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Cuba ignora reformas pro mercado en China

Díaz-Canel junto a Xi Jinping en 2014 (Foto: Instituto de Estrategia)

LA HABANA, Cuba. – Hay consenso en que las reformas implementadas en 1978 en China por el gobernante Deng Xiaoping marcan un antes y un después en la historia más reciente de ese país. Fue el inicio de la aplicación de mecanismos de mercado en la economía que dejaban atrás el excesivo centralismo  gubernamental.

Antes de esa fecha el gigante asiático era una nación atrasada, con una economía ineficiente y altos niveles de pobreza entre su población. Las políticas voluntaristas llevadas a la práctica por el líder comunista Mao ZeDong, entre las que destacaron el Gran Salto en 1958 y la Revolución Cultural de 1966, solo sirvieron para profundizar las calamidades que padecía ese país.

Tras la muerte de Mao en 1976, y la posterior rehabilitación de funcionarios caídos en desgracia -entre ellos Xiaoping- inició la apertura económica en China. Hubo cambios en la agricultura, las empresas estatales, el sistema de precios, el sistema financiero y el comercio internacional; todo en el contexto de una paulatina reducción de la presencia estatal en la economía.

Particular impacto causó el permiso otorgado a las granjas colectivas para que vendieran parte de sus producciones a precios de mercado, además del significativo impulso dado a las relaciones monetario-mercantiles entre las entidades estatales. Y, muy importante: se dejaría de estigmatizar a las personas que acumularan riquezas como consecuencia de su trabajo honrado.

Por supuesto, los resultados de semejante estrategia no se harían esperar. Desde 1978 el Producto Interno Bruto (PIB) de China  ha experimentado un crecimiento promedio del 8%, y el país se ha convertido en uno de los principales productores de alimentos y manufacturas, en especial de equipos electrodomésticos y textiles.  El nivel de vida del pueblo chino se ha elevado -aunque aún persisten bolsones de pobreza extrema en algunas regiones del país-,  mientras que la nación ya clasifica, según la mayoría de los especialistas, como la segunda economía del mundo.

Pese a la estrategia económica que aleja a China de las prácticas tradicionales del sistema comunista, los gobernantes cubanos celebraron por todo lo alto este 1ro de octubre el setenta aniversario de la proclamación por Mao Zedong de la República Popular China.  Claro, hay que tener en cuenta que en el plano político no hay cambios significativos, pues se mantiene la supremacía del Partido Comunista y la no observancia de las libertades individuales de la ciudadanía.

Tales consideraciones deben de haber influido en la manera en que el oficialismo cubano recordó la fecha. Tanto en un artículo aparecido en el periódico Granma el pasado 1ro de octubre (“Cuba celebra los 70 años de la fundación de la hermana República Popular China”), como en un discurso posterior del primer vicepresidente Salvador Valdés  Mesa, las exaltaciones fueron para la memoria de Mao, las supuestas bondades del sistema socialista y las políticas implementadas por el actual gobernante Xi Jinping. En ningún momento se pronunció el nombre de Deng Xiaoping, ni las medidas económicas que posibilitaron el despegue del gigante asiático.

Ese modo de rememorar la fecha no ha sido casual. Se trata de otra muestra de la pertenencia del presidente Díaz-Canel y su equipo de gobierno a la línea dura contraria a los cambios económicos que se vislumbraron al inicio de la actualización del modelo económico cubano. Porque, tal y como reza una máxima muy recurrente, “a buen entendedor, con pocas palabras…”.

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