANA, Cuba.- El pasado fin de semana, el Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” abrió sus puertas al público seguidor de la compañía Acosta Danza, en su quinta temporada. Desde su fundación en 2016 por el prestigioso bailarín y coreógrafo Carlos Acosta, la entidad más joven de la danza cubana ha mantenido una actividad febril, con presentaciones dentro y fuera de la Isla.

En cada ciclo, al menos una nueva obra ha subido a las tablas para ser sometida al criterio de los espectadores. Esta vez, y a pesar de que el huracán Irma privó al respetable de disfrutar de la actuación del propio Carlos Acosta, dos estrenos motivaron la afluencia de público, amén de algunas reposiciones que, no por haber sido vistas con anterioridad, aminoran el disfrute de una segunda apreciación.

El cruce sobre el Niágara, Twelve y Nosotros regresaron a escena para deleitar a los asistentes con tres ejecuciones de naturaleza muy diversa, todas inscritas en los códigos de la danza contemporánea. La primera novedad fue el ballet Belles Lettres, del coreógrafo estadounidense Justin Peck; una obra de aliento clásico cuya interpretación, en general, resultó aceptable. Sin embargo, leves imprecisiones revelaron que la obra no fue lo suficientemente ensayada, y que no todos los bailarines de Acosta Danza se sienten igualmente cómodos en los predios del ballet clásico.

El abierto concepto estético de la compañía ha profundizado en técnicas y estilos vanguardistas que le han aportado un sello distintivo. Pero en el caso de Belles Lettres, varios espectadores tuvieron la impresión de que, al concentrarse demasiado en lo novedoso, se ha descuidado la danza clásica. Desde las butacas el observador exigente, acostumbrado a la perfección que emana Acosta Danza, percibió el paso inseguro, la caída a destiempo y el cuerpo de la bailarina que ligeramente resbaló en manos de su compañero, durante una cargada. A pesar de estas fallas mínimas, fue una ejecución decorosa.

Concluida la segunda pausa subió a escena lo más esperado de la noche. Imponderable lleva por título la coreografía del español Goyo Montero, inspirada en la obra del cantautor cubano Silvio Rodríguez. Muchos expertos afirman que Silvio es, entre las grandes figuras del movimiento de la Nueva Trova, el simbolista por excelencia. La complejidad de sus metáforas y la refinada intertextualidad musical presente en sus composiciones, convierten en desafío cualquier tentativa de llevar su obra al terreno de las artes escénicas.

Para adaptar la poética del cantautor a los preceptos de la compañía Acosta Danza, Goyo Montero se hizo acompañar por el músico canadiense Owen Belton. Sobre esta obra, el coreógrafo apuntó que “fue difícil realizar la selección de canciones (…) porque la poesía de Silvio es muy rica en imágenes”.  Con las cuatro piezas escogidas Owen Belton creó un paisaje sonoro. Ojalá, Te amaré y Con diez años menos aparecen sin su música original, declamadas, libres, segmentadas de acuerdo a las exigencias de la coreografía. Solo la Fábula de los tres hermanos es utilizada íntegramente, como leitmotiv e hilo narrativo de toda la obra.

Tratándose de Silvio Rodríguez y Acosta Danza, el estreno había generado grandes expectativas. El performance de los bailarines estuvo, en todo momento, a la altura de su referente poético. Vestuario y luces acotaron los detalles finales de una obra tremendamente abstracta, como lo son, en esencia, la danza y la música, aunque ambas se originen o transiten a través del cuerpo.

Hay un camino espinoso entre la inspiración primigenia y el mensaje final que llega al público. La inmensidad y belleza de las canciones de Silvio provoca que los cubanos sean poco indulgentes cuando otros artistas tratan de apropiarse de ellas, no importa cuán loable sea su intención. En este sentido, Imponderable despierta reacciones y opiniones muy puntuales. Es una obra que complace o decepciona, sin términos medios.

El patrimonio musical que la originó, y la sensibilidad artística de Goyo Montero, son igualmente extraordinarios. El título de la coreografía está determinado por el profundo significado que encierran las canciones de Silvio Rodríguez, más allá del cliché político. Imponderable es Cuba, una pugna entre luz y oscuridad, entre sombras y esperanzas. En esa conexión de los opuestos, subyace la correspondencia absoluta entre imagen, palabra y movimiento.