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El ‘Gerolán’ de Raúl Castro Cubanet

Raúl Castro en la Plaza de la Revolución (AP)

LAS TUNAS, Cuba.- El general Raúl Castro ha narrado en diferentes ocasiones cómo en diciembre de 1958, a punto de caer la dictadura del general Fulgencio Batista, junto al coronel Rego Rubido, jefe de la plaza militar de Santiago de Cuba, llegó al Cuartel Moncada para convencer a los soldados allí acantonados de la inutilidad de proseguir combatiendo en aquella guerra fratricida.

Según Raúl Castro, antes de poder dirigirse a los soldados, éstos comenzaron a exclamar: “¡Gerolán! ¡Gerolán! ¡Gerolán…!”

Como Gerolán era un compuesto vitamínico reconstituyente del tipo B, fortalecido con hierro, muy usado y ampliamente publicitado en Cuba por esa época, preguntó a los oficiales qué querían decir los soldados del regimiento acuartelados en el Moncada con aquello de “¡Gerolán!”.

Un oficial dijo a Raúl Castro que así llamaban los soldados al sobresueldo o prima sobre el salario por la participación en acciones combativas, dineros que no habían recibido durante meses de guerra, y ahora reclamaban a las nuevas autoridades próximas a instalarse en el poder.

Según un historiador, Raúl Castro prometió a los soldados que hasta ese instante habían defendido la dictadura del general Batista el sobresueldo pendiente, asegurándoles que la “guerra entre cubanos” había concluido.

Pero ni la guerra entre cubanos concluyó aquel ya lejano día de diciembre de 1958, ni los sobresueldos a los militares cubanos concluyeron con aquel “Gerolán” exigido por los soldados en el Cuartel Moncada previo a su rendición.

Cual jugarreta del destino, una especie de Gerolán fortificante por estos días circula entre los militares castristas como en su momento animó a los soldados batistianos en su último mes en Santiago de Cuba.

Precisamente también en diciembre, pero ahora de 2016, el general Raúl Castro firmó el Decreto Ley No. 344 sobre el régimen especial de seguridad social de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), para que esa legislación “responda a las actuales exigencias y garantice a partir de las características propias de esa institución, un tratamiento adecuado al militar y a su familia.”

El asunto no es nuevo. Aunque también el general Raúl Castro ha repetido que ser miembro de las FAR no significa “un medio de vida” sino un sentido de la vida, desde hace muchísimos años los militares cubanos vienen disfrutando de condiciones privilegiadas, incluso, respecto a profesionales muy calificados, concerniente a salarios, viviendas, transporte, asignaciones de comestibles y bebidas, seguridad social y no pocas dádivas, según la nomenclatura, atendiendo a las exigencias de “una alta disposición combativa” y por los “constantes sacrificios en que se desarrolla el servicio militar.”

Respecto a “la alta disposición combativa” y los constantes “sacrificios” que desarrollan los militares cubanos, no resulta ocioso retrotraernos a la Causa Uno de 1989, seguida contra el general Arnaldo Ochoa y demás implicados, quienes por afición o puro gusto de coleccionistas, poseían 186 armas de fuego en sus casas, desde antiquísimas escopetas y viejos rifles hasta modernos fusiles de asalto, lo que hizo al fiscal Juan Escalona preguntar: “Para cumplir las funciones de este departamento (MC) no hacía falta estar rodeados de tantas armas ¿no?”, a lo que respondió el teniente coronel Álvarez Lugo, jefe del departamento de investigaciones de la seguridad del Estado: “Compañero Fiscal, ya se me perdió de la memoria la última vez que nos atacaron los yanquis con armas de fuego”.

Según un ingeniero consultado, sólo en los centrales azucareros, a consecuencia de las técnicas operacionales, los deficientes medios de protección y la maquinaria obsoleta, “los obreros corren más peligro que si atravesaran un campo minado o permanecieran bajo fuego artillero”, riesgos que no corren los militares cubanos desde los ya lejanos días de las guerras en África.

Pero si las pensiones de los militares castristas pueden alcanzar hasta el 90% del último salario mensual recibido según los años de servicio, que en condiciones especiales se computan de tres meses a mes y medio por cada mes de servicio, y estos son los casos de los comandantes de la revolución, el generalato, las tripulaciones de aviones, helicópteros, buques, lanchas, submarinos, paracaidistas, buzos, soldados de tropas especiales y empleos de riesgos similares, y en caso de ellos fallecer la viuda, el viudo o los huérfanos de concurrir en ellos el derecho, es, el período para acreditar el servicio activo en el caso de jubilación, incapacidad o fallecimiento, lo que beneficia a los “combatientes de la revolución cubana” y sus familiares, como pese y toda la generosidad de aquellos emolumentos, se beneficiaron los veteranos del Ejército Libertador.

Anuncio de Gerolán en una revista Bohemia de 1959 (Foto: Alberto Méndez)

“Por acuerdo del Primer Consejo de Gobierno del 16 de septiembre de 1896, a todos los miembros del Ejército Libertador se les asignó un salario mensual que oscilaba entre 500 pesos para el Mayor General y 30 pesos para los soldados. Pero ese dinero sólo lo recibirían en la República, de acuerdo con los años de servicio activo”, dice el doctor en Ciencias Históricas Francisco Pérez Guzmán en su libro Radiografía del Ejército Libertador, 1895-1898.

Y el doctor Pérez Guzmán se refiere a “años de servicio activo” naturales, o dicho de otro modo, años de doce meses, no a años donde los meses de servicio son multiplicados por tres.

El generalísimo Máximo Gómez Báez, que dirigió como sargento la primera carga al machete en la Guerra de los Diez Años (1868-1878), y luego de 30 años de guerras y penurias entró a La Habana como General en Jefe del Ejército Libertador, como máximo recibió veintiún mil pesos, menos de mil pesos como compensación por años de guerra y de destierro de él y de su familia.

Por sólo citar un ejemplo, según los artículo 11, inciso a) y 14, inciso a) del Decreto Ley No. 344, en los casos del general Raúl Castro y del comandante Ramiro Valdés, participantes en el asalto al Cuartel Moncada, el día que ellos decidan jubilarse, el tiempo de servicio militar activo deberá comenzar a computárseles a razón de tres meses por cada mes de servicio “desde el 26 de julio de 1953 hasta la fecha de jubilación”.

Si algún lector, no importa cuán lejos esté de tierra cubana, escucha voces como si desde el Cuartel Moncada en Santiago de Cuba gritaran “¡Gerolán! ¡Gerolán…!”, quizás estas no sean exclamaciones alucinadas y sea el regreso del Gerolán del ejército del general Batista al ejército del general Castro.