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Adiós Aretha

LA HABANA, Cuba.- Con la muerte de Aretha Franklin, este 16 de agosto, a los 76 años, luego de una larga batalla contra el cáncer, el mundo pierde a una de las más grandes cantantes que hayan existido en la música popular.

Pese a las numerosas cantantes a las que influyó y las muchas que la imitaron, resulta imposible que surja una cantante que pueda sustituir a Aretha Franklin. No solo por su prodigiosa voz de mezzosoprano y su torrente de sentimientos al cantar, sino también porque Aretha fue un producto auténtico -para nada fabricado por la industria de la música y el entretenimiento- que resultó de circunstancias muy particulares: su medio familiar, sureño y profundamente religioso, el surgimiento de la música soul y los conflictos raciales de los años 60 en los Estados Unidos.

Desde muy niñas, Aretha y sus hermanas Erma y Carolyn , que eran hijas de Clarence Levaughn Franklin, un famoso predicador bautista de Memphis, Tennesee, que luego se asentó en Detroit, quisieron imitar a su madre, que era cantante de gospel, y a una de sus colegas que visitaba la casa: nada menos que la gran Mahalia Jackson.

Pero además del ambiente gospel que la rodeaba, Aretha absorbió el más mundanal rythm and blues que le llegaba a través de la radio y los discos, y que le ayudó para aprender a tocar piano de forma casi autodidacta.

Tras sus primeros discos de gospel (el primero lo grabó a los 14 años), en 1967, con la grabación en Atlantic Records del álbum I never loved a man the way I love you, se convirtió en la máxima exponente de la música soul, al extremo de que empezaran a llamarla Lady Soul.

Arteha Franklin llegaría a significar para el soul tanto o más que lo que Ella Fitzgerald y Billie Holiday significaron para el jazz.

Pero su relevancia no se limitó al terreno musical, sino que también se extendió a lo social. En su momento de máxima popularidad, contribuyó al movimiento por los derechos civiles con canciones como Young, gifted and black, que se convirtió en un himno de reivindicación del orgullo negro. A mediados de los años 80, Sisters are doing for themselves, que grabó con Eurhytmics, se convertiría también en un himno del movimiento de liberación femenino.

Aretha Franklin fue merecedora de la Medalla de la Libertad y actuó en las asunciones presidenciales de Bill Clinton y Barack Obama.

Las interpretaciones de Aretha Franklin son conmovedoras, te llegan a lo más profundo. Lo mismo cuando cantan a Dios –como en el extraordinario álbum de 1987 One Lord, one baptism, one faith- que cuando cantan al amor terrenal, que aun con sus penas y desdichas, no dista demasiado del divino si es verdadero. Especialmente si es Aretha la que le canta.

Fue una cantante muy versátil, que cantó de todo (gospel, soul, R&B, jazz, rock, disco, quiet storm) y lo hizo de un modo insuperable. Hasta arias de ópera cantó: en los Grammys de 1998, en sustitución de Luciano Pavarotti, cantó Nesum dorma de Puccini.

Cuando Aretha hacía versiones de otros, resultaban más impresionantes que las originales por excelentes que hubiesen sido. Baste recordar sus fabulosas interpretaciones de “Let it be” de The Beatles, de Bridge over troubled waters de Simon & Garfunkel, de Natural woman de Carole King, Respect de Otis Redding, o I say a little prayer for you compuesto por Burt Bacharach para Dionne Warwick.

Aretha Franklin fue la inspiración e influencia principal para cantantes como Janis Joplin, Patty Labelle, Whitney Houston, Mariah Carey, Mary J. Blige, Alicia Keys y Joss Stone, entre otras. Muchos grandes cantaron con ella: Ray Charles, Elton John, Frank Sinatra, Whitney Houston, Annie Lennox, Mary J. Blige, George Benson, George Michael, Luther Vandross y Boyz II Men.

En su disco del año 2014, Aretha Franklin sings the great diva classics, con la colaboración de su amiga Cissy Houston y los productores Cliff Davies y Babyface, versionó, a su manera muy particular, éxitos de Barbra Streisand, Dinah Washington, Etta James, Adele, Alicia Keys, Gladys Knight, Gloria Gaynor, Diana Ross y Chaka Khan. Con dicho disco, Aretha probó su versatilidad y demostró que si se hablaba de divas, ella no podía faltar.

Los amantes de la buena música tenemos motivos suficientes para estar desolados por la muerte de Aretha Franklin. Es un vacío que muy difícilmente pueda ser llenado. Por suerte, nos quedan, para siempre, sus discos y sus canciones.

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