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El entierro de la Constitución del 40 Cubanet

Constitución del 40 (foto archivo)

GUANTÁNAMO, Cuba.- Este 6 de abril se cumplen 65 años del entierro simbólico de la Constitución de 1940 en la Fragua Martiana, una de las primeras acciones estudiantiles en protesta contra la dictadura que estableció Fulgencio Batista el 10 de marzo de 1952.

Entonces la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) era una organización revolucionaria e independiente y no el emplasto comunista en que se ha convertido después de 1959. Aquel día los estudiantes de la entonces gloriosa FEU salieron a las calles habaneras y llegaron hasta la Fragua Martiana para exponer abiertamente sus ideas. Al otro día volvieron a las aulas. Nadie los expulsó de ellas, ni los detuvo, ni los citó para hacerles un acta de advertencia o para amenazarlos, a pesar de que, según los teóricos castristas, vivían bajo la más sangrienta dictadura que ha padecido el país.

La Constitución de 1940 y la Constitución comunista

La Carta Magna cubana de 1940 fue elaborada por una Asamblea Constituyente formada por 77 delegados elegidos democráticamente por el pueblo. Procedían de nueve partidos políticos, tanto del bloque que apoyaba al gobierno como de la oposición. Entre los que apoyaban al gobierno estaba el Partido Socialista Popular (PSP, comunista) que tuvo seis delegados a la Constituyente.

La Constitución de 1940 introdujo innovaciones con respecto a las constituciones cubanas precedentes y fue considerada como una muestra de modernidad y técnica jurídica. Consagró la igualdad de los esposos, la institución del divorcio, los deberes de los padres para con los hijos, el salario mínimo, el descanso retribuido y la protección de la maternidad de la mujer trabajadora. También estableció las bases de un sistema democrático de amplia participación y reconoció derechos elementales del individuo ocho años antes de que la ONU aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La crítica que reiteran los teóricos comunistas contra ella es que nunca fue consolidada mediante la promulgación de leyes complementarias, algo que el castrismo tampoco ha hecho con la Constitución comunista luego de cuarenta y un años de haber sido promulgada.

Lo curioso es que fue un dictador quien derogó la Constitución de 1940 con su zarpazo golpista, pero en el caso de la Constitución de 1976 han sido los propios comunistas —los mismos que la promulgaron— quienes la han enterrado al convertirla en letra muerta a base de violaciones, con la complacencia de las más altas instituciones del país, entre ellas la Fiscalía General de la República (FGR) y todo el sistema de tribunales de justicia, lo cual desmiente su proclamado respeto por la institucionalidad.

En el acto de constitución de la comisión redactora del anteproyecto de Constitución, dirigida por Blas Roca y conformada sólo por militantes del partido comunista, Fidel Castro expresó: “…nuestro propósito, una vez que se haya aprobado esta Constitución, es luchar consecuentemente y tenazmente, para que cada uno de los preceptos de esa Constitución se cumplan, que nadie le pueda imputar a la Revolución jamás, de que acordó leyes y principios que después no se cumplieron…”

En este caso como en tantos otros, las palabras del líder fueron sólo un componente formal de su retórica cansina.

Quien se tome el trabajo de leer ambas constituciones comprobará la gran diferencia que subyace en ambos textos. No podría ser de otra forma, toda vez que la Constitución de 1940 fue el fruto de un ejercicio democrático y concebida para una sociedad plural y el disfrute de todos los derechos civiles y políticos, en la que el estado estaba colocado en un plano de igualdad frente al individuo.

Contrariamente, la Constitución comunista estableció como fuerza superior de la sociedad al partido comunista sin que éste recibiera tal designación en una votación popular frente a otras organizaciones políticas. Así se intentó legalizar la dictadura. Toda su estructura gira alrededor del fortalecimiento del estado y su ideología, relegando a un segundo plano los derechos del individuo. Desde 1959 se practica en Cuba la discriminación política más feroz que jamás ha sufrido el pueblo desde 1902. Partiendo de estos presupuestos no debe asombrar el estado calamitoso en que se hallan los más elementales derechos civiles y políticos aquí.

¿Qué pasaría hoy si a unos atrevidos se les ocurriera salir a la calle para enterrar simbólicamente a la Constitución comunista? No tengo dudas de que serían golpeados por “el enardecido pueblo revolucionario”, detenidos por horas o días en calabozos, sin derecho a la asistencia de un defensor y luego sancionados con elevadas multas o con acusaciones en el caso de los más contestatarios. Posteriormente sus centros de trabajo y de estudio recibirían las visitas de los oficiales de la seguridad del estado, quienes se encargarían de que fueran  expulsados de ellos. Si a alguno se le ocurriera reclamar ante la FGR recibiría como respuesta que ésta no tiene competencia para pronunciarse sobre los casos operados por la seguridad del estado.

Y no sorprendería que el mismo fiscal que diera esa respuesta apareciera en el Granma y hasta ante la mismísima ONU afirmando que Cuba es un estado de derecho donde se respetan todos los derechos humanos. Ya lo hizo el general Darío Delgado Cura, Fiscal General de la República, ante una periodista de Granma el 10 de diciembre del 2015, ¿qué importancia tendría que lo repitiera alguno de sus peleles?