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El desastre de una loca Revolución

Prototipo de purificador doméstico de agua creado por el IMRE y el Instituto Superior de Diseño Industrial. Foto Granma

LA HABANA, Cuba.- Algo inusual ocurrió en el periódico Granma, órgano oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Mientras que por los días veinte de octubre se daba seguimiento al llamado “bloqueo económico, comercial y financiero” impuesto por Estados Unidos a Cuba, “…marcado -dice- por ese castigo, como si fuera su pecado mortal” en las páginas del medio, el 27 de octubre, apareció un artículo firmado por Orfilio Peláez, famoso cronista de la ciencia en Granma desde 1984, que nos hizo ver todo lo contrario.

Como para demostrar que lo peor que ocurre en Cuba no es el llamado bloqueo estadounidense, este periodista, premiado en varias ocasiones, resaltó la ineficacia y lo incompetente que ha resultado el Modelo Económico-Social del Proyecto Socialista, puesto en vigor por Raúl Castro desde hace más de una década.

Es evidente pues, que el desastre de una loca y desatinada Revolución, con las torpezas cometidas por Fidel Castro y el Che Guevara, puede verse en la falta de desarrollo del país y en la mala calidad de sus poquísimos productos nacionales.

Así entonces, señaló este avisado colega, la única forma de incrementar la producción de alimentos, desarrollar nuevos fármacos, equipos médicos y medios diagnósticos, crear nuevos materiales para la industria electrónica y las telecomunicaciones, o elevar los rendimientos deportivos, es a través de la generación y empleo de nuevos conocimientos.

O sea que Cuba necesita que la ciencia, la tecnología y la innovación lleguen a ser abanderadas de este proceso. Para nada este experto periodista mencionó el levantamiento del bloqueo como fórmula para lograrlo.

Eso sí, señaló que, con excepción del Polo Científico del Oeste habanero, “en buena parte del resto de la actividad científica nacional, la generalización de resultados validados no ha navegado con igual efectividad”.

O sea, que el inepto gobierno cubano es el culpable.

Peláez hizo referencia a los muchos resultados científicos engavetados u olvidados. Y recordó las causas: desde la falta de financiamiento para desarrollar un producto, hasta la ausencia del necesario acercamiento entre las entidades investigativas y el sector empresarial y productivo.

En pocas palabras: la subestimación que existe en el país ante los logros obtenidos fuera del área de la biotecnología, por lo que se prefiere acudir al mercado internacional para adquirir lo que puede hacerse en el país.

Para demostrar que estaba en lo cierto, Peláez se refirió a los sistemas de purificación de agua para consumo humano y animal, trabajo encabezado por el doctor en Ciencias Gerardo Rodríguez Fuentes, probada su validez y prestigio en el Instituto Finlay. Terminó señalando que después de una larga espera que rebasa ya los 19 años, el resultado sigue sin generalizarse, y el país importa los filtros de agua de procedencia coreana que se ofertan en las tiendas de divisas.

Recalcó Peláez que lo que sucede en el país pone de manifiesto la carencia de mecanismos organizativos y el poco interés que dedica el régimen en buscar soluciones a los problemas de Cuba.

Algo similar también ocurrió, dijo Peláez, con las tabletas anti diarreicas para adultos, de comprobada efectividad, que dejaron de fabricarse no se sabe por qué, así como de otros fármacos elaborados en el Instituto de Ciencia y Tecnología.

¿Quiso decir Orfilio Peláez que esto ocurre en la Cuba castrista? ¿A consecuencia del desastre que ocasionó aquella loca Revolución que puso todo patas arriba desde el primer momento, y ha seguido así hasta el día de hoy?, ¿Aunque se le quiera echar la culpa al Embargo Comercial, consecuencia del despojo arbitrario de las propiedades norteamericanas, sin compensación alguna?

Por supuesto. Todavía el régimen castrista no sabe que nunca como hoy, el progreso de la humanidad está condicionado al avance científico y tecnológico.