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«Donde hay» o la tarea de buscar comida en Cuba

Supermercado en divisas desabastecido (cartasdesdecuba.com)

LA HABANA, Cuba.- “Dónde hay es una aplicación que te ayuda a no saltar de tienda en tienda en busca de comida, pero tienes que tener Internet y carro. Te dice hasta cuánto queda en el almacén, pero tienes que correr porque si no, te quedas”, explica un técnico de celulares de Acosta y 10 de octubre que se dedica a “llenar” los teléfonos de utilidades. Sin embargo, “la falta de comida no se resuelve con nada”.

“Esto es para la gente con dinero”, comenta uno de los clientes del técnico, “es como las mismas tiendas, dime quiénes pueden comprar realmente, ¿es la mayoría la que puede hacerlo?”, y se integra al debate porque la gente ha perdido el miedo a opinar en los espacios públicos aunque no sea con ellos la conversación.

Para los cubanos “desabastecimiento” es una palabra larga y rebuscada, en la calle prefieren decir “hay tremenda peladera” o “la cosa está de madre” para referirse a la situación del país, pero ninguna palabra ni frase resume lo que es salir a buscar comida en La Habana.

“Sales, gastas una ‘pila’ de pesos y regresas con pollo, perrito y hamburguesa, los tres mosqueteros de esta generación”, sin embargo, se le queda el picadillo, una de las cuatro ofertas de las tiendas cubanas. “Aunque puede que te encuentres un jamón o un chorizo vela en Carlos III, si resistes a la peste que siempre hay y sobrevives a la cola del guarda bolsos y la de la caja después”, se queja un vecino del Vedado, pues dice que el departamento de cárnicos de ese centro comercial pareciera que siempre tiene carne podrida o no han limpiado las neveras en años.

Cuatro o cinco variedades de embutidos y dos o tres tipos de quesos se pueden encontrar en el mercado de Galiano, pero nadie compra el producto en su totalidad, sino en pedacitos para las meriendas de los niños y los potajes en la casa. El carnicero del lugar le dice a CubaNet que es mejor comprar por libras, pues los precios en la nevera no bajan de los 15 dólares.

“El otro día en el noticiero dijeron que con el ascenso del nivel del mar nuestros  cultivos de camarones se iban a perder”, dice el vecino del Vedado, y pareciera que cita textualmente al periodista, “y yo me quedé preocupado, porque me voy a quedar sin comer camarones, me voy a morir, y por culpa del calentamiento global nunca nos va a tocar”. Entretanto el hombre señala una de las realidades de la Isla: los mariscos y los pescados dejaron de formar parte de la dieta de los cubanos hace más de 20 años y ahora “estamos contentos si comemos pollo o carne puerco”, comenta.

“Cuando uno llega a esas tiendas parece que hay de todo por la cantidad de gente y por la cantidad de mierditas que hay, que si las compras no comes de verdad, pero la verdad es que somos un grupo de gente desesperada tratando de encontrar comida. Hay que recorrer las tiendas para entender lo que digo”.

“El mercadito de Línea y 12 promociona en la pared 13 productos frescos y si acaso encuentras uno. Ahora mismo solo están ofertando picadillo de res que por su calidad ni los mismos dependientes te recomiendan comprarlo, eso, además de las confituras, y todo de la marca Gourmet, que puede que sea muy buena, pero coño, qué cara es, por lo menos a mí no me da la cuenta”, dice.

En la misma situación se encuentra El Tángana o el mercado del Focsa, donde los productos son de otra marca, pero venden conservas de maíz dulce, champiñones u otros encurtidos a 4 CUC como promedio. Cafés importados de Chile o Nescafé, un stand completo de al menos 6 tipos de puré de tomate, mientras las pastas, por ser todas italianas, cuestan 3, 4 y hasta 7 CUC en cualquier tienda habanera.

En muchos lugares terminan rebajando los productos porque nadie los compra y se vencen. Así que los cubanos consideran un lujo cuando pueden comprar los cereales para niños de la Nestle en esa ola de rebajas.

“Una comida rápida no se baja de los 5 CUC / 120 pesos cubanos”, dice Dany, que asegura que ella sí camina. “Ahora han abierto una cantidad de mercaditos con los que tú dices bueno ahora sí, pero te das cuenta de que hay, pero no te toca, y de que todo es del mismo dueño: TRD Caribe”. Se refiere a las cadenas de mercados llamadas Minimax o las Artesa, destinadas a vender productos de diferentes proveedores, pero que realmente pertenecen al monopolio GAESA.

Alguien que dice llamarse René asegura que en la Víbora “están quitando todos los contenedores porque no tienen con qué llenarlos”. Había uno Juan Delgado que le ayudaba cuando necesitaba comprar algo, pero ya no está. Para él es increíble “cuando a estos tipos les da por jugar a los políticos honrados y te cierran lo poco que ellos mismos abrieron una vez”.

Al drama de la escasez de comida en las tiendas, según fuentes que no quisieron identificarse, se suman las multas de hasta 500 pesos cubanos que tienen que pagar a la policía los dueños de camiones de viandas en cada punto de control de la capital. En la Isla llevar un plato de comida a la mesa de cada cubano es una tarea cada día más compleja.