Inicio Cuba COVID-19 en Guantánamo: ¿A quién culpar por los muertos?

COVID-19 en Guantánamo: ¿A quién culpar por los muertos?

(Foto: Havana Times)

GUANTÁNAMO, Cuba. – Pese a las expresiones triunfalistas de los dirigentes cubanos acerca del control sobre la pandemia de COVID-19, los casos de contagios en Guantánamo se mantienen en alza.

Tal y como muestran sucesivos reportes del Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP), la provincia continúa siendo una de las de mayor índice de contagios en todo el país. Solo este martes la provincia registró 82 casos, mientras que ayer, lunes, fueron 79.

Según confirmaron a CubaNet bajo anonimato dos médicos que trabajan en el Hospital Universitario Clínico Quirúrgico Dr. Agostinho Neto, en la jornada de ayer falleció una doctora nombrada Kenia Rojas, especialista en Radiología.

Este martes, las autoridades sanitarias de la Isla reportaron tres fallecimientos, dos de ellos de ciudadanos de Guantánamo. Aunque, como suele ocurrir en estos casos, no se identificó a las víctimas, se supo que los fallecidos fueron un hombre de 64 años y una mujer de 50, ambos residentes en la cabecera provincial.

La situación en el territorio es alarmante, a pesar de los anuncios que transmiten reiteradamente los medios oficialistas pidiendo a los ciudadanos que se cuiden y de los reclamos de las autoridades para que se respeten las medidas adoptadas.

Se ha aplicado el toque de queda y se amenaza a la población con multas. Sin embargo, la COVID-19 continúa propagándose, muestra de que no es precisamente con represión y medidas extremas como se le pude limitar.

Los resultados ofrecidos por el Dr. Francisco Durán García, director nacional de Higiene y Epidemiología del MINSAP, en los últimos días ilustran sobre la magnitud de la amenaza que confrontamos. No solo continúan falleciendo personas, sino que crece el número de contagiados y de sospechosos.

Una información publicada el pasado viernes 22 de enero por el periódico Venceremos, órgano oficial del comité provincial del Partido Comunista de Cuba (PCC) en Guantánamo, la tasa de contagios de la provincia era de 167,86 por cada 100 000 habitantes, la más alta del país.

¿Toda la culpa es de los ciudadanos?

Se sabe que  el virus SARS-CoV-2 es altamente contagioso y que cumpliendo estrictamente los protocolos higiénico-sanitarios establecidos se logra limitar su propagación, pero, al parecer, hay otras aristas que están incidiendo en los hechos.

Las autoridades cubanas que habitualmente comparecen ante la televisión insisten en que la principal causa de la propagación del virus es la indisciplina de los ciudadanos. Si esto fuera así de absoluto, ¿cómo entender que varios dirigentes del Poder Popular del municipio El Salvador, provincia de Guantánamo, resultaron contagiados con la enfermedad? ¿Cómo entender que la doctora que lamentablemente falleció hoy en Guantánamo se contagió, cuando se presume que trabajaba protegida de la enfermedad?

El pasado sábado se rumoró aquí que una de las causas que estaba atrasando los resultados del análisis de las muestras remitidas a Santiago de Cuba fue que varios trabajadores de un laboratorio de esa provincia fueron contagiados por la enfermedad. Se supone que ese personal especializado conoce perfectamente los riesgos a los que se expone y que en esos lugares las medidas de protección se cumplen rigurosamente.

Muchos coinciden en que la principal causa de la propagación de la enfermedad es el estado deplorable de la economía castrista. El desabastecimiento de los mercados desde mucho antes de la aparición del “virus chino” –como lo llama mi colega y amigo el Dr. René Gómez Manzano– provoca la aglomeración de personas, algo que también se aprecia en las farmacias. Si la economía cubana no estuviera marcada por su baja productividad, ineficacia y trabas a los campesinos para que comercialicen directamente sus productos, las colas no existirían en nuestro país, porque esa es otra de las pinceladas paisajísticas añadidas a nuestra realidad después de 1959. ¡Y de esto los medios oficialistas no hablan absolutamente nada mientras dedican muchísimo tiempo y espacios para denunciar “la crisis económica de EE.UU.”!

Todavía este mes no han sido vendidos el jabón y la pasta dental que se suponía ya deberían estar situadas en las bodegas encargadas de comercializar la llamada canasta básica. Adquirir esos productos en la red de tiendas a las que hay que acudir con una tarjeta de moneda libremente convertible es algo difícil por las sempiternas colas o porque, sencillamente, el producto no existe. Si a ello unimos el hecho de que un pomo de hipoclorito ahora cuesta 125 pesos cubanos (CUP) -unos 5 dólares, según el tipo de cambio actual- y uno de solución alcoholizada 55 CUP –unos dos dólares- pudiera  entenderse por qué gran parte de la población no puede cumplir con las medidas higiénicas que exige una situación como esta. Súmese a ello el hecho de que en Guantánamo no se  fumigan con cloro las principales calles de la ciudad.

Otra cuestión que ha incidido en el crecimiento de la pandemia es que a las personas sospechosas se les indica que permanezcan en sus domicilio, pero no existe un control eficaz sobre ellas. Otros ciudadanos que han sido aislados en lugares habilitados por las autoridades, como hospitales de campaña , se quejan de las malas condiciones de alimentación e higiene que existen en ellos, lo que provoca que se fuguen a sus domicilios con el consiguiente riesgo para sus familiares y el resto de la población.

Todo lo expuesto contribuye a la propagación de la epidemia, pero, sin dudas, la responsabilidad mayor recae en las autoridades cubanas; primero, porque decidieron abrir el país a los vuelos internaciones sin haber creado todas las condiciones para enfrentar eficazmente ese reto; luego, porque son los máximos responsables del estado calamitoso en que está la economía de la Isla.

Culpar siempre a los ciudadanos de ser los máximos responsables por la expansión de la COVID-19 no solo es injusto, sino manipulador. Aunque para la dictadura, cada vez que le conviene, la culpa tiene Liborio.

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Roberto Jesús Quiñones Haces

Nació en la ciudad de Cienfuegos el 20 de septiembre de 1957. Es Licenciado en Derecho. En 1999 fue sancionado de forma injusta e ilegal a ocho años de privación de libertad y desde entonces se le prohíbe ejercer como abogado.
Ha publicado los poemarios “La fuga del ciervo” (1995, Editorial Oriente), “Escrito desde la cárcel” (2001, Ediciones Vitral), “Los apriscos del alba” (2008, Editorial Oriente) y “El agua de la vida” (2008, Editorial El mar y la montaña). Obtuvo el Gran Premio Vitral de Poesía en el 2001 con su libro “Escrito desde la cárcel” así como Mención y Reconocimiento Especial del Jurado del Concurso Internacional Nósside de Poesía en 2006 y 2008 respectivamente. Poemas suyos aparecen en la Antología de la UNEAC de 1994, en la Antología del Concurso Nósside del 2006 y en la selección de décimas “Esta cárcel de aire puro”, realizada por Waldo González en el 2009. Roberto Quiñones fue encarcelado por el régimen cubano durante un año, entre septiembre de 2019 y septiembre de 2020, como represalia por ejercer el periodismo.