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El discurso más cantinflesco de Raúl Castro

LA HABANA, Cuba.- El pasado martes 12, los cubanos de la isla tuvieron noticia de que Raúl Castro había visitado en días pasados la Escuela Superior del Partido “Ñico López” de la capital, para conversar, durante casi tres horas, con más de cien líderes comunistas.

¿Con qué motivo? No se dice. Sólo que compartió algunas ideas acerca del tenso escenario internacional.

¿A cuál escenario se habrá referido el octogenario líder cubano, que sólo hace mención, sin especificar, a conflictos en varias partes del mundo? ¿Serían las relaciones entre Estados Unidos y la Corea comunista; la soledad en la que ha quedado Maduro después de robar de nuevo el poder en Venezuela; a la oposición de grupos en Nicaragua, con agendas específicas, que se empeñan en sacar a Ortega y su esposa del gobierno; al cuarto mandato de Putin como presidente; al desmantelamiento de las estructuras de ETA, organización socialista vasca; o a los dos meses que lleva Lula en una celda por haber metido la pata y la mano?

Me voy por la primera. Raúl se siente preocupado al pensar que sus amigos coreanos se dan las manos con Trump y él, peor que nunca. También le preocupa, es evidente, la caída del izquierdismo en América Latina, donde él se quedó sin asiento.

Aún así, a ciencia cierta no se sabe lo que dijo. Terminó con los viejos hechos históricos que “marcaron a nuestro país”, como el desmerengamiento de la URSS a finales de los ochenta, algo que nada tiene que ver con la realidad de hoy. ¿O será que quiso decir que dicho “desmerengamiento” fue la aplicación de sus llamadas guerras convencionales para derrocar gobiernos?

Vaya usted a saber qué dijo realmente el viejo líder cubano.

Eso sí: sacó a colación una vez más que el arma principal de la Revolución ha sido siempre la unidad. ¡Quién se lo va a creer! ¿Y las purgas, que comenzaron con la micro fracción, siguió con el “caso Ochoa”, luego con los “indignos” Lage, Roque, etc., etc?

Aquí sí que me quedé en ascuas, cuando dijo que ante cualquier coyuntura internacional adversa -cuál Raúl, por favor, dígala-, Cuba seguirá luchando y defendiendo sus principios. Y a continuación hizo referencia clara del período especial o difíciles momentos que “vivió Cuba y que causaron manifestaciones de desaliento entre algunos cuadros”.

¿Será que ya existen desalientos y dio el grito en ese punto, cuando subrayó “hay que morir combatiendo”?

Pero ahora viene lo peor, que no se entiende y si lo imaginamos, tendrán que morir de verdad los cuadros en desaliento.

“Hay que enfrentar abiertamente los problemas.”

¿Cuáles señor mío? ¿No pudiera dar un adelanto, puesto que son tantos?

“Hay que abrir la mentalidad.”

¿Podría explicarme un buen psiquiatra cómo podremos abrir la mentalidad en este caso?

“Hay que actuar con optimismo ante cualquier circunstancia.”

Lo de actuar con optimismo hasta el Bobo de la Yuca lo entiende, pero… ¿”ante cualquier circunstancia”?

¿Qué circunstancia sería esa que no la menciona Raúl?

¿O es el periódico Granma que no pudo o no quiso decirla?

Para terminar, lo de siempre, clarito, clarito: “Esta fue una reunión productiva donde todos los asuntos se trataron con objetividad”. Eso sí, se olvidó del vasito de leche fresca que prometió a cada cubano hace doce años.

Y dio un consejo, el mismo consejo de las seis décadas anteriores, aunque lo señaló como un cambio de método de trabajo: “Que los cuadros del Partido dialoguen con el pueblo y conozcan lo que pasa en los territorios, para que se adelanten a los problemas”.

Por último, agárrense: Raúl, el Primer Secretario, se refirió a “la necesidad de continuar promoviendo mujeres mestizas y negras a cargos decisorios”. ¡De película el caso, compay!