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El exilio cubano es ‘culpa’ de EEUU Cubanet

Salim Lamrani en un panel (Foto: algerieinfos-saoudi.com)

LA HABANA, Cuba.- Salim Lamrani, quien realizó estudios universitarios en París y que viaja muchísimo a La Habana, supone conocer muy bien a Cuba y a los cubanos. Debe ser por eso que de vez en cuando la prensa oficial de la isla le permite perpetrar sus acostumbrados panfletos. Y esta vez sería el Boletín Por Cuba (Año 15 Número 58) quien hizo público otro de sus libelos, para el que el autor escogió como asunto las migraciones cubanas, queriendo demostrar que en los últimos años cambiaron los signos de nuestros vastísimos exilios.

En su artículo “Cuba y el regreso migratorio” Lamrani reconoce la vocación migratoria de los cubanos hacía los Estados Unidos, y muestra algunas cifras. Según asegura, nuestro país era superado únicamente por México en esas escapadas hacia el Norte, y también hace notar que fuimos mayores emisores que gigantes como Brasil y Argentina. El profesor universitario asegura que de 1960 a 1969 más de 200 000 cubanos se marcharon a los Estados Unidos”, para advertirnos luego que en la década anterior el número de inconformes con la vida cubana solo había alcanzado la cifra de 73 000 isleños.

Sin dudas esa diferencia de 127 000 cubanos, en solo una década, es bien significativa, solo que él establece la diferencia a favor de lo que pretende demostrar con su texto. El periodista radicado en París, a tantos kilómetros de esta pequeña isla, advierte como primera razón las sanciones económicas que los Estados Unidos impusieron a Cuba, y que afectan con más fuerza a “los sectores más vulnerables de la sociedad cubana”.

Y en esto último quizá tiene razón. No hay dudas de que los que menos tienen son los que se deciden primero a “brincar un charco” que no es tal charco. Muchos de los que se van están entre los que menos tienen que perder, aunque no siempre es así. Este hombre radicado en París y ocupado con tantos números, este que se da el saltico para conferenciar en algún evento, no menciona, de entre todos los que escogieron al norte como centro de sus exilios, a tantos gestores de nuestras guerras de independencia. Ni siquiera a Martí sugiere.

No me cabe la menor duda de que este señor cree, ciegamente, que la relación de los revolucionarios cubanos, decimonónicos, con los Estados Unidos, es solo la que se puede ver en Elpidio Valdés contra dólar y cañón. Y no, señor, nuestra historia no es un dibujo animado. La relación del exilio cubano con los Estados Unidos no es una caricatura. Nuestra vida es mucho más. Debía saber que de todos los que alguna vez se decidieron por ese exilio, algunos fueron simpatizantes de los alzados en la Sierra Maestra, aunque se marcharan en los primeros años, tras el “triunfo”.

De entre los muchos que se fueron estuvieron también algunos de los alzados, y otros que hicieron “revolución” en el Escambray. Yo sé de maestros voluntarios que prefirieron a ese “Norte revuelto y brutal”. Y son unos cuantos los que ahora desandan las calles de Miami aunque antes empuñaran armas en Angola o Etiopía. Es de una trivialidad impresionante creer que los médicos cubanos que salvaron vidas en tantos sitios del mundo se larguen, únicamente, porque son incitados por el gobierno norteamericano.

Es una payasada enorme creer que los cubanos cruzan, solo por irresponsabilidad, enormes selvas en las que saben muy bien que pueden encontrar la muerte. Quien se sube a una balsa ―y son miles y miles los que hasta hoy lo hicieron― sabe también a lo que se arriesga, y todo lo que compromete quedándose.

Cuando Lamrani analiza el cambio que se produjo después de las medidas aprobadas por Obama, cuando menciona la cantidad de cubanos que vuelven después de hacer un viaje, olvida que muchos de los que hoy hacen esos viajes ya no tienen edad para el exilio, y muy bien que sus familias los advierten…, y los mantienen por acá. Sin dudas este profesor no sabe que de entre todos los que vuelven, algunos son funcionarios que no tienen necesidad de quedarse porque reconocen que pueden salir de nuevo, mientras por acá siguen amasando alguna “fortunita”. Salim debía enterarse que de entre los que regresan algunos son “hijos de papá” que gastan sus dineros, lo mismo en París, en Bodrum, en Varadero o en Nueva York.

Sin embargo él no menciona a todos los exilios. Sería imposible. Él no nombra a quienes “traicionaron” y hoy defienden a Cuba desde la Florida. ¿Se creerán más útiles allí? Sin dudas este país despierta un gran entusiasmo a Salim, aquí se siente atrapado por lo “esencial del socialismo”; eso que, de seguro, defiende en alguna academia europea. Eso es lo que también defienden otros, sin reconocer que tanto entusiasmo puede convertirse en fanatismo. Él sin dudas no entiende que regresar no siempre es comulgar.

Es irresponsable dar tanta cifra sin ir a las esencias. El exilio es también dolor, y quedarse no siempre es comulgar, y para dar pruebas de ello cuento algo que me acaban de contar cuando el timbre del teléfono interrumpió mi escritura. Resulta que hoy paseaba a bordo de un ligero catamarán, por las muy azules aguas de Varadero, el Ministro de Turismo. Me cuentan que lo acompañaban su madre y algunos funcionarios. Todos abandonaron la comodidad de la embarcación para disfrutar de algunos platillos, y el buen buqué de un Johnnie Walker, Blue Label, en alguna terraza del Hotel Aguas azules de la cadena Star Fish. Cuando los meseros corrieron a poner un blanquísimo mantel en la mesa que ocuparía el ministro, alguien se apresuró a decir que no hacía falta, “que el ministro era muy sencillo”. Así beben algunos de los que no se deciden por el exilio. Y para qué, si también aquí pueden beber un Johnnie Walker de más de doscientos dólares. ¿Qué dirá de esto Salim?