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Creadores artísticos y literarios acusados de propaganda enemiga

MIAMI, Estados Unidos.- Estoy en el noticiero del Canal 41, América TeVé, en mi segmento La Mirada Indiscreta, comentando un acontecimiento cinematográfico que acontece por estos días en Miami, y es el estreno exclusivo del filme “There is no evil”, dirigida por el iraní Mohammad Rasoulof, en Coral Gables Art Cinema.

El presentador del programa siguiente, A Fondo, Juan Manuel Cao, periodista, escritor y expreso político, se interesa al escuchar que Rasoulof, fue acusado de “propaganda enemiga” por ostentar una filmografía comprometida con el destino aciago de su país.

Juan Manuel me comenta que, casualmente, esa había sido la misma imputación por la cual cumplió años en las mazmorras castristas.

Siniestra coincidencia, consustancial a los regímenes tiránicos donde quiera que opriman a sus pueblos, incapaces de respetar la más sagrada condición del ser humano: la libertad.

“There is no evil” aborda el tema de la pena de muerte en Irán mediante cuatro historias de personas conminadas a ejecutarla, de modo obligatorio, según los parámetros del régimen iraní, y las consecuencias que conlleva en sus vidas respectivas y en la sociedad.

Durante el Festival de Cine de Berlín del 2020 la película resultó ganadora, y el director no pudo ir a buscar su premio por estar en arresto domiciliario, pendiente de juicio. Este año, el Festival lo incluyó entre los miembros de su jurado y, de nuevo, no lo dejaron asistir, tuvo que ver las películas a distancia.

De hecho, Mohammad Rasoulof tiene residencia en Hamburgo, donde su familia lo aguarda, esperanzada. El director, sin embargo, considera que, como artista, está comprometido con la verdad sobre su país y paga las terribles consecuencias.

“There is no evil” se filmó de modo clandestino, sin que apareciera el nombre del realizador en los permisos oficiales solicitados, y los cuatro cuentos se filmaron como si fueran cortometrajes independientes. Las locaciones fueron distantes de los centros urbanos, y la producción ocurrió más en interiores, protegida de potenciales censuras.

A diferencia de otras sociedades cerradas como la iraní, donde la autocracia ofrece recursos para que directores oficialistas realicen versiones edulcoradas de la realidad, los grandes creadores de esa importante cinematografía se atreven a publicar declaraciones públicas apoyando a Rasoulof.

“Propaganda enemiga”, “Diversionismo ideológico”, términos que también ha utilizado, a sus anchas, el castrismo contra supuestos enemigos de sus mandatos.

El gran documentalista Nicolás Guillén Landrián fue defenestrado por ensayar una estética única, reveladora y temprana sobre las tropelías del régimen, cuando Castro era alabado por la intelectualidad internacional.

Preso, sometido a electroshocks, humillado, desprotegido, anulado como ser humano: de tal modo sufrió el más original de los cineastas cubanos.

Afortunadamente, ya los represores no suelen ser elogiados en foros mundiales ni se consideran la esperanza de sus pueblos, y los cineastas iraníes reciben la pleitesía que merecen en los festivales y donde quiera que hagan acto de presencia.

En Cuba, hasta los directores considerados clásicos sufrieron el miedo. Solás y Gutiérrez Alea, entre otros, supieron que pertenecer a la élite del ICAIC tenía sus requerimientos. El primero quiso asilarse temprano en Francia, el segundo revela un universo de injusticias y contradicciones que lo desfavorecieron ante Alfredo Guevara, según consta, en su correspondencia publicada.

Mientras el Festival de Cine de Berlín protesta, en carta dirigida al régimen de Irán, por las injusticias cometidas contra Mohammad Rasoulof, en el año 2017, sin embargo, el Havana Film Festival de Nueva York excluyó de su competencia la película “Santa y Andrés”, de Carlos Lechuga, que ya estaba censurada en Cuba, porque según los organizadores formaba parte de “chismes políticos” inconvenientes para el desenvolvimiento del evento.

La directora del festival por aquel entonces dijo que su misión era la de crear puentes, y el ambiente suscitado por la película de Lechuga no cumplía dichos propósitos.

Luego de ser presentada en algunos de los principales festivales internacionales como los de Toronto y San Sebastián, “Santa y Andrés” fue excluida del de La Habana, donde sigue prohibida hasta el día de hoy.

Al igual que Rasoulof, Lechuga decidió quedarse en su país y ahora mismo se encuentra enfrascado en la realización de lo que será su tercer largometraje.

Durante los días azarosos que siguieron las controversias despertadas por “Santa y Andrés”, Lechuga sufrió los embates de la policía política, transfigurada en aparentes mensajeros de buena voluntad que se preocupaban por su desarrollo personal y artístico

En el interín, publicó una novela en la Editorial Hypermedia, “En brazos de la mujer casada”, y escribió reveladores textos sobre sus angustias individuales y sociales, en medio de la debacle castrista. No lograron doblegarlo, por mucho que lo intentaron.

Tanto Carlos Lechuga como Mohammad Rasoulof pertenecen a un respetable grupo de artistas empeñados en contar la realidad, aunque eso signifique sufrir las embestidas de la intolerancia y la represión.

Cine Cubano en Trance con Alejandro Ríos.
Dilucidar la isla y su cultura a partir del séptimo arte que la denota. La intensa quimera de creadores, tanto nacionales como foráneos, que no cesan de manifestar una solidaria curiosidad por tan compleja realidad, es parte consustancial de esta sección.

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