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El genocidio comunista como política de estado

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SAN JUAN, Puerto Rico.- Una de las características de los regímenes comunistas es su indolencia hacia la vida de las personas, sobre todo, respecto a aquellos que disienten o se les oponen. Una crueldad que ocultan tras la máscara de supuestos defensores de los pobres y reivindicadores del proletariado, cuando en realidad solo sirven a sus intereses y ambiciones desmedidas de poder y riqueza, de una nueva clase que se apropia de los derechos y el poder que le corresponde al pueblo. Para ellos no hay moral ni principios, pues “el fin justifica los medios”, como sentenciara Vladimir Lenin. El fin supremo del comunista es el poder absoluto, y para conseguirlo todo está justificado: mentir, usurpar, robar, esclavizar, matar….

Hace treinta años el pueblo chino se concentró masivamente en la Plaza de Tiananmen para reclamar libertad y respeto a los derechos humanos. La respuesta no se hizo esperar. La dictadura china envió los tanques para dispersar a los manifestantes, sin embargo, los primeros en llegar se paralizaron ante el valor de aquellos que protestaban. El régimen entonces envió a tropas que masacraron al pueblo. Se calcula en unas 10 000 personas asesinadas por las fuerzas de seguridad del régimen chino durante aquellas protestas.

Nada nuevo en la historia de ese país comunista. Al fundador de su régimen, el dictador Mao Tse Tung, se le calcula haber asesinado a unos 45 millones de chinos.

Se trata de una macabra política de estado aplicada por los dictadores totalitarios, siguiendo la perversa metodología para el sometimiento y esclavización de los pueblos, diseñada por Vladimir Lenin, y perfeccionada por Josef Stalin en la U.R.S.S. Este último, se calcula, mató unos 23 millones de seres humanos.

En Corea del Norte, al fundador del régimen comunista, Kim il Sung, se le calculan un total de 1.6 millones de asesinatos. A otros miles asesinó su hijo y sucesor Kim Jong-il, y otros más su nieto, y actual dictador, Kim Jong-un.

En Camboya, al régimen del sanguinario Soloth Sar, más conocido como Pol Pot, se le estima haber asesinado unos 2 millones de personas.

En Rumanía, el dictador comunista Nicolás Ceaucescu exterminó a al menos unas 80 000 personas.

Las dictaduras totalitarias, más allá de por su corte político, se caracterizan por la total inclemencia ante la vida, sobre todo de quienes se les oponen, o interfieren con sus ambiciosos objetivos de apoderarse del poder absoluto. Así, también vimos como Hitler asesinó a 6 millones de judíos en lo que históricamente se le conoce como el Holocausto. Sin embargo, los regímenes comunistas de Stalin y de Mao Tese Tung, por si solos, mataron a muchas más personas.

Hoy, en América Latina, tenemos tres dictaduras comunistas que están aplicando las políticas de exterminio contra opositores: La dictadura castrista en Cuba, la dictadura de Ortega en Nicaragua, y la dictadura de Maduro en Venezuela.

Al presente, a la dictadura comunista de Cuba se le calcula haber asesinado 7 365 personas. Por su parte, el régimen de Nicaragua ha matado a 561 opositores durante las recientes protestas, y Maduro, por su parte, se estima que ha eliminado a 726 opositores en Venezuela.

Todas estas dictaduras comunistas tienen algo en común: el total menosprecio por la vida de los seres humanos. Un macabro reflejo del carácter inhumano y despiadado de los sistemas comunistas. No en balde el papa Pío XII definió al sistema comunista como “intrínsecamente perverso”

Se trata de regímenes que tienen como política de estado el genocidio contra sus adversarios, y que usan indiscriminadamente la violencia para perpetuarse en el poder. Tales gobiernos no deben tener cabida en el concierto de las naciones civilizadas. Son regímenes que no salen por las buenas.

San Juan, Puerto Rico, 9 de junio de 2019.