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Cuba entre estantes vacíos Cubanet

Bolsas de yogur en la Plaza Carlos III. El resto de los estantes, vacíos (Archivo)

LA HABANA, Cuba.- Los anaqueles vacíos de los productos esenciales para casi todos los cubanos en las tiendas recaudadoras de divisas (TRD) propiedad del Estado, demuestran la pésima situación de las finanzas en Cuba, por el fracaso de la Actualización del Modelo Económico implantado desde 2011 y la indolencia de los aspirantes a consolidar el poder personal, mientras el pueblo aguanta.

El gobierno ha cortado las importaciones, incluidos los alimentos, por carecer de dinero, cuando no se produce para sustituirlas y exportar debido al bloqueo interno a las fuerzas productivas, mucho más lesivo que el embargo-bloqueo de Estados Unidos y el declive de la asistencia económica de Venezuela. Las compras y producciones domésticas se destinan prioritariamente a abastecer el turismo. A casi 60 años de sacrificios para alcanzar el llamado socialismo próspero y sostenible, los cubanos se han ganado con creces la educación y la asistencia médica universal, que el gobierno proclama como dádivas. Cuba tenía problemas económicos y sociales en 1959, pero estaba entre los países más avanzados a nivel mundial, y habría podido desarrollar la democracia con la libre participación de todos sus ciudadanos.

Poco después de 1959, todas las generaciones han recibido la “libreta de abastecimiento”, hoy casi sin productos, pero documento esencial desde el día del nacimiento en “El Dorado” socialista. Los hábitos nutricionales de las distintas camadas de cubanos se han formado según los precios más bajos en el mercado internacional y los créditos impagados, la disponibilidad de mercancías en los países socialistas europeos, las predilecciones de Fidel Castro por las pastas y las pizzas, con solo una muestra de la salsa de tomate y queso de ínfima calidad, y los petrodólares de Venezuela.

Los cubanos hemos tenido la generación de chicharos, arroz, merluza y huevos; la generación de latas de carne rusa y col rellena búlgara; la generación de la “bonanza” con jamón de Checoslovaquia, quesos fabricados por el Comandante en Jefe, piernas de puerco, conejos, pargos y otras delicadezas, comercializados en algunos mercaditos principalmente en La Habana; la generación del Período Especial desde 1994 con algunos huevos y pescados tilapias, sin viandas ni frutas, pero con el auge del “invento para subsistir” o mercado informal nutrido por el robo y la corrupción, fomentados por las políticas voluntaristas del partido-gobierno; la generación con respiración asistida por las remesas llegadas de los “gusanos” emigrados a Estados Unidos y el aliento al gobierno por Hugo Chávez, favorecedores de los surtidos en las TRD con productos “de afuera”, sobre todo los pollos norteamericanos; la generación de los “perritos” (salchichas), el picadillo de pavo y los cuadritos de sopas apresuradas para atrapar algún muslo de pollo en una lejana shopping-TRD, pero defraudada al encontrar los anaqueles vacíos o quizás con mollejas y algún paquetico de tasajo caro.

“Por su larga tradición ganadera, el consumo de carne en Cuba fue siempre muy elevado, y los ingenios situados en las zonas de Sancti Spíritus y Puerto Príncipe (Camagüey) daban a sus eslavos, exclusivamente, carne fresca, que resultaba más barata que el tasajo”, (tomado de El Ingenio, Tomo II, Manuel Moreno Fraginals).

Según el Censo de 1953 había 5 829 029 personas, y en 1957 se contaban más de 5 millones de cabezas de ganado, una proporción de 0,84 reses por habitante, mientras el per cápita mundial era de 0,32. En 2015, la población era de 11 239 004 habitantes y se reportaba 4 045 900 cabezas de ganado, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). La comercialización oficial de carne de buena calidad es muy fortuita y cara, prácticamente vedada a los cubanos.

Según el censo ganadero de 1952, existían 1 367 000 vacas, de ellas 827 000 lecheras. En 1957, la producción anual de leche se calculaba en más de 700 millones de litros. De la producción total, La Habana consumía alrededor del 17% y el resto del país el 65%. Las industrias derivadas el 35% (leche enlatada, queso, mantequilla). En 1956, el consumo promedio anual de carne era de 144 libras per capita; 213 libras en La Habana y 58 libras en el resto del país (1), cubierto por la producción nacional. (1)

La carne de cerdo era muy gustada, pero su precio normalmente duplicaba el de la carne de res debido a la inexistencia de grandes centros criadores; se consumían unas 14 libras per cápita anuales. El censo ganadero de 1952 reportó la existencia de 1 285 000 cerdos, y el criollo era muy apreciado sobre todo para asado en púas como plato nacional en festividades o como emparedado vendido por todo el archipiélago. El 60% de la manteca se importaba de Estados Unidos. La producción de jamones se calculaba en 4,5 millones de libras y tocino en 6 millones de libras (Leví Marrero: Geografía de Cuba). Por su poca oferta y altos precios, desde hace décadas es muy rara en la mesa cubana.

En 1957, se producían 10 millones de pollos para 30 millones de libras de carne limpia y el consumo de huevos era elevado. El gobierno ha procurado cubrir las necesidades nutricionales con la venta de unos 5 huevos al mes por el racionamiento, e inestable en el mercado libre. Actualmente se promueve la inversión extranjera para reanudar la cría de pollos, según Juventud Rebelde, 23-6-2017. Por otra parte, el consumo de pescado es ínfimo al prohibirse la pesca y la comercialización, y los mariscos no han sido degustados por la mayoría de las generaciones, a veces conocedoras de su exportación.

Luego de 1959, los megaplanes en el fomento de la ganadería bovina para producir más leche que Suiza, de cerdos, aves, peces, azúcar, cereales y tubérculos perecieron por la estrangulación antropológica del Partido-Estado aplicada a los campesinos, técnicos en el terreno y especialistas de los centros de investigaciones, así como por el derroche de los recursos, más que debido a la insostenibilidad económica autóctona. Los fracasos se achacaron solo a las plagas, la caída de las subvenciones en el Período Especial, el embargo-bloqueo de Estados Unidos, las inundaciones y la sequía.

Probablemente continuarán aprisionados los trabajadores por cuenta propia, se incrementará el desabastecimiento de productos, y habrá mayores restricciones energéticas, pero tendremos elecciones “democráticas” y el Producto Interno Bruto (PIB) supuestamente crecerá. El caótico fardo legado por los dirigentes históricos, a partir del 24 de febrero de 2018 deberá ser desanudado por los herederos que incluso contribuyeron a liarlo.