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Aumenta la presión contra el sector privado en Cuba

Mensajero de pan. Hoy obligados a abandonar el empleo (foto del autor)

LA HABANA, Cuba.- Sin mensajería para el pan. Así ha transcurrido esta semana en varios municipios de La Habana donde cerca de medio millar de los llamados “trabajadores por cuentapropia” fueron obligados a cesar en las labores por las cuales pagaban impuestos a la ONAT (Oficina Nacional de Administración Tributaria), así como les fueron aplicadas multas de hasta 1 500 pesos (unos 60 dólares) luego de ser amenazados de retirárseles las licencias si regresaban a la actividad.

Sin previo aviso, los inspectores estatales literalmente emboscaron a los mensajeros durante la noche del domingo y la madrugada del lunes, cuando estos acudían a las panaderías a realizar la compra que luego distribuirían entre una clientela conformada, principalmente, por amas de casa, personas jubiladas y trabajadores a los que, por diversas razones, les resulta imposible o demasiado dificultoso desplazarse desde sus casas hasta los puntos de venta, algunos situados a varios kilómetros de distancia y con horarios de servicio tan inestables como la misma producción.

“Esperaron a que comprara y después me pusieron la multa, estaban escondidos como si yo fuera a hacer algo malo (…), me llevaron a la policía como a un delincuente, me decomisaron todo el pan”, denuncia Harold, un mensajero del municipio Arroyo Naranjo en la capital cubana que paga licencia desde hace más de tres años y que jamás tuvo que esconderse para realizar sus labores.

“Ahora dicen que la licencia no incluye el pan y alimentos, que es para otras cosas pero es que yo siempre dije bien claro que era para vender pan y en la ONAT no me dijeron nada, todo estaba bien”, comenta Harold.

En una situación incluso más delicada se encuentra Oscar, también habitante del municipio Arroyo Naranjo, quien además de llevar el pan desde las panaderías a las casas, vendía mantequilla de fabricación casera y ha sido acusado de diversos delitos, lo cual ha elevado la cuantía total de sus multas a 5 mil pesos, unos 200 dólares al cambio oficial.

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Vendedor ambulante en el malecón habanero (foto del autor)

“¿Pensarán que uno se está haciendo rico?”, protesta Oscar con indignación: “todo lo que había reunido en un año, apretándome el estómago y sudando como un caballo estos degenerados me lo quitan con las multas, es como si lo hicieran para eso mismo, para tener a la gente pasando trabajo (…), he llegado a creer que cuando allá arriba necesitan dinero sueltan a todos estos perros a poner multas,  no puedo pensar otra cosa”, comenta quien tendrá que postergar o quizás hasta renunciar a la compra de los zapatos y la ropas que usaría su hija en su primera fiesta de cumpleaños.

Mientras tales atropellos suceden contra los mensajeros y vendedores ambulantes, comienzan a esparcirse los rumores sobre más restricciones a carretilleros y nuevos obstáculos a la venta de productos agrícolas en el sector no estatal, en un alud de trabas y zancadillas legales que apuntaría a reducir a la mínima expresión ese corral cada vez más pequeño e incómodo al que hoy  cuesta trabajo llamar “sector privado”.

“Hasta ayer fueron los boteros (choferes de autos de alquiler), anteriormente los bicitaxistas y los vendedores de ropa. Ahora la gente está entregando por montón las licencias relacionadas con la venta de productos del agro (…), las multas a los carretilleros y vendedores ambulantes están obligando a que muchos renuncien porque los están atacando por todos lados. (…) el ejemplo de los vendedores de granizado (…), los ponen contra la pared con eso de la compra del hielo, los obligan a ir lejísimo a comprar el hielo y cuando llegan a pie, bajo tremendo sol, al lugar donde están autorizados a vender, ya no les queda ni la mitad de la piedra, es una burla”, comenta un funcionario del gobierno provincial de La Habana entrevistado al respecto y bajo la condición de proteger su identidad, debido a las represalias que pudiera sufrir por declarar para la prensa independiente.

La actual “cacería de brujas” buscaría, por medio del acorralamiento aunque no mediante incentivos salariales, hacer retornar las fuerzas productivas hacia un sector estatal necesitado de mano de obra, algo que debiera comenzar a dar resultados debido a la cantidad de cancelación de licencias, pero no se advierte el anhelado retorno en una economía deforme donde el “desempleo” suele ser más ventajoso que “trabajar para el Estado”.

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Vendedora ambulante en La Habana (foto del autor)

También una estrategia de reconducción del capital humano que ha venido a torcer sus propósitos en tanto se espera que las cifras oficiales sobre el trabajo por cuenta propia exhiban un crecimiento apreciable con respecto al año 2017, provocado por los cambios en la política de entrega de visados para viajar a Panamá, donde la tenencia de un carnet de la ONAT es indispensable para quienes nunca han salido de Cuba. Un elemento inesperado que sospechosamente ha coincidido con el aumento de los pasajes hacia Panamá en las oficinas de Copa Airlines en La Habana así como la paralización del transporte de carga marítima desde la Zona Libre de Colón hacia la isla, dos verdaderas jarras de agua helada que han paralizado a quienes planeaban iniciar una aventura empresarial como revendedores.

Bajo el ensayo de “nuevas formas de gestión económica” que a muchos parecieran no más que viejos experimentos fallidos, quizás reciclados para ocultar una maniobra de limpieza profunda contra la iniciativa individual, se ha iniciado un capítulo más en la ofensiva contra quienes han apostado por el emprendimiento individual como una vía de supervivencia más que de crecimiento personal. Una manifestación de independencia a la que una parte de la ortodoxia comunista ha señalado como peligrosa, no tanto por el desafío que representa para un poder de tinte absolutista sino por constituir la mejor prueba de un fracaso político.