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Cuba, vacaciones y temporada ciclónica

Cubanos en una playa de La Habana (Foto EFE)

LA HABANA, Cuba. – En el mes de junio hay dos acontecimientos dignos de analizar por la repercusión que tendrán en la economía y la sociedad cubana: la terminación del curso escolar 2018-2019, que dará paso a las vacaciones de verano de niños y adolescentes, y el comienzo de la llamada “temporada ciclónica”.

Se estima que en la actual temporada estival pasaran a actividades de descanso y ocio 1,7 millones de niños y más de 150 mil maestros. Si a ello añadimos el personal auxiliar de las escuelas, y los alumnos y profesores de las universidades que también recesan, la cifra de personal fuera de servicio alcanzaría los 2 millones, o lo que es lo mismo: un 20% de la población en la calle.

Podríamos sumar también a algunos padres que toman vacaciones en estos meses porque no tienen quién les cuide los niños, algo que ocurre año tras año.

La preocupación es tan grande que el pasado 22 de mayo Miguel Díaz-Canel creó un Grupo de Trabajo para la atención a la recreación. “Será un verano en el que tendremos que continuar defendiendo el ahorro y el uso óptimo de los recursos”, dijo el gobernante. En la retórica de la dictadura, sus palabras deslizan el hecho de que no habrá mucho que disfrutar en julio y agosto.

Lo más relevante de toda esta situación es la cantidad de personas que desde fin de mes estarán sin ninguna obligación y con la posibilidad de salir a la calle a recrearse, hecho que contrasta con la actual falta de recursos para poder elevar la calidad de vida de la población.

Conviene recordar la diatriba contra el pueblo de Cuba que utilizó hace no mucho Roberto Morales Ojeda, vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, cuando dijo: “…un verano alegre (…) poseedor de una gran carga cultural, ideológica y también formativa”.

El otro factor a tener en cuenta es el inicio de la temporada ciclónica, que se extiende hasta el 30 de noviembre. Para este año la Administración de Océanos y Atmósferas de los Estados Unidos de América (NOAA, por sus siglas en inglés) ha estimado una actividad de entre 9 y 15 huracanes; de ellos, entre 4 y 8 podrían alcanzar las máximas categorías. Cabe recordar que en el mes de mayo se formó Andrea, una tormenta sub tropical fuera de la temporada.

Sin embargo, en una intervención en el programa televisivo Mesa Redonda, la doctora Miriam Teresita Llanes, jefa en funciones del Centro de Pronósticos del Instituto de Meteorología, dijo que se pronosticaban para esta temporada ciclónica 11 tormentas tropicales o huracanes, y que 6 de ellos pudieran llegar a huracán. Como puede constatarse hay diferencias entre un pronóstico y otro; pero lo que sí está claro para todos los que vivimos en la isla, es que, una sola tormenta puede desbastar cualquier provincia, más de lo que ya están.

Junio es el segundo mes del período lluvioso en Cuba y, generalmente, el más lluvioso del año en la isla. Una parte considerable de las precipitaciones está asociada a eventos lluviosos de varios días de duración, que suelen ocurrir en las primeras dos semanas del mes.

No hay que ser astrólogo, ni cartomántico, ni manejar alguna otra actividad de predicción, para saber que con la crisis habitacional que hay en el país y la falta total de mantenimiento a las viviendas, las lluvias vendrán acompañadas derrumbes parciales y totales, y lo más triste, la posibilidad de que algunos habitantes de las derruidas instalaciones fallezcan.

Si entramos en el 40% de probabilidades del que habla la Dra. Llanes y nos azota un huracán, tendríamos tiempos más difíciles que los actuales, porque se afectarían las pocas plantaciones de las que estamos sobreviviendo y, además, se paralizarían actividades de servicios como la electricidad, el agua, el gas y la telefonía, de vital importancia para el quehacer diario.

He oído a personas decir: “Ojalá que venga un huracán para que se acabe esto”. ¡No, por favor, eso es un gran error! Los que dirigen el país y están en las altas esferas no tendrán problemas porque lo que deje a su paso el huracán lo solucionarán de forma inmediata con los recursos del pueblo. Sin embargo, los que nada tienen tendrán menos y se irá incrementando el grado de pobreza en la sociedad.

Aquellos que creen en Dios, deben rogar para que ningún evento meteorológico de ese tipo pase por nuestro archipiélago, sería agravar más la vida de los cubanos de a pie.