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Cuba, un país envejecido expuesto al coronavirus

(Foto: Archivo)

PUERTO PADRE, Las Tunas. –  La Federación Catalana de Caza a propósito de la pandemia de COVID-19, la semana pasada publicó una carta con recomendaciones a sus afiliados pues… “la edad media de los cazadores es en general elevada y son las personas mayores las más vulnerables en caso de contagio”, leí pensando en la envejecida población cubana.

Ahora el nuevo coronavirus mantiene a España en Estado de Alarma, con las calles de sus ciudades desiertas. ¿Qué sucederá en Cuba?

El COVID-19 se destapó en Cuba la semana antepasada portado por tres turistas italianos, uno de ellos de 61 años de edad.

Según especialistas, “las personas mayores de 60 años, sobre todo si presentan patologías crónicas de tipo cardiovascular u otros factores de riesgo como hipertensión, diabetes, tabaquismo, problemas respiratorios, pacientes con cáncer y los inmunodeprimidos, tienen un mayor riesgo ante el virus”.

En 2018 fallecieron en Cuba por enfermedades cardíacas 25 mil 684 personas, la mayoría de ellas mayores de 60 años. Los tumores malignos provocaron 24 mil 902 muertes, las enfermedades cerebro vasculares 9 mil 891 y las neumonías, concurrentes con esta pandemia, y son la cuarta causa de muerte entre los cubanos, provocaron 8 mil 248 fallecimientos, también, en su mayoría, entre personas mayores de 60 años.

¿Qué sucederá entonces con la envejecida población cubana, potencialmente en riesgo, si el coronavirus se propaga en ella?

Cifras del Censo de Población y Vivienda de 2012 dicen que, el 18,3% de la población cubana, entonces compuesta por 11 millones 167 mil 325 personas, tenían 60 años o más. Dicho de otro modo: ya en 2012 había en Cuba poco más de 2 millones 43 mil 620 personas de “edad avanzada”.

Pero al cierre de 2017 las personas mayores de 60 años ya representaban el 20% de la población cubana, y según fuentes oficiales para 2025 los cubanos de “edad avanzada” representarán el 25% de la población de Cuba. El municipio Plaza de la Revolución, en La Habana, ya tiene el 27,6% de su población con más de 60 años de edad.

Para Ham Chande, galardonado con el Premio Nacional de Demografía, México 2009, la “edad avanzada” no es un problema, sino una acumulación de cumpleaños. Las dificultades se producen cuando en esa etapa de la vida se “incrementan los riesgos de perdidas en las capacidades físicas y mentales” y aparecen “deterioros en la salud de consecuencias incurables y progresivos”.

En Población, crisis y perspectivas demográficas en México, Chande dice que, la vejez produce un regreso a la dependencia familiar y a la sociedad toda en general con sustanciales demandas de manutención y cuidado.

Pero no pueden satisfacerse plenamente demandas progresivas de manutención y cuidado de una población envejecida de forma creciente, aglomerada en las ciudades, en una nación con escaso incentivo espiritual y material para el trabajo, campos labrantíos improductivos y maquinaria agrícola y fabril obsoleta, como es el caso de Cuba.

En Cuba, con carencias nutricionales, miles de mujeres y hombres en edad de jubilación permanecen trabajando porque no les alcanza el dinero para sostenerse ellos mismos, o para ayudar a la manutención de la familia. Retirarse luego de pasar más de 50 años de trabajo agotador y mal pagado y pasar la vejez en sitios de descanso apacibles para los cubanos es una fantasía.

Más del 50% de la población cubana envejecida reside apretujada en las grandes urbes. Según investigaciones demográficas, uno de los rasgos distintivos del envejecimiento poblacional en Cuba es su aglomeración en las ciudades. Si el 76,8% del total de la población cubana reside en zonas urbanas, en el caso de las personas mayores de 60 años esa cifra se incrementa al 79,7%.

Cabe preguntarse: ¿Cómo vive esa envejecida población en las deterioradas ciudades cubanas? ¿Cómo sufrirán esos ancianos una pandemia de coronavirus cuando en no pocas ciudades de Cuba hasta el agua es escasa?

Organismos internacionales especializados concuerdan que, existe hacinamiento cuando hay más de dos personas por habitación para dormir en una vivienda. Según cifras oficiales, de 2012 de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), el indicador nacional promedio está entre 1,7 y 1,8 personas por dormitorio, lo que se acerca, pero no llega al índice de hacinamiento de la población total.

No ocurre igual con no pocas viviendas donde residen solas personas mayores de 60 años; el 11,2%, esto es, 226 mil 430 de estas personas, viven en condiciones de hacinamiento. Pero también en el 19,4% de los hogares cubanos donde al menos reside un adulto mayor existe hacinamiento. En esas condiciones de aglomeración de personas vulnerables a la pandemia… ¿Qué sucederá con la envejecida población cubana si el coronavirus se expande por toda Cuba?

Cuando uno lee las medidas de seguridad pública y control fronterizo, esto es, de seguridad de los estados, tomadas por naciones civilizadas y las compara con las encabezadas por el régimen castrista no puede sino alarmarse, por el estado de peligro en que vivimos los cubanos.

Sí. Ojalá que cuando concluya esta pandemia, Cuba sea un país, al menos, someramente a salvo de COVID-19. Ojalá que el coronavirus no se propague por toda Cuba y nuestra envejecida población, potencialmente en riesgo, no muera por docenas, aglomerada como está en ciudades donde falta agua, jabón, papel higiénico, medicamentos, alimentos…

Pero esa sólo es una plegaria: “¡Ojalá no suceda!”

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