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«Al garrote le falta zanahoria»: Opositores reaccionan a sanciones de EE.UU. contra el régimen cubano

LA HABANA, Cuba. – El reciente anuncio de la Administración del presidente estadounidense Donald Trump sobre medidas que restringen las fuentes de ingreso al régimen cubano se manifestó en medio de la profunda crisis de la economía cubana, agravada por el cierre de fronteras durante la pandemia de coronavirus.

Las medidas están dirigidas contra el Partido Comunista de Cuba (único) y los militares, quienes dominan el 80% de la economía en la Isla. Las reformas de línea dura del actual presidente, siguieron a la política de Barack Obama, dirigida a empoderar al sector privado cubano, una vía de acercamiento que el régimen de La Habana consideró como “intervencionismo blando”. 

Sobre el impacto que tendrán las sanciones en la estructura de ingresos del Gobierno cubano, CubaNet conversó con varios opositores y miembros destacados de la sociedad civil. 

Varios de los líderes opositores dentro de la Isla creen que la política estadounidense contra los sistemas totalitarios del hemisferio no propicia el cambio interno de las dictaduras. Es en el apoyo o desacuerdo contra estas presiones que surgen diferencias.

El historiador Manuel Cuesta Morúa, quien se declara contrario a la política del embargo comercial de los EE. UU. contra el régimen cubano, considera que las sanciones carecen de estrategia política.

“A las medidas le faltan la agenda democrática como acompañante. ¿Cuál es la agenda democrática que estaría apoyando la Administración estadounidense para acompañar el garrote, es decir, cuál es la zanahoria de este garrote?”, se pregunta. 

Por su parte, el líder opositor Antonio Rodiles, defensor de las sanciones comerciales contra el régimen cubano, coincide en la necesidad de superar las restricciones con estrategias que ayuden a conseguir la democracia.  

“Las sanciones deben ir aparejadas con la estrategia de apoyo a todos los actores internos, a la oposición y sociedad civil, para decirle a las personas que vamos a apretarnos el cinturón, pero la luz al final del túnel está ahí. Es complicado aplicar la sanción y no dar opciones a los que están adentro (para que) puedan tener un protagonismo en el enfrentamiento al régimen”.

Desde el inicio de la pandemia, la represión contra la sociedad civil y los opositores pacíficos en la Isla se extendió de forma acelerada hacia la población en general. El aumento represivo desequilibró la balanza interna hacia la política estadounidense, que aboga por aumentar las restricciones al régimen cubano.  

El historiador Dimas Castellano dijo a CubaNet que las medidas no tendrán un efecto inmediato por el cierre económico debido a la COVID-19.

“No es que se le impida a los estadounidenses y cubanoamericanos venir a Cuba, lo que no pueden hacer es usar los servicios turísticos del Gobierno y las Fuerzas Armadas, y eso favorece a los propietarios de casas y al sector privado. Ahora, pronto serán las elecciones en los EE. UU. y si salen los demócratas, algunas de estas restricciones darán marcha atrás”.

Hay dudas generalizadas sobre cómo el gobierno estadounidense establecería el control al respecto de sus nuevas restricciones. Por su parte, hasta ahora el régimen de la Isla ha flexibilizado el registro migratorio de los turistas estadounidenses, a quienes no se les estampa en el pasaporte el sello de entrada y salida de Cuba. 

El periodista Boris González Arenas considera lógico que dentro de la Isla no sea comprensible el estricto cumplimiento de las sanciones por parte de los ciudadanos estadounidenses. 

“La idea de que los ciudadanos burlan las medidas del Gobierno es algo entronizado en Cuba. Todos los cubanos buscamos cómo burlar las medidas del Gobierno porque esas medidas nos hacen pasar hambre, nos explotan y nos quitan lo que tenemos (…). Lo más probable es que el turista norteamericano no venga a Cuba, (y) si lo hace, no violará la ley. En los estados de derecho los ciudadanos no quieren incurrir en la violación de sus leyes”.

Katia Palma es arrendadora de habitaciones para turistas extranjeros en la plataforma Airbnb. La cuentapropista experimentó el boom del turismo estadounidense durante el corto deshielo entre La Habana y Washington, así como el declive provocado por la política del actual presidente de EE. UU. 

“Fue algo arrollador, tuve turistas de casi todos los estados, después (del Gobierno de Trump) bajó la cifra drásticamente, pero siguieron viniendo por Airbnb. Ya no son tantos, pero vienen, y cuando lo hacen, primero me envían una lista de lugares que quieren visitar para que les señale los que pertenecen al Gobierno”, contó la cubana sobre su experiencia previa a la pandemia.  

La arrendadora se declara “apolítica” y, aunque define la era Obama como próspera para su negocio, considera que si las sanciones propician el cambio “vale la pena pasar trabajo (…). ¿Qué más nos van a quitar, nosotros nunca hemos tenido nada?”, concluye.

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