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De guerreros secretos a colaboradores civiles: una historia tenebrosa que aún no termina

ELN
El Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN) fue creado por un grupo de estudiantes formados en Cuba
(Foto EFE)

LA HABANA, Cuba. – La idea fue de Fidel Castro y de su hermano Raúl: inundar de guerras secretas el mundo, una estrategia de grandes proporciones para dos políticos jóvenes e inexpertos, recién llegados al poder por esos azares del destino, cuyo objetivo era y es instalar a la fuerza gobiernos comunistas en América Latina.

Pero como a inicios de los años noventa el fantasma del comunismo comenzó a desaparecer con el desmoronamiento del bloque socialista, Fidel y Raúl se vieron obligados a pintar de otro color la vieja estrategia.

¿Qué hacer entonces con aquellos miles de hombres entrenados por el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista Cubano, militares, agentes subversivos, revolucionarios, todos entrenados en Cuba?

Todo eso y más nos lo explica claramente Juan F. Benemelis, en su libro Las guerras secretas de Fidel Castro.

Fueron derrotados ambos líderes, porque sus guerras secretas (Frente Farabundo Martí, la nueva joya de Jamaica, las brigadas rojas argelinas, los tupamaros, los montoneros, los macheteros puertorriqueños y hasta el sandinismo de Ortega) resultaron un fracaso.

Cuba, aquella república que luchaba tenazmente por mantener su estatus democrático, de la noche a la mañana se convertía en dictadura a partir de 1959 y, pese a carecer de experiencia, se empeñaba en exportar tiranías comunistas.

Según cálculos conservadores, mucho más de 25 mil personas de varios continentes y más diez mil latinoamericanos, recibían entrenamiento en Cuba, todo pagado por un país que sufría de una mísera Libreta de Alimentos y una economía en ruina ascendente.

Hoy vemos los rastrojos de aquellas guerras ocultas, como prueba irrefutable de un plan macabro que duró cuatro décadas, con un saldo aún desconocido de vidas jóvenes y un país destruido que le debe a las cien mil vírgenes.

Puede decirse que Cuba fue a la bancarrota económica, entre otros factores, por aquel dinero invertido en las guerras ocultas. Hoy, Raúl Castro, en vista de que el fantasma del comunismo ya no recorre el mundo, no viviría en paz si no intenta revivirlo en el poco tiempo que le queda.

Pragmático al fin, obtiene dólares gracias a sus inventos, y para quedar bien con Dios y con el hermano, vende servicios médicos, de maestros, albañiles y asesores militares políticos, todo para obtener moneda dura.

Es una falsedad decir que Cuba no hace política con la salud de los pueblos, que no propaga el comunismo, en el que ya muy pocos creen. Se trata de un programa que se ha desarrollado durante 55 años, con presencia en 124 países y donde han participado más de 400 000 trabajadores. Todos entre “los mejores revolucionarios” de los centros de trabajo.

Aun así, en días pasados, cuando Granma informaba que 68 cubanos que querían emigrar a Estados Unidos habían llegado a La Habana, deportados de México, no dijeron que más de dos mil médicos cubanos habían decidido quedarse en Brasil, en espera de vivir de forma más humana, con un salario digno.

En Venezuela, por ejemplo, han colaborado 140 mil galenos y se han formado más de 24 mil médicos integrales comunitarios. Me pregunto, para finalizar, qué hará el gobierno castrista para cuidar la vida de los colaboradores cubanos, viviendo en un país en guerra civil. ¿Los pondrá por encima del dinero que obtiene, o los traerá de vuelta mientras el caos político-social se resuelve?

Fuentes consultadas:

-Las guerras secretas de Fidel Castro, de Juan Benemelis, Fundación Elena Mederos, Estados Unidos, 2002.

-Juventud Rebelde, La misión de los médicos cubanos es brindar salud, no propagar ideología, 19 de marzo, 2019