Inicio Cuba Cuba y Estados Unidos: ¿Quién tiró la primera piedra? 

Cuba y Estados Unidos: ¿Quién tiró la primera piedra? 

LA HABANA, Cuba. – Era el 5 de junio de 1958. Faltaban seis meses para la victoria de Fidel Castro. Ese día, en la Sierra Maestra, la aviación del dictador Fulgencio Batista bombardeó la zona de los guerrilleros. En carta a Celia Sánchez, Fidel juró: “Los americanos pagarían caro lo que hacen, porque cuando esta guerra se acabe, empezará la mía contra ellos”. 

No obstante, seis meses antes, el 11 de enero, ya Estados Unidos había dejado de vender armas al régimen de Batista.

Más adelante, el 10 de diciembre, el embajador de Estados Unidos en La Habana y el enviado especial William Pawley piden a Batista que deje el poder para evitar más derramamientos de sangre y rechazan la propuesta del general Tabernilla de crear una junta militar sin el dictador.  

A lo largo de varias décadas en el poder, Fidel nunca aclaró el papel de Estados Unidos, ni toda la ayuda que prestó ese país para que terminara la guerra contra Batista. 

La madrugada del 31 de diciembre de 1958, el dictador huyó a República Dominicana. De inmediato comenzó el gobierno de Fidel Castro, que comenzó con tropiezos por desconocer a otros grupos rebeldes e irrespetar la Constitución de 1940, una de las más progresistas del continente. Aun así, los Estados Unidos reconocieron el régimen castrista, el 7 de enero de 1959.

Pocos días después, el 23 de enero, Fidel Castro hizo su primer viaje a América Latina, para agradecer la ayuda prestada por Venezuela. Y ya en abril se decidió a visitar Estados Unidos. En este país cometió el error de confesar a la prensa que había mentido al periodista H. Matthews sobre la composición de la guerrilla.

A partir de esa fecha, comenzó a realizar las famosas confiscaciones, comenzando con las propiedades estadounidenses y terminando con las fábricas cubanas y los medios de comunicación. En todos los casos con expropiación forzosa si los dueños se negaban a entregar sus propiedades. Poco después el gobierno estadounidense inició el embargo comercial.

Durante más de 20 años, Fidel Castro apenas mencionó el “bloqueo” en sus discursos, como si no le importara. Entonces tenía el subsidio soviético y la ayuda de todos los países del Este europeo. 

Un poco después, al ver que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) se desmoronaba, apeló a la suspensión del “bloqueo” como única alternativa para que el socialismo cubano no feneciera y hacer rentable el desempeño de la economía. 

Pero el embargo comercial es asunto del Congreso de Estados Unidos. Ningún presidente de ese país puede derogarlo. Entonces, ¿por qué tanta algarabía frente a un diferendo que ya no tiene solución y que la parte cubana sabía que perdería? 

Hoy, el socialismo cubano está en su recta final. Es un muerto en la carretera. La cúpula gubernamental lo sabe, tanto como el pueblo de Cuba. Solo hay que esperar unos minutos más. Todo lo que empieza mal, termina peor.

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