Inicio Cuba El comunismo está de vuelta

El comunismo está de vuelta

Proyecto de Constitución (Foto Cubadebate)

LA HABANA, Cuba. – Me cuenta un vecino, siempre optimista acerca de la perfectibilidad del socialismo castrista, que se siente satisfecho de que hayan hecho caso a la propuesta que hizo hace unos meses, cuando asistió a la reunión para analizar el anteproyecto de Constitución. Quería, en aquel entonces, de que en el texto que resultase, el definitivo, en vez de marxismo-leninismo hablasen de marxismo y leninismo como cosas separadas. Según él, aunque no lo debe haber dicho en la reunión, los dos términos juntos, unidos por el guioncito, no son más que el estalinismo.

Esta caricatura de constitución, hipócrita, farragosa, ambigua, llena de contradicciones, hecha para marear la perdiz, sirve para aumentar la confusión de personas como él, que todavía tienen ilusiones de que sus criterios son tenidos en cuenta por los mandamases.

Bastó escuchar las puntillosas explicaciones de Homero Acosta ante la Asamblea Nacional para comprobar el poco caso que hicieron los decisores a las propuestas hechas en las reuniones sobre las modificaciones al anteproyecto. Si acaso alguna palabra fue eliminada o sustituida por otra. Ah, y una trapisonda para evitar que fundamentalistas y homofóbicos voten “NO” en el referendo.

Había que escuchar al Homero de la odisea posfidelista, que no clasifica ni siquiera  como rapsoda de bastón,  disertar sobre el sistema parlamentario y argumentar  en contra de “las elecciones directas que nos quieren imponer”. ¡Total, si a los monarcas nadie los elige y no son cuestionados!

Y ni hablar de la pétrea irrevocabilidad del socialismo, de la preponderancia de la empresa estatal  ni de otro partido que no sea el único.

Cual si fuese poco, ante las preocupaciones de los más fieles de la feligresía, el término “comunismo”, que habían retirado del anteproyecto, lo volvieron a meter de un tirón  en el texto constitucional. Es como un traste viejo e inservible, con el que no saben qué hacer, pero les da lástima tirarlo a la basura y espanto disgustar a los ancianitos retranqueros, siempre aferrados al pasado, renuentes a las innovaciones,  tan supersticiosos  y maniáticos, y que siguen siendo -nadie lo duda, pregúntenle a Díaz-Canel- los que dicen la última palabra.

¡El tan llevado y traído comunismo! Fidel Castro, en 1959, negaba fervientemente ser comunista. Luego, ya apadrinado por los soviéticos,  dijo que había sido marxista y leninista (¿o todo junto, con el guioncito de por medio?) desde que estaba en la universidad. ¡Vaya usted a saber! Con el Comandante nada se podía dar por hecho. Había siempre que asentir: Lo que tú digas, Fidel, ¡y pa’ lo que sea!

El comunismo vuelve a estar ahí. Más por el que dirán que por convicción.  Lo pusieron como quiera, en un rincón de la sala, donde guardan las reliquias. Ni siquiera le pasaron un trapo para quitarle el polvo y la boronilla que acumula, que es mucha. De todos modos, a nadie se le ocurre sentarse en esa poltrona  con comején, para no dar con las nalgas en el piso.

Oigame, ¡comunismo con  timbiriches y pidiendo hasta por señas las inversiones de los capitalistas extranjeros!

Aunque comunismos, lo que se dice comunismos, hubo y hay muchos y muy variados: desde el bolchevismo de guerra de Lenin hasta el de los camaradas chinos, pasando por el de Pol Pot y los Khmers Rojos y el Juche de Corea del Norte. Y el de Fidel, como no.

Si original quiso ser y fue Fidel Castro con su versión del socialismo, sus sucesores, en inventos, brincos y retrocesos, no se quedan atrás. Todos exhiben resultados igual de desastrosos. Para colmo, les falta labia, sesera  y carisma. Lo que tienen de sobra es grisura. Les queda grande, y varias tallas,  el comunismo, en cualquiera de sus tesituras.   Es como si a Romeo Santos, con esa vocecita bachatera,  le diera por cantar “Bohemian Rhapsody”. O “Aída”.  ¿Se imaginan?